¿La suba de los dólares paralelos es el inicio de una corrida cambiaria? No hay una opinión unánime. En el universo de los asesores de inversiones, muchos fueron tomados por sorpresa. Apenas una semana atrás decían que no estaba a la vista una dolarización de carteras, que es el eufemismo para hablar de una corrida contra el peso.
Ahora, escaldados por los nuevos valores alcanzados por el dólar, hasta un 14% superiores en el caso del llamado “contado con liquidación” (CCL, permite depositar los dólares en una cuenta en el exterior), los analistas son más prudentes y observan que la “volatilidad” llegó para quedarse.
De todas maneras, los informes adjudican la suba de los dólares (además del CCL, el llamado MEP y el blue) al ruido político provocado por el retraso en la sanción de la Ley Bases y la postergación del Pacto de Mayo propuesto por el presidente Javier Milei.
También a la baja persistente de la tasa de interés determinada por el Banco Central y el retraso de los productores de soja para vender su cosecha. Pero aseguran que no hay cambios macroeconómicos que justifiquen la corrida.
Allí se detienen los análisis. Sin embargo, hay un aspecto que no se toma en cuenta y es que la eliminación de la deuda del Banco Central y el crecimiento de la deuda del Tesoro a nuevas alturas pone la lupa sobre la capacidad del gobierno de pagarla.
La posibilidad del gobierno de cumplir con sus compromisos está determinada por el superávit fiscal. No hay alternativa: los mercados voluntarios de deuda solo le prestarían a la Argentina a tasas prohibitivas, a pesar de la caída del riesgo país a la mitad. Por otro lado, el gobierno ha hecho un credo de la prohibición de financiamiento del Tesoro por medio de la emisión de billetes.
La corrida de estos días es, justamente, un llamado de atención de los inversores al gobierno. El mecanismo empleado pone de relieve que no solo hay un interés financiero, sino que entre las motivaciones pesa mucho la duda con la capacidad del gobierno de mantener el superávit fiscal. Desarmaron posiciones en bonos y títulos del Tesoro, se pasaron a bonos que cotizan en pesos y dólares y finalmente vendieron estos últimos para hacerse de dólares en cuentas en el exterior.
Así, los bonos de deuda en dólares, que se revalorizaron desde la llegada de Milei al gobierno en más de un 100%, perdieron parte de su valor por la venta en masa. El riesgo país creció y la luz de alarma se encendió.
Hay pesos
La idea de que no hay pesos en el mercado financiero como para sostener una corrida, como dijo el malogrado exministro de Economía, Nicolás Dujovne, fue refutada por el mercado financiero casi al mismo tiempo. A la última licitación de letras del Tesoro se presentaron inversores con las manos repletas de pesos, al punto que sus ofertas superaron en un 80% el valor de las letras (llamadas Lecap) puestas en venta por el Ministerio de Economía.
Esa masa de pesos está estacionada por poco tiempo, tres meses como máximo, lo que aporta ruido al mercado financiero ya que a su vencimiento podría ser la materia prima de una nueva corrida en función de la situación política y económica.
Por otro lado, la cantidad de pesos en circulación no decae por la emisión que hace el Banco Central para pagar lo que aún tiene de deudas (Leliq y pases), más lo que emite para comprar dólares y para pagar los famosos “puts”, que son el compromiso del BCRA de comprar los bonos y letras del Tesoro cuando así lo decida el inversor. En febrero pasado, los bancos Galicia y Supervielle ejecutaron puts por la friolera de $ 110.000 millones luego de haber subido ficticiamente el valor de esos títulos.
Además, para endulzar a los bancos y lograr que cambien las acreencias con el Banco Central por nueva deuda del Tesoro, el gobierno modificó las normas que reducen el riesgo de los bancos ante la exposición de títulos públicos al permitirles que las nuevas Lecap no se incluyeran dentro de la contabilidad de deuda estatal. De esta forma, los bancos tienen más libertad de movimientos para comprar y también para vender. Y eso que hoy es un beneficio para el plan de Luis Caputo se puede transformar en su contrario rápidamente. «