Las reglas y comportamientos del “mercado” hace rato hacen especular con que el principal problema del hambre y la inflación de alimentos está más relacionado a la estructura empresarial oligopólica y de carácter financiero, que las políticas públicas que puedan llevar a cabo, o no, un gobierno.
En este contexto donde los pequeños productores de alimentos de Argentina se encuentran amenazados. No es sólo por la falta de políticas públicas sino también por el avance de la concentración económica en manos de los pooles de siembra, las grandes industrias alimentarias y las cadenas de supermercados, no es de extrañar que una de las reacciones del mercado tras las elecciones sea un brutal aumento de precios en la mesa de todas las familias argentinas.
Aún en lo manuales de las universidades neoliberales, es el estado el que debe intervenir cuando la concentración económica y el hecho de que dos o tres empresas puedan ponerse de acuerdo para establecer precios, atenta contra la “libertad” de mercado. La famosa mano invisible de Adam Smith.
La reacción de los mercados
En este contexto no es de extrañar que el triunfo del anarcoliberal Javier Milei, apoyado por Mauricio Macri, que durante su gobierno se encargó de destruir todas las instancias de control de precios por parte del Estado, halla sido festejado con un importante aumento de precios por parte del capital alimentario concentrado.
Tras las elecciones quedo vencido el acuerdo de Precios Justos, que establecía un alza del 5% mensual. Al otro día llegaron a los mercados del conurbano bonaerense listas de precios con subas promedio del 40%. Ante ese panorama, el gobierno buscó contener la situación negociando nuevos acuerdos hasta el 10 de diciembre, con subas del 5% en noviembre y 8% en diciembre para los alimentos básicos, y de 12% y 8% respectivamente para el resto de los productos. A partir de ahí, la lógica liberal del nuevo gobierno dejará los aumentos librados al azar y la buena voluntad del rubro empresario que mayores ganancias observó el año pasado.
Según los datos de Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), los precios de los alimentos en los barrios populares del conurbano subieron 10,8% en octubre. Una familia conformada por dos adultos y dos chicos necesitó $159.153 para cubrir los 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA). Un 148,16% más que el mismo mes de 2022.
El cambio, el último informe de Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CEPA), mostró que en agosto la inflación de la canasta básica en los locales de la economía popular fue 9% frente a un 20% en los supermercados.
El otro mercado
“Nuestro proceso de comercio justo tiene que ver con la fijación de precios de manera colectiva, contemplando los costos, pero evitando toda especulación. Tratamos de invertir la lógica tradicional, donde el 70% suele quedar en el proceso de logística y comercialización. Nosotros garantizamos un 60% para el productor, 20% para el transporte y 20% el almacén”, explica Agustín Suárez, vocero de la UTT.
“Venimos proponiendo la creación de colonias agroecologicas en los cordones de la provincia de Buenos Aires para que los alimentos se produzcan en las cercanías y se distribuyan a través de ferias y mercados populares, eliminando los intermediarios, reduciendo muchísimo los costos de esos alimentos, para que sean mas accesibles para las familias que lo necesitan”, explica Zulma Molloja, vocera de la UTT.
Además de mejor los precios tanto para los productores como para los consumidores, los productos de las organizaciones de la Mesa Agroalimentaria Argentina, el campo que alimenta, son, en su mayoría agroecológicos. Y por ende más sanos. Según el informe del CESO, mientras un kilo de pollo casero sin conservantes se puede conseguir a $1.083 en los locales de la UTT y otros emprendimientos similares, un kilo de pollo de feedloot ultraprocesado sale $1.773 en los supermercados.
Lo mismo con los huevos que salen $111 por unidad en estos locales y $194 en los supermercados. O las bananas agroecológicas, producidas por cooperativas del NOA a $827 el kilo, frente a bananas congeladas importadas de Ecuador sin trabajo argentino por $1.647 el kilo.
La clara demostración que otra economía, otro mercado, realmente libre, justo y soberano, es posible.
*El autor es licenciado en Economía de la Universidad Torcuato Di Tella y master en Periodismo de la Universidad del País Vasco.