Como podría hacer un humorista que enumera a los personajes de un chiste que ingresan a un bar, lo mismo pasa con la nueva divisional de la AFA. Tres clubes con origen sindical (Deportivo Camioneros, Deportivo Metalúrgico y Social Atlético Televisión), un equipo fundado el 2023 (Barrancas Fútbol Club), otro que pisa los 120 años (Everton de La Plata), dos instituciones con pasado en torneos afistas (Atlético Pilar y Juventud de Bernal), otra que además está afiliada a la Unión de Rugby de Buenos Aires (Defensores de Glew) y un club de la colectividad judía.
Náutico Hacoaj es uno de los 14 equipos que consiguieron sumarse para participar del Torneo Promocional Amateur, la última categoría de los clubes directamente afiliados a AFA, en reemplazo desde este año de la ya extinta Primera D.
Entre 1953 y 1968 otra institución de la comunidad judía que participó de los torneos de AFA fue la Organización Hebrea Argentina Macabi. Incluso, en 1967 conquistó el ascenso de Aficionados (antigua Primera D) a la Primera C. Pero no cuenta con mucho arraigo en la memoria de la colectividad. El plantel estaba compuesto por jugadores que provenían de otros clubes y ninguno practicaba el judaísmo. A la temporada siguiente descendió y se desafilió de la AFA.
Como bien lo dice en su nombre, el Promocional Amateur no es un torneo profesional: además de no percibir un sueldo, los futbolistas deben tener menos de 26 años. En Hacoaj se da una particularidad: los jugadores están obligados a ser socios y pagar la cuota. La mayoría de los integrantes del plantel actual pertenecen a la religión judía, aunque no sea una condición excluyente.
Cuando se amplía la foto de WhatsApp se ven la cinta de capitán, el 9 en la espalda y a él, Tomás Rozic, besándose la camiseta de Hacoaj mientras festeja su gol contra Juventud de Bernal en la cuarta fecha de esta temporada. El goleador de 25 años llegó a las inferiores del club en 2015 y volvió, luego de pasos por Defensores de Belgrano y el ascenso italiano, para ser parte de «algo histórico». «Hacoaj es un club muy grande, con muchos planteles y jugadores de todas las edades», señala el «Tano», como lo nombran sus compañeros.
«Un sábado puede haber más de 5000 socios en la sede de Tigre», cuenta con orgullo Sebastián Salmun, Secretario del Fútbol de Hacoaj. La institución cuenta con 11.500 socios y socias, una cifra que lo posiciona por encima de clubes como Barracas Central, Deportivo Riestra, Godoy Cruz, Defensa y Justicia, Sarmiento, Central Córdoba (Santiago del Estero), Tigre y Platense. Esas personas reparten sus actividades entre las sedes de Tigre, Capital Federal y Rincón de Milberg, que a su vez es un country.
En marzo de 1938 la Alemania nazi ocupó el territorio austríaco en lo que se denominó como Anschluss. Entre las atrocidades que cometieron, también forzaron la desaparición del Hakoah Viena, un club fundado por judíos en la capital del país anexado. En homenaje a esa institución, el Club Naútico Israelita, fundado en 1935 para la práctica de deportes en el agua, decidió cambiar su nombre por Hacoaj, que significa la fuerza en hebreo.
«Hacoaj quiere llegar a jugar la máxima competencia con las herramientas que tiene», sintetiza Salmun. Las herramientas de las que habla este empresario textil, que reparte el tiempo entre su trabajo y las obligaciones de dirigente, son los jugadores surgidos del club y el profesionalismo para hacer las cosas. «No nos interesa el empresariado dentro del club, nadie hace negocios con Hacoaj», sentencia quien también tiene un pasado como dirigente de Boca, cuando se lo consulta por las SAD. «En las redes oficiales no publicamos nuestra postura, aunque estemos en contra de las SAD», aclara.
«Hacoaj no es un club exclusivamente deportivo, lo más fuerte es lo sociocomunitario», agrega Facundo Isersky –17 años–, fundador y líder de «Los Borrachos del Shimon». Actualmente, además de ser el capo de la «barrabrava» y cursar quinto año del secundario en la escuela ORT, es madrij (coordinador) del grupo de pibes y pibas de nueve años que realizan actividades recreativas brindadas por el club.
Los Borrachos del Shimon nacieron como un juego entre adolescentes y actualmente son la hinchada más joven y exótica del ascenso. Como si se tratara de un personaje del programa de Peter Capusotto y sus vídeos, Facundo reconoce con gracia que hay un porcentaje de «parodia» y otro de «realidad» en lo que hacen. «Tratamos de imitar las cosas positivas de las hinchadas», reconoce este joven que junto a su hermano mellizo, Manuel, y 200 chicos nacidos entre 2005 y 2014 se encargan de «poner color» a los partidos de local con canciones, bengalas y banderas.
La bajada de línea de la Comisión Directiva es «no politizar en AFA». Salmun no solamente lo aclara respecto a la manera de llevar las riendas de un club, sino también por el conflicto en Medio Oriente: «No vamos a salir con pancartas o pedir a los periodistas que transmiten que hagan mención a algo, simplemente lo hacemos internamente», dice.
Hacoaj habla sin decir. El estadio inaugurado en 2023 se llama Shimon Peres en homenaje a quien fuera Ministro de Asuntos Exteriores de Israel cuando en 1994 obtuvo el Premio Nobel de la Paz junto a Yasser Arafat, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, e Isaac Rabin, Primer Ministro israelí, asesinado al año siguiente. El motivo del reconocimiento a los tres líderes políticos fue «por sus esfuerzos para alcanzar la paz en Oriente Próximo».
El fútbol en Hacoaj se sostiene gracias a sponsors, en su mayoría empresas que pertenecen a socios del club y quieren colaborar. El presupuesto mensual es de cuatro millones de pesos y la televisación resulta «fundamental» para recaudarlos porque ”todos quieren salir en la pantalla del canal que realiza las transmisiones», reconoce Salmun.
Tanto Facundo como Sebastián coinciden en que tienen amigos de otros clubes de la comunidad judía que ahora hinchan por Hacoaj, y acuerdan en algo más: «todo lo que hacemos es para devolverle a Hacoaj algo de lo que nos dio». «