Decenas de manteros que habitualmente despliegan los domingos en el Parque Rivadavia sus juguetes, figuritas, videos VHS y muñecos, entre otros elementos vintage para intercambiar o vender, no pudieron hacerlo este fin de semana. Al llegar al lugar se encontraron con varios policías y funcionarios de la Ciudad que impidieron que se instalaran. Vecinos y coleccionistas pidieron a través de redes sociales que el gobierno de la Ciudad revierta la medida.

“Hoy la policía de @gcba desmanteló la Feria del Parque Rivadavia. Un lugar sano y familiar donde mucha gente va a intercambiar retronostalgia, videojuegos, juguetes, cómics y VHS. Esto atenta contra la civilidad y la comunidad de la ciudad. Un paso atrás. Atento acá, @jorgemacri«, tuiteó el domingo temprano el periodista Hernan Panessi, quien añadió: “Esta feria de coleccionistas es la razón por la que todos los fines de semana voy al Parque Rivadavia. Ahí, un montón de personas como yo, movemos la economía local porque después del paseo vamos a los bares, restaurantes, mercados y comercios de la zona a gastar plata”.

El periodista, asiduo concurrente, advirtió: “Decidieron que un montón de gordos no podamos intercambiarnos tarjetas de Telefónica con motivos de Disney, revistas Lazer con editoriales de Oberto sobre Cavallo y VHS’s con capítulos viejos de Pokémon. Una feria totalmente clasemediera de CABA, su electorado. No la ven”. Y criticó que el gobierno de Jorge Macri cortara de “cuajo” una “economía del rebusque, economía popular, el mercado regulándose a sí mismo”.

Unos tuits más abajo, Panessi aclaró que no se trataba de los puestos, sino de los “Manteros: un montón de gordos capos que llevan sus nerdeadas para canjear o comprar otras. Inofensivo, cultural: gestos de la comunidad de CABA civilizada y organizada”. 

El presidente de la Comuna 6 de la Ciudad, Federico Ballán, salió fuertemente al cruce, casi a agredirlo: primero trató al periodista de mentiroso, tras lo cual dijo que “las ferias funcionan con normalidad. Lo único que tocamos fue manteros”. Y continuó: “La feria de coleccionistas, numismática y filatelia sigue funcionando como siempre. El operativo de la Policía fue destinado a desalojar a los manteros que ocupaban el espacio público de manera ilegal”.

El parque del intercambio

Este mítico espacio verde de Caballito es desde la década del ’40 el sitio por excelencia de coleccionistas de todo tipo. En la actualidad coexisten cuatro ferias formales: una de libros y revistas, sobre la calle Rosario, lindera a la Escuela Normal 4; la de numismática y filatelia, que se monta sobre Rivadavia los domingos; la de figuritas, que también se instala sobre Rivadavia; y la de coleccionables, que se ubican en Rosario y Doblas, los domingos. 

El problema surgió con los manteros que se situaron, sobre todo después de la pandemia, en las inmediaciones de la decena de puestos que venden e intercambian productos coleccionables, cuyo origen es de 2005, aproximadamente, cuando los fanáticos de las figuritas se juntaban en el anfiteatro y luego fueron habilitados por el gobierno de la Ciudad para que tengan su espacio.

“Primero, comenzaron a cambiar figuritas, pero lo hacía gente grande, de pie; luego, aparecieron quienes vendían álbumes completos y ahí empezó ponerse alguna que otra cosita en el suelo”, explica Pablo Cafaro, quien desde 1998 tiene un puesto de CDs originales, vinilos, libros y memorabilia y suele recorrer la feria de coleccionistas y sus respectivos manteros, para llevarse algún tesoro.

“Postpandemia comenzaron a ponerse tímidamente algunas mantas con autitos Hot Wheels, autitos Maisto, y eso empezó a funcionar, sumado a las figuritas. Entonces, hasta ahí teníamos figuritas y autitos, no más que eso”, grafica Cafaro, mientras que al mismo tiempo “muchos coleccionistas comenzaron a ir a buscar determinados autitos, o ruedas, stickers”. También, podría decirse que le sumó concurrencia al lugar la presencia de youtubers que eligieron este tipo de ferias como nicho.

Con el paso de los años, los rubros se multiplicaron. Sin embargo, siempre se mantuvo una especie de autorregulación: “Una de las cosas positivas que veo es que los mismos manteros se controlan entre sí. Por ejemplo, suele pasar una chica con un cuadernito y al que veía vendiendo candelabros o camisetas de fútbol compradas en Once, les decía, ‘mirá esto no es coleccionable’”. 

El puestero admite que en este espacio no hay “capangas”, ni los comisarios, ni inspectores “pasan la gorra para dejarte trabajar”. Como se sabe, en tiempos de crisis los manteros crecen y se expanden. Si bien hay muchos vecinos que incluso se manifestaron en redes sociales a favor de esta feria y sus manteros; hay otros, presumiblemente que viven en las nuevas torres de lujo en los alrededores del parque que no ven con buenos ojos este tipo de actividades. 

Fotos: Pablo Cafaro.