Los líderes regionales insistieron en imponer ante la 79ª Asamblea General de la ONU la agenda de la soberanía política, la independencia económica por fuera de imposiciones del poder global y la crisis del cambio climático, que impacta severamente en los países más postergados en su desarrollo. Más allá del discurso de la ultraderecha, que tuvo su representación en el argentino Javier Milei, y en parte también en la italiana Giorgia Meloni y el salvadoreño Nayib Bukele, presidentes como Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Xiomara Castro (Honduras) se encargaron de poner en debate las cuestiones centrales que afectan los intereses de las mayorías populares, sin dejar de lado las políticas necesarias en torno al cambio climático, motivo principal del «Pacto del Futuro» al que se convocó a firmar y que la Argentina rechazó.
Como si le contestara a su par del Sur y a pesar de haber hablado antes, Lula señaló ante la asamblea del martes en Nueva York, que en el mundo no puede haber “esperanza en recurrir a experimentos ultraliberales que no hacen sino agravar las dificultades de un continente empobrecido”.
En ese sentido, destacó que “las fortunas de los cinco mayores multimillonarios se han más que duplicado desde principios de esta década, mientras que el 60% de la humanidad se ha empobrecido”, a contramano del escenario “colectivista” y “socialista” al que según Milei se pretende llevar al mundo de la mano de la ONU. Para que no queden dudas, definió que el rumbo de la economía global es “un Plan Marshall a la inversa, en el que los más pobres financian a los más ricos”.
Para el brasileño, “el futuro de nuestra región depende sobre todo de la construcción de un Estado sostenible, eficiente e inclusivo que haga frente a todas las formas de discriminación”, dijo, en otra clara oposición a las posturas que amenazan con reducir el Estado como solución a los problemas sociales.
Los exponentes de la ultraderecha han negado sistemáticamente el cambio climático. Además de las visiones conspirativas sobre la forma en que actúan supuestos poderes ocultos en un supuesto plan de dominación, hay detrás de ello una razón económica: las restricciones que impone el control de emisiones de carbono y los controles a los desechos industriales, entre otras propuestas, atentan contra la posibilidad de acumulación de los grandes polos del capitalismo mundial. Las críticas apuntan a la intención de limitar las libertades. “La Agenda 2030, aunque bien intencionada en sus metas, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional, de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados Nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas”, dijo Milei.
Lula expresó en cambio que el negacionismo climático se derrumba “ante la evidencia del calentamiento global” y citó las catástrofes naturales que afectan a las naciones como inundaciones, incendios forestales y sequías, además de que «2024 va camino de ser el año más caluroso de la historia moderna».
A su turno, el colombiano Petro continuó en la línea al destacar que “si la riqueza la medimos en CO2 emitido y no en dólares, tenemos la respuesta: el 1% más rico de la humanidad es responsable de la crisis climática que avanza y se opone a acabar el mundo del petróleo y del carbón, porque es su propia fuente de riqueza. Los políticos, incluidos los presidentes de los países más poderosos de la tierra, simplemente les obedecen”.
Y en una alusión directa dijo: “En su poder de prohibición y censura gritan: ¡Viva la libertad, carajo!, pero es solo la libertad del 1% más rico de la población mundial que, en su sentir mercantil y libre, nos lleva a la destrucción de la atmósfera y de la vida”.
La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, señaló a su turno a los verdaderos ejecutores de políticas lesivas de las grandes mayorías: “La acumulación de las ganancias económicas prevalece sobre el interés humano, y el rol de los organismos financieros internacionales, con sus préstamos condicionados y recetas fiscales y financieras, sólo agrava la situación de pobreza y dependencia de nuestras naciones”, dijo. Y agregó: “Las políticas neoliberales privatizadoras continúan deteriorando el acceso de los pueblos a los servicios de agua y energía; a la salud, la educación, la seguridad social y el empleo”. El conflicto en Medio Oriente y la guerra entre Rusia y Ucrania también fueron parte de las demandas.
Mientras el argentino hizo una defensa cerrada a favor de los ucranianos, algo en lo que coinciden la mayoría de los gobiernos liberales de Occidente, también tomó partido sin cuestionamientos por la política ocupacionista de Israel, a la que pocos líderes se animan ya a apoyar, incluyendo a los europeos, históricamente alineados. “Netanyahu es un héroe para el 1% más rico de la humanidad, porque es capaz de mostrar que los pueblos se destruyen bajo las bombas”, señaló Petro. Y Lula advirtió: «Lo que comenzó como una acción terrorista de fanáticos contra civiles israelíes inocentes se ha convertido en el castigo colectivo de todo el pueblo palestino”.
Haití, un drama silenciado
Entre los temas señalados por líderes latinoamericanos en la ONU se destacó la urgencia por abordar la crisis social y económica que se vive en Haití –profundizada desde el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021–, donde cerca de 185.000 personas se encuentran desplazadas en el área metropolitana de Puerto Príncipe, viviendo en la precariedad extrema, y casi la mitad de la población del país, aproximadamente cinco millones de personas, enfrenta lo que la organización califica de “grave inseguridad alimentaria”, además de que hay permanentes denuncias de asesinatos, secuestros y agresiones sexuales. La hondureña Xiomara Castro, presidenta Pro-Témpore de la Comunicad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC), anticipó que convocará a una cumbre para tratar el caso. “El Pueblo haitiano demanda de nuestra cooperación y solidaridad como organización de países de América Latina y el Caribe. Haití, la primera Patria Liberada del colonialismo, merece toda nuestra atención y en los próximos días convocaré a los presidentes que integramos la CELAC para demostrar nuestro compromiso”.
Desde 2023 opera en el país una misión multinacional de apoyo a Haití, dirigida por Kenia, con el objetivo de ayudar a la policía de ese país a enfrentar a las pandillas. Cuenta hasta ahora con unos 400 efectivos kenianos, a los que se suman otros 20 agentes de Jamaica y Belice. En su intervención del jueves, el presidente del consejo de transición de Haití, Edgard Leblanc Fils, pidió «que comience una reflexión sobre la transformación de la misión de apoyo a la seguridad, en una misión de mantenimiento de la paz bajo mandato de la Organización de Naciones Unidas».