Tras la condena manifestada por el Papa Francisco al plan para liberar represores condenados por crímenes de lesa humanidad, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) salió a diferenciarse de Javier Olivera Ravasi, el cura libertario que es hijo de un genocida y organizó las visitas de diputados al Penal de Ezeiza.

Este martes por la tarde, mientras se realiza la 197º reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, el presidente de la CEA, Oscar Ojea, y su vice, Marcelo Colombo, recibieron a organismos de DDHH para manifestarles que también estaban en contra de lo que había sucedido.

Del encuentro participaron integrantes de Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH), de H.I.J.O.S. Capital, del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos y Familiares y Compañerxs de los 12 de la Santa Cruz.

Tanto Ojea como Colombo se mostraron preocupados por la situación y dijeron que “Olivera Ravasi no es la voz la voz de la iglesia”. Ante el reclamo de una sanción contundente, las autoridades de la CEA señalaron que están investigando los mecanismos para poder hacerlo ya que no depende de ningún obispado y es un “outsider de la Iglesia”.

Los organismos también reiteraron el pedido de expulsión de Christian Federico Von Wernich, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad. El todavía cura, quien fue capellán de la Policía Bonaerense durante la dictadura, envió una carta a Ojea y publicó otra en La Nación en las que pidió “dar vuelta de página” y “olvidar el pasado”, en relación a las posibles sanciones por la visita a genocidas.

La expulsión de Von Vernich es un pedido que los organismos realizan hace tiempo y que hicieron también en 2018 a través de una carta entregada al Papa Francisco por Taty Almeida.

Esta semana, la CEA ya había manifestado públicamente su distancia del cura libertario Olivera Ravasi. El vocero de la Conferencia Episcopal, Máximo Jurcinovic, señaló en sus redes que  “lo expresado y actuado por el sacerdote Javier Olivera Ravasi en relación a la visita de un grupo de Diputados a la Cárcel de Ezeiza no corresponde ni al pensamiento ni a la actitud de la Conferencia Episcopal Argentina”.

El Padre Máximo sostuvo que lo actuado por el cura “se trata de una acción particular y personal” y añadió: “La mirada de la Iglesia Argentina sobre este tema se encuentra presente en la publicación realizada el año pasado en los 3 tomos de la edición «La verdad los hará libres» que fue encargada por la Conferencia Episcopal Argentina a la Universidad Católica”.

La semana pasada, el Papa Francisco ya había enviado un mensaje claro sobre este tema durante una reunión que mantuvo en el Vaticano con Ana Fernández, nieta de Esther Ballestrino de Careaga, una de las madres de Plaza de Mayo que fue víctima de Alfredo Astiz.

“No aflojen, conserven la memoria. Conserven la memoria de lo que han recibido. No solo de las ideas sino de los testimonios. Ese es el mensaje que les doy en este día”, le dijo Francisco a la joven y también señaló que se había enterado de la visita de los diputados y que el proyecto para liberarlos “era algo muy peligroso».

Olivera Ravasi es un sacerdote ultraconservador proveniente del Instituto del Verbo Encarnado de Mendoza. Es muy cercano a la vicepresidenta Victoria Villarruel, con quien comparte militancia para la impunidad de los represores, y es un influencer dentro del mundo de la ultra derecha.

A partir de la denuncia realizada por la diputada libertaria Lourdes Arrieta, quien dijo haber sido engañada para participar de la comitiva de diputados que visitó a condenados por crímenes de lesa humanidad presos en la cárcel de Ezeiza, se conoció el rol central que tuvo el cura en la organización del encuentro y en la promoción de los proyectos para liberar genocidas o mandarlos a domiciliaria.

El cura es también muy cercano a Jorge O´Reilly, un empresario inmobiliario miembro del Opus Dei que desarrolló entre otros el Barrio Privado «San Benito», donde Olivera tiene su parroquia.  O´Reilly es también un viejo conocido de Bergoglio, a quien en 2009 intentó desplazar como arzobispo de Buenos Aires y nombrar allí al conservador Héctor Aguer, el entonces arzobispo de La Plata y también muy crítico de Francisco.