El anuncio de la disolución no tomó a nadie por sorpresa, porque desde hace 7 años la organización vasca ETA venía adelantando que sus modos de lucha habían cambiado y que se aceptaba esa realidad. Nacida en el fulgor de las luchas independentistas de fines de los años 50, Euskadi Ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad, tal el significado de la sigla en idioma eskuera) había informado en enero de 2011 su convocatoria a un fuego permanente y unilateral y en octubre de ese año comunicó el cese definitivo de la actividad armada.
El 8 de abril de 2017, bajo la supervisión de la Comisión Internacional de Verificación, integrada por diversas personalidades ligadas a procesos de paz en todo el mundo, entregaron un listado de ocho escondites de armas y explosivos en el país vasco francés. El ministro del interior galo, Matthias Fekl, dijo entonces que habían encontrado 3,5 toneladas de armamento y que eso representaba un gran paso hacia la paz y la seguridad en Europa. El Lehendakari (jefe de gobierno vasco) Iñigo Urkullu, se sumo al beneplácito y aseguró que ese era un paso fundamental en el proceso del final ordenado de la violencia.
Pero ni hace un año ni ahora, cuando la ETA comunicó desde Ginebra » y en forma inequívoca» su disolución total y el desmantelamiento de todas sus estructuras, el gobierno de Madrid dio el mínimo gesto que indique que toma en cuenta esta decisión para avanzar hacia una nueva era en relación con el nacionalismo vasco más radicalizado y a las consecuencias de un pasado de horrores.
«Los y las exmilitantes de ETA continuarán con la lucha por una Euskal Herria reunificada, independiente, socialista, euskaldun y no patriarcal en otros ámbitos, cada cual donde lo considere más oportuno, con la responsabilidad y honestidad de siempre», dice el comunicado final de la organización vasca. Que agrega: «ETA no será más un agente que manifieste posiciones políticas, promueva iniciativas o interpele a otros actores».
«Haga lo que haga no encontrará impunidad a sus crímenes, no consiguió nada matando ni tampoco lo hará con propaganda. El Gobierno está con la ley, las FCSE (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad Españoles) y las víctimas», tuiteó Mariano Rajoy, el jefe de Estado, del conservador Partido Popular. En la misma línea se expresó Albert Rivera, líder del derechista partido Ciudadanos, «El separatismo terrorista de ETA no ha conseguido su objetivo y son los demócratas los que han ganado», dijo desde Buenos Aires, donde estuvo en una breve visita oficial.
El espinoso tema del reconocimiento a las víctimas de años de violencia política -ETA comenzó su actividad en 1959, en plena dictadura franquista- ya había tenido lugar hace unos días, el 20 de abril, cuando la dirigencia de ETA emitió un comunicado, escrito en tercera persona, en que pide perdón «por el daño que ha causado en el transcurso de su trayectoria armada, así como mostrar su compromiso con la superación definitiva de las consecuencias del conflicto y con la no repetición.»El perdón se hizo puntual en relación con «ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna», en la lucha de la agrupación.
Pero en ese texto avanzan en las razones que llevaron originalmente a la creación de esa organización. Y señalan puntualmente uno de los más brutales ataques que se recuerdan de la Guerra Civil, inmortalizado por quizás la mayor obra de Pablo Picasso. » Las generaciones posteriores al bombardeo de Gernika heredamos aquella violencia y aquel lamento, y nos corresponde a nosotros y nosotras que las generaciones venideras recojan otro futuro».
Este nuevo paso, previsto desde hace dos semanas, se dio en la ciudad suiza que simboliza los acuerdos de paz, Ginebra, ante una nutrida representación de diplomáticos y juristas de fuste internacional. El comunicado final de ETA fue leído por David Harland, director del Centro de Diálogo Humanitario, también conocido como Henry Dunant.
Se supo entonces que la decisión fue tomada luego de un debate interno del que participaron 3000 personas, la mitad con derecho a voto, y que el resultado favorable al cese del ciclo histórico de ETA fue de 93%. El que motorizó este camino hacia la desaparición como herramienta política fue uno de los actuales líderes, Josu Urrutikoetxea, quien permanece en la clandestinidad.
Uno de los temas que quedan por resolver, a los que invita esta disolución de ETA y que la derecha institucional española no quiere atender, es el futuro de más de 300 presos, 245 de ellos en cárceles españolas y los demás en Francia. Y esa es una cuestión de largo arrastre porque en 2006 el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE, estuvo a punto de firmar un acuerdo que la derecha boicoteó sin miramientos.
El PSOE, durante el gobierno de Felipe González, había combatido a la ETA con rigor pero cruzando límites que una democracia no se puede permitir.D esde 1982 comienzan a actuar los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), organizaciones parapoliciales que aplicaron la metodología de la «guerra sucia». A los más de 800 víctimas de ataques de la ETA desde al gobierno respondieron con más de un centenar de muertos por agentes encubiertos o por alguna forma violencia institucional.
Gernika
La ETA nació en un momento en que grupos de liberación tomaban acciones militares para combatir el colonialismo o las injusticias sociales. Eran los años de la toma del poder de Fidel Castro y el Che Guevara en Cuba y de la guerra de Argelia.En ese contexto también había surgido el Ejército Republicano Irlandés, (IRA) que se oponía a la ocupación británica en el norte de Irlanda, buscaba la unificación con el sur, independiente desde 1921, y que fue particularmente activo durante los años 60.
España luego de la derrota de los republicanos en 1939, estaba sumida en una bárbara dictadura que se había ensañado especialmente contra los pueblos que habian encabezdo la lucha contra la monarquía. Uno de ellos era Cataluña, el otro el País Vasco. Pero el puñal de Guernica estaba clavado en el alma de los vascos.
Ese ataque bestial de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, aliados de las tropas del general Francisco Franco, del 26 de abril de 1937, dejó cerca de 300 muertos pero sobre todo mostró el nivel de inhumanidad de que eran capaces los fascistas que luchaban contra la Segunda República.
Por eso el objetivo tal vez más resonante de ETA fue Luis Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973. Este almirante ultrafranquista era el seguro continuador del caudillo en caso de fallecimiento y a la sazón tenía funciones degobierno desde 1951. Franco ya estaba viejo y había designado a dedo a Juan Carlos de Borbón como el futuro rey a su muerte, pero la transición que pensaba era con Carrero Blanco guiando los destinos del país.
La Operación Ogro -Gillo Pontecorvo hizo una película sobre el caso- se preparó con bastante tiempo. Carrero Blanco siempre hacía el mismo recorrido por la calle madrileña que lo conducía de su casa a la Iglesia de los Jesuitas, donde invariablemente se detenía a rezar. Un comando a cargo de Luis R. Aizpeolea, Argala, alquila un departamento en esa calle de Claudio Coello y desde allí comienzan un túnel por debajo de la acera.
Allí colocan 50 kilos de dinamita que hacen explotar a las 8.55 del 20 de diciembre. El auto en que viajaba, el jefe de gobierno, un Dodge Dart, terminó en un quinto piso. Murieron Carrero Blanco, el chofer y un custodio. En la calle quedó un cráter del tamaño del vehículo.
El régimen quedó muy golpeado pero recién se produciría una apertura dos años mas tarde, cuando muere del dictador y el que encabeza la transición es un derechista moderado como Adolfo Suárez. Ese proceso condujo a la Constitución de 1978 y al Estatuto de Guernica, firmado en 1979 y que dio la primer autonomía a los vascos desde la Segunda República.
El régimen quedó muy golpeado pero recién se produciría una apertura dos años mas tarde, cuando muere del dictador y el que encabeza la transición es un derechista moderado como Adolfo Suárez. Ese proceso condujo a la Constitución de 1978 y al Estatuto de Guernica, firmado en 1979 y que dio la primer autonomía a los vascos desde la Segunda República.
Dos instituciones que desde la crisis del 2008 están en discusión tanto en Euskal Herria como en Catalunya y que plantean otras formas de lucha para lograr aquello que ETA percibió como una inexorable salida militar en los 50.
Dos instituciones que desde la crisis del 2008 están en discusión tanto en Euskal Herria como en Catalunya y que plantean otras formas de lucha para lograr aquello que ETA percibió como una inexorable salida armada en los 50.