La guerra por los alimentos en los depósitos del Ministerio de Capital Humano, que el gobierno no entregaba, y que destapó la desidia y la crueldad libertaria y sus nuevas formas de corrupción, deja también algunas señales para la política nacional popular. Acá van algunas claves.
Política y ética. Hace años que una parte de la dirigencia política viene buscando la fórmula ganadora entre el marketing y la política, entre la encuesta y la política, entre la estética y la política, entre la comunicación y la política. Y sin embargo, buscando perdió el rumbo. Lo que necesita lo nacional popular es recobrar el vínculo entre la política y la ética, y entre la ética y la práctica, y hacerlo de manera contundente. Porque con hambre no se puede pensar.
Confrontar. Lejos de beber agua prestada, para buscar formas de sobrevivencia ante la derrota, este conflicto demuestra que es necesario confrontar con el proyecto libertario de disolución nacional y miseria planificada. Un enfrentamiento directo con la pedagogía de la crueldad, las campañas de difamación mediática y contra el proyecto de deshumanización. Un enfrentamiento a sus políticas y sus consecuencias. Y confrontación no quiere decir desacuerdo, quiere decir conflicto.
Disputar la crisis. Este conflicto es trascendente porque significa comenzar a disputar la crisis. Aquí se encuentra el punto nodal de la cuestión. Es lo que abre un espacio nuevo en el que por ahora sólo jugaba Milei. El libertario logra una interpelación de masas de carácter brutal en medio de la crisis nacional que lo convierte en Presidente. Pero esa crisis no se cerró. Hay que disputarla en los términos en los que se expresa hoy. Hay que entrar en la etapa y tomar la iniciativa. Necesitamos convertir la crisis en el método.
Reorganizar la narrativa. Este conflicto también demostró una nueva potencia para reorganizar la narrativa. No se puede seguir en el relato de que el pasado fue mejor, a la que siguen aferradas las principales dirigencias del período anterior. Necesitamos una crítica de lo actual para generar un nuevo intercambio social y político con nuestro pueblo. Ya no se trata de criticar lo actual para volver. Se trata de combatir lo actual para abrir un horizonte de futuro, al cual hay que ponerle imagen y nombrarlo.
Recuperar la autoestima. Enfrentarse a la política libertaria, sin ceder, logrando poner un freno, estableciendo una trinchera, haciendo proliferar una narrativa antagonista al darwinismo social, defenderse contra el intento de desarticulación de la comunidad organizada; todo esto genera una recuperación de la autoestima colectiva. Recuperar la autoestima puede significar un momento de gestación de un nuevo ciclo.
Luchar es comunicar. El antagonismo concreto, la capacidad de masificar, la muestra de coraje, la persistencia en la lucha, la potencia de hacer que muchas y muchos se vean representados, es un acto de comunicación política. Produce la capacidad de verse reflejado en tiempos de crisis. Produce inquietud en el campo ajeno. Contagia, abre espacio, irradia. No hay atajos. En tiempos de crisis y derrota; luchar es comunicar.
Un sistema de implosión social. El hambre, la desocupación creciente, el régimen asfixiante del alquiler, y la narco-estructura creciente, son parte de la materialidad de un sistema de implosión social. El individualismo, la legitimación de todas las desigualdades y el fetichismo del mercado y de la guita son su cobertura cultural. En ese escenario, no podemos mirar encuestas para saber cuánto apoyo tiene el gobierno. Es necesario abrirse camino. Hay que hacer camino al andar. Hay que conquistar el pan.