Donald Trump no tiene límites. Sí tiene un gran talento para ser el centro de la escena, aunque sea a costa de decir barbaridades de cualquier calibre. En esta oportunidad, tiró dos bombas en un día: acusó a Hillary Clinton de ser el diablo y deslizó que las elecciones presidenciales estadounidenses podrían estar amañadas.
El lunes último, el candidato presidencial republicano Trump realizó dos eventos con sus seguidores, en la habitual recorrida estado por estado que realizan los aspirantes a la presidencia yanqui. Estuvo en Ohio, primero, y en Pensilvania, después.
En el Ayuntamiento de Columbus, Ohio, Trump disparó contra los demócratas Bernie Sanders y contra Hillary Clinton. Él hizo un pacto con el diablo. Ella es el diablo, sentenció. Fue una manera de subir más aún el tono de sus declaraciones, ya que hasta ahora acusaba a Clinton de ser corrupta, pero no de ser el propio Lucifer.
Más tarde, en la madrugada argentina del martes, en la escuela secundaria de Mechanicsburg, Pensilvania, disparó: Tengo miedo de que las elecciones sean amañadas; tengo que ser honesto, sin dar más especificaciones. Luego, en una entrevista con Fox News, profundizó un poco más: El 8 de noviembre (día del sufragio) deberemos de ser muy cuidadosos porque las elecciones van a estar amañadas. Confío en que los republicanos estemos muy atentos o nos las arrebatarán.
Trump viene de ser repudiado por los propios líderes del partido republicano por haberse burlado de los padres de un soldado estadounidense musulmán muerto en Irak. Tal vez, esta sea la forma de intentar recuperar ese apoyo.