Es innegable que la industria cinematográfica de Hollywood encanta y entretiene con sus majestuosas producciones. Sin embargo, mediante sus instancias de premiación como los Oscar de la Academia, año tras año, se empecina en distinguir fórmulas probadas y estereotipadas.
Por un lado, la constante es narrarnos historias con un trasfondo basado en hechos reales como Ford vs. Ferrari, JoJo Rabbit o El Irlandés. También recupera relatos contados hasta el cansancio como Mujercitas o expande universos de superhéroes para darles una vuelta de tuerca, como en Joker. Finalmente, nunca faltan películas enmarcadas en el drama de una guerra, como JoJo Rabbit y 1917. Esta reiteración de las ideas –precuelas, reboots, spin off y sagas eternas– también puede pensarse a la luz del creciente fanatismo de las audiencias por las series de streaming, donde parecen arribar los guionistas más creativos.
Las películas candidatas al premio Oscar marcan muchas veces una sensación de época, el pulso de una sociedad global imaginada y sus inquietudes. El rol social de la ficción focaliza en la condición humana y desde allí nos ayuda a leerla. Podemos rescatar valiosas contribuciones en estas películas. En JoJo Rabbit, por ejemplo, se pone en juego la dinámica de la sátira para plantarse ante un tema de alta densidad con cierto humor y manifestando una intervención ideológico-política. Como también en la sobre-explicada crítica al sistema opresor de Joker, donde el Guasón de Batman es una excusa para contar una segunda historia de marginación y empatía por el diferente. Por otra parte, hay quienes leerán feminismo en Mujercitas cuando, aunque rupturista para su época, se trata de una novela del siglo XIX donde dos hermanas se enfrentan por un hombre. En la misma línea va Historia de un matrimonio, una película que hoy podemos pensar fuera de su tiempo cuando parece homenajear a la monogamia y a la clase media estadounidense.
La ceremonia misma, por momentos, se presenta como un espacio de reivindicaciones progresistas. Se enfrenta al racismo nominando afrodescendientes y al machismo con necesarios discursos sobre el #MeToo. Sin embargo, en esta edición no hay mujeres candidatas a mejor directora.
En el terreno de las constantes, tampoco pueden faltar películas largas como El Irlandés o Érase una vez en Hollywood. Esas que se ven en dos partes o con el ímpetu que dan las maratones de series. El Irlandés corona la obra de Scorsese, Pacino, De Niro y Pesci, apelando a sus mejores versiones para contar otra vez una de gangsters con referencias históricas y planos atrapantes. Más allá de su despliegue, El Irlandés y Historia de un matrimonio ponen en el tapete la disputa aún sin resolución que se da hace algunas ediciones de los premios –a veces bajo chistes– entre industria tradicional y streaming. Donde podemos advertir que otras importantes producciones de Netflix quedaron afuera de esta edición.
Desde ya que fuera de la industria tradicional y la del streaming hay más historias creativas y disruptivas en otros eventos y festivales. En esta oportunidad, los bordes de la reiteración se exploran con originalidad en Parasite, una ingeniosa película coreana que se asienta en un ritmo audiovisual bien contemporáneo. Una comedia y tragedia griega en pleno siglo XXI que plantea la lucha de clases marxista en términos shakesperianos. Más allá de esta joya asiática que entra por la ventana a las nominaciones a mejor película y mejor película extranjera, el resto de las nominaciones no descuida ocuparse de sus temas recurrentes ni de mimar al star system hollywoodense. En este marco, los ganadores, como cada año, serán una anécdota desde donde leer ciertas preocupaciones, aciertos y deudas de la industria
92ª edición de los Oscar. Desde las 20:30 por TNT y TNT Series. «