Sabrina Medina es trabajadora social en Paraná, Entre Ríos. Por su función siempre se topó con mujeres que sufrían violencia de género y con niñas y niños que padecían violencia sexual. Cuando encaraba esos casos, notaba que casi no había material literario o artístico que abordara el tema. Entonces tuvo una idea: contactar a bandas musicales infantiles para proponerles la composición de una canción que asumiera ese desafío. Sólo le contestó un grupo: Canticuénticos.

Ese primer contacto en mayo de 2016 fue el punto de partida de Hay Secretos, el tema que logra ser material de prevención y herramienta de contención para niñeces en riesgo. El tema que el Gobierno Nacional eliminó de la plataforma Educ.Ar, entre otros contenidos de Educación Sexual Integral (ESI), por tener “un alto contenido de ideología de género” y “elementos que promueven el adoctrinamiento en las aulas”. Esos fueron los argumentos esgrimidos por el subsecretario de Políticas e Innovación Educativa, Alfredo Domingo Vota, ante el titular del área, Carlos Torrendell, según consignó Página 12.

Ese hecho de censura se conoció el 9 de enero. El repudio fue tal que al día siguiente la canción –junto a otras piezas canceladas, como un cuento de María Elena Walsh- volvió a estar disponible en la plataforma educativa. La propia Ruth Hillar, cantante y compositora de Canticuénticos, informó que el material estaba nuevamente online. Pero el reclamo no termina, advirtió, porque “la ESI está en peligro”.

Mientras la oleada de apoyo a la banda y al tema continúa –hasta con propuestas de cantarlo en multitud frente a Casa Rosada-, la trabajadora social que impulsó la creación de Hay Secretos alerta sobre los riesgos que implica el ataque gubernamental –a nivel nacional y porteño– contra la ESI: “Sacar estas políticas es ser cómplice del silencio que imponen los agresores/ violentos”.

Un mensaje al universo

Como mamá, Sabrina Medina escuchaba Canticuénticos junto a su hijo. Como profesional, notaba la falta de un material específico para el trabajo sobre abusos y violencias en la infancia. Decidió transmitirle su inquietud a varias bandas infantiles.

“Lo mandé como un mensaje al universo, a ver si alguien contestaba. Era mandar el correo sin esperar demasiado. Cuando Canticuénticos me responde fue una alegría muy grande por saber que había gente comprometida o con ganas de comprometerse con estos temas, que no son fáciles”, cuenta Medina a Tiempo.

“Les escribí para agradecerles la felicidad que le dan a mi hijo cuando l@s escucha y a la vez, para ofrecerme a fin de pensar e intentar llevar a cabo canciones no sexistas. Y por otro lado si han podido pensar la propuesta de trabajar para prevenir el abuso sexual en la infancia, también desde las hermosas canciones que tienen. Soy muy respetuosa y esta propuesta la hago desde ese lugar. Romper con los estereotipos sexistas es trabajar en pos de los Derechos Humanos y por una igualdad más real.”

Al mail de Medina le siguieron los encuentros con Ruth Hilliar, voz y cerebro de muchas de las piezas de Canicuénticos, en la ciudad de Santa Fe, punto medio entre Paraná y Santo Tomé, donde cada una vivía. En esas primeras charlas la trabajadora social compartió con la artista los ítems sobre los que debería girar el tema. Los secretos impuestos por los abusadores emergieron como un eje fundamental.

“Esto del secreto es clave y se da en todas las situaciones. Algo fundamental era poder develar ese secreto que adultos le hacen sostener a niños y niñas a cualquier precio, bajo amenaza, extorción. Eso era lo central –recuerda Medina- Y fomentar que se pudieran animar a contarlo. Que sintieran que iban a ser escuchados. Que les iban a creer y los iban a ayudar”.

Cuando Hilliar recibió el mensaje de Medina, la idea ya le daba vueltas en la cabeza. Lo hacía desde la grabación del video de una canción de cuna, Noni Noni. Así lo describía la cantante a este diario: “Estábamos tratando de recrear en imágenes ese momento bello y mágico de acunar y ser acunado, de llegar al sueño en un clima de contención y ternura. Entonces pensé que para muchas nenas y nenes, que se dormían con angustia y miedo, esto quedaba muy lejos de sus realidades. Y con esta canción no los estábamos acompañando. Creo firmemente que las canciones pueden ser instrumentos de cambio y con esa convicción compongo. En este caso, sentí que era urgente intentar una canción que fuera de ayuda para la niñeces maltratadas y abusadas”.

Tras aquellas primeras reuniones, el intercambio siguió vía mail, ya con la letra de la canción en marcha. Hasta que el himno contra el abuso, Hay Secretos, estuvo listo:

“Hay secretos livianitos / Que te llevan a volar / Y hay secretos tan pesados / Que no dejan respirar / No se tienen que guardar / Los secretos que hacen mal.”

El tema que suena en loop desde la semana pasada no sólo se escuchó en aulas de todo el país. También sonó en una sala de audiencias. Fue en 2021, cuando la jueza Carolina González de Zapala (Neuquén) decidió proyectarla para que un acusado de abuso la escuchara. Esa pieza musical había impulsado a una de sus víctimas a hablar.

“Es una responsabilidad del Estado”

“Al día de hoy me emociona muchísimo. La primera vez que lo escuché me pareció increíble que lograran ese resultado. Es una canción súper respetuosa desde todos los puntos de vista. Si bien toca una temática re compleja y el objetivo fue pensar en violencias sexuales principalmente, sirve también para cualquier otro tipo de situación violenta que esté viviendo un niño/a. La sutileza y profundizad del mensaje la hacen muy buena para poder trabajar con tanto con niñeces como con adultos”, describe Medina.

Tras aportar a su creación, la trabajadora social usa el tema en talleres y la recomendó mucho durante su época de formadora de docentes de nivel inicial y primario. “Había estudiantes que la conocían, pero la mayoría no. Siempre se las proponíamos como material para trabajar en el aula”, cuenta, y agrega que “entre los comentarios que genera la canción hay muchos de personas adultas que dijeron que recién después de escucharla pudieron hablar sobre lo que habían sufrido”.

La semana pasada, Medina se enteró a través de Hillar sobre la censura gubernamental. “Me parece terrible una medida política en este sentido, contra la ESI. Porque realmente ha funcionado muchísimo en prevenir situaciones de abuso y violencias, ha servido a niñas, niños y adolescentes para poder hablar, para trabajar sobre diversidades. Un abanico tan interesante de alcance de garantía de derechos que es increíble que se piense en bajar este tipo de materiales”.

Sabrina Medina sigue trabajando a diario con víctimas de violencia. Sobre todo, con mujeres que sufren violencia de género. Son un montón, advierte, y nota un cambio: “Vemos que están recrudecidos los relatos. Hay cierto aval que quizás en otro momento no se daba. El hecho de naturalizar o justificar o negar algunas cuestiones hace que pueda estar un poco más avalado ahora y que las situaciones en sí sean más crueles. Y quienes la sufren se sienten también más desamparadas. Se retrocede en que no se les cree y algunos mitos que ya estaban saldados vuelven a aparecer”.

En medio de un ataque contra el Estado en general y la ESI en particular por parte del gobierno de Javier Milei, la trabajadora social remarca que “la importancia de que este tipo de políticas públicas trasciendan cualquier política partidaria tiene que ver con una responsabilidad del Estado de tomar la posta en estos temas. Porque particularmente la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes se da en el ámbito de lo privado, lo familiar, en la mayoría de los casos. Entonces dejar esto en manos de la familias implica desentenderse y un gran retroceso”. Y concluye que la ESI “no va en contra de la familia. Va a favor del bienestar, de la salud integral y de los derechos de niñas, niños, niñes y adolescentes”.