Pensamientos, miradas y dedos que acusan. Burlas, críticas y miedo. Lo establecido como normal y anormal, esos estereotipos que rigen tantas vidas. ¿Se puede salir de esas reglas sociales? Diego Carabelli y Lisandro González rompen con los estereotipos en el documental “La escuela contra el margen”.
Este documental revela el día a día de los chicos en una secundaria de Villa Lugano. El film muestra la vida de cada alumno, la relación que entablan y cómo el grupo unido sigue adelante a pesar de las diferencias para terminar un proyecto. También deja testimonio de los diferentes tipos de violencia que sufren todos los días, incluyendo el acoso policial.
Diego Carabelli habló con Tiempo sobre “La escuela contra el margen”.
-¿Cómo surgió la idea de hacer esta película?
-Surgió a partir de varios factores que se juntaron. Yo había trabajado con Lisandro en el documental “Errantes” (2012) que tiene que ver con una cooperativa de viviendas en una fábrica tomada en la paternal y esa misma con una cuestión de presión de los vecinos y políticas se tuvieron que ir. Tuvieron un lugar en Mataderos, pero el desalojo se apuró y tuvieron que ir a Lugano. Ahí vimos toda una situación de desigualdad, discriminación y problemáticas que se hicieron muy visibles en el 2010, con la toma del Parque Iberoamericano. Ahí también se expuso de una manera muy fuerte el déficit habitacional que había en esa zona. También hubo toda una situación de represión policial y del otro lado vecinos que también fueron a sacar en forma violenta lo que fue la toma, con el saldo de tres personas muertas. Esas dos cosas que tenían que ver entre sí, con la película anterior y lo que pasó, nos hizo querer a volver a trabajar con la problemática que se había expuesto de la manera más fuerte con la toma del parque. Justo la escuela donde se hace la película está a un par de metros del parque, donde nosotros somos docentes.
-¿Qué significó hacer esta película?
-Fue un trabajo muy largo. Nos costó un año filmar todo el proceso del taller, más el equipo reducido qué grababa en el aula donde éramos cuatro camarógrafos y sólo teníamos dos cámaras. Al final teníamos un material de 90 horas donde la edición también fue muy extenso para poder ir puliendo y ver de qué cosas quedaban adentro y afuera, porque la forma siempre fue la misma: era mostrar el inicio y el final del taller y teníamos que ver qué cosas contar. Hay cómo una comunidad que trabaja junta para sostener el ese espacio que tiene que ver con el desarrollo de los chicos. Por el otro lado es valorar el rol de los jóvenes, tanto como los actores que tienen una voz. También cómo viven porque acá entra el rol de los estereotipos donde en Lugano o barrios más marginado y vulnerables, en general los que viven ahí se los considera peligrosos. Viene de la cuestión que voy a tal lugar y es peligroso. Nosotros queremos mostrar que no es así.
–Es cómo qué la película quiere romper el estereotipo qué está instalado.
–Claro porque ahí justo en la película los chicos dicen que por tener una gorra y un conjunto deportivo ya piensan que es un chorro. Además lo viven todos los días, cuando caminan por el barrio tiene a la policía cerca y ellos los detienen por cómo van vestidos, por su color de piel y cuando salen del barrio es peor y se nota mucho, no solo la policía sino también con la gente. Por ejemplo: nos pasa muchas veces cuando hacemos salidas de la escuela y vamos a otros lugares o barrios a que los chicos hagan practicas de cine y pasa que la gente se preocupa un poco o tienen miedo cuando ven que ellos llegan. Eso queríamos romper o ir en contra de esa mirada, de esos discursos hegemónicos del lugar donde exponen los chicos y la escuela pública.
–¿Cómo eligieron el elenco?
–A Florencia no fue difícil porque la conocíamos hace muchos años, conocíamos su trabajo como docente en “jóvenes y memorias” porque lo que hacía ahí era recibir los trabajos que hacían los chicos de otras escuelas, trabajar con todo lo que tiene que ver con derechos humanos, con muchos adolescentes y por tener una mente muy abierta y muchas propuestas interesantes para trabajar. En cambio, con los chicos de la escuela no los conocíamos por lo qué fuimos hablar con el director para saber el curso, el día a día y cantidad de chicos. Ahí nosotros pensamos en dos opciones: hacer con un grupo pequeño o un curso de 30 chicos. Pero al final lo que nos pareció interesante fue mostrar la realidad de un curso real de 30 alumnos de una escuela, no un grupo seleccionado.
–¿El proyecto “jóvenes y memorias” surgió de casualidad o estaba armado?
–Fue de casualidad porque durante la grabación de la película teníamos en mente que el taller sea solo de fotografía. Pero mientras Flor trabajaba con los chicos con el mapeo del barrio, fue lo que cobró más fuerza. No estaba planeado de que vayan a “jóvenes y memorias”, pero la idea central estaba en que al final presentaran un proyecto frente toda la escuela. Cuando vimos la oportunidad de que los chicos viajen y muestren lo que habían hecho, nos pareció bueno lo que propusimos y, por suerte, se dio esa posibilidad. Era una experiencia diferente para ellos.
-“La escuela contra el margen”. Todos los jueves de junio a las 21 en el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.
Articulo realizado en el marco de las prácticas de estudiantes de la Universidad Nacional de Avellaneda en Tiempo Argentino.