En los próximos 30 días la presidenta del PJ, Cristina Fernández, deberá cerrar alianzas dentro el peronismo de Corrientes, Santa Fe y Jujuy. Si bien en algunos lugares es más fácil el encuentro entre la dirigencia local y la nacional, en otros, todavía no están dadas las condiciones para armar listas de unidad. En todos lados hacen la misma cuenta: o el peronismo va unido o se arriesga a una derrota.

En Corrientes se elige gobernador; en Santa Fe, la reforma constitucional; y en Jujuy, la elección partidaria. Son tres escenarios distintos en provincias que tienen sus particularidades. Por lo que algunas fuentes partidarias piden que no se aplique de manera mecánica la misma política de alianza desde una impronta nacional y que se tenga en cuenta la voz de las dirigencias locales.

Desde la asunción al frente del PJ nacional Cristina se abocó a reorganizarlo provincia por provincia. 

El proceso del Partido Justicialista correntino es el más avanzado de los tres. Allí está trabajando Teresa García, una de las dirigentas más cercanas a Cristina, tras el garrochazo que pidió dar el senador Carlos «Camau» Espínola hacia las fuerzas del cielo, con miras a la construcción de una candidatura fuerte.

En tanto, el martes pasado CFK se reunió con el ex gobernador Eduardo Fellner de Jujuy y con dirigentes de Santa Fe para construir una lista de unidad para impulsar la candidatura de Marcelo Lewandowski a convencional constituyente. Voceros de la exmandataria señalan que el senador «es el que más mide porque quedó posicionado desde cuando fue candidato a gobernador».

En cambio, la posibilidad de construcción de la unidad del peronismo en Jujuy pinta más compleja. Allí habrá elecciones para conducir el partido este nueve de marzo y los interlocutores son Aníbal Fernández y el intendente de Merlo Gustavo Menéndez. La definición de la fecha fue motivo de cuestionamientos en el peronismo provincial porque caería en medio del carnaval, un evento cultural que en esa provincia acapara la atención de la mayoría de la población. «Lo pensaron desde Buenos Aires», se quejaron. 

Es que Aníbal quedó como interlocutor luego de que desde el gobierno nacional de Alberto Fernández se negociara la expulsión del expresidente partidario Rubén Rivarola, quien había consensuado la nueva constitución provincial con el exgobernador Gerardo Morales. En tanto, «el Tano» Menéndez se sumó como articulador de parte de Máximo Kirchner. Ambos bregaron por la candidatura a la presidencia partidaria de la diputada Leila Chaher, en alianza con Fellner y con el propio Rivarola. Si bien todo pintaba bien para concluir en una lista de unidad entre la nueva y la vieja guardia, la queja provino de la senadora Carolina Moisés, quien para participar de la lista de unidad pidió la presidencia para sí o, en el mejor de los casos, compartirla con Chaher cada dos años.

La reforma constitucional provincial en junio de 2023 desató en Jujuy una profunda crisis política. En julio se intervino el partido y, luego, en las PASO Rivarola perdió contra Carolina Moisés. En ese contexto el radicalismo de Morales retrocedió y los libertarios le ganaron la banca en el Senado. En tanto, Moisés, que se enfrentó a Rivarola y Morales, resguardó la banca del peronismo. Es por eso que ahora Moisés no quiere compartir poder «con la vieja guardia». En cambio, sí estaría dispuesta a compartirlo con Chaher en una eventual presidencia rotativa. «Hay más afinidad generacional y de género», explican desde su vocería, a la vez que critican que Fellner, que aportará sus exministros a las listas, y a Rivarola, por «representar al peronismo socio de Morales».

En ese contexto, fuentes jujeñas aseguraron a Tiempo que la senadora Moisés está tensando la cuerda al jugar a la ruptura de la unidad y proponer una interna para ver quién se queda con la conducción partidaria. Es por eso que ahora el escenario parece haber cambiado porque Rivarola ya no estaría de acuerdo con ir a una competencia y sólo se subiría al barco en caso de que haya garantía de lista de unidad.

A todo esto, Cristina también tiene un ojo puesto en el panorama nacional, en particular, el económico. «Larga vida al carry trade», posteó el jueves, tres días antes de que el presidente Javier Milei se junte con la directora del FMI para pedir un nuevo préstamo y volver a escuchar de parte del organismo el pedido de devaluación del peso. «No se animaron», desafió la exmandataria al marcar que no pueden bajar la tasa de interés en pesos sin que comiencen las desestabilizaciones de este delicado esquema de sujetar la inflación a fuerza de secar la economía local.

Cristina viene advirtiendo que este mecanismo del carry trade hace estallar la economía cada vez más bimonetaria. En noviembre había usado la metáfora del yogurt para dar cuenta de que este recurrente modelo financiero tiene ciclos cada vez más cortos y en diciembre reconoció que el blanqueo «había sido exitoso», lo que le dio un nuevo aire al esquema de Luis Caputo. 

Ahora habrá que ver cómo llega el oficialismo a las elecciones de octubre y si, desde la vereda de enfrente, el peronismo llega organizado y unido o, por lo menos, con algunas de sus internas resueltas. «