Cada año el crítico y programador Roger Koza se toma los últimos 45 días para elaborar un exhaustivo sondeo de cuáles son las películas más destacadas según cineastas, críticos y programadores de todo el mundo. La Internacional Cinéfila, que es como se llama este sondeo, ya es un clásico. Este año sumó a su encuesta una pregunta sobre la mejor película de este primer cuarto de siglo. Y la elegida resultó ser La ciénaga (2001), ópera prima de Lucrecia Martel.
Le siguieron No quarto da Vanda, del portugués Pedro Costa, y Mullholland Drive, del estadounidense David Lynch. En tanto, entre las películas del 2024 las más mencionadas fueron Tardes de soledad, del español Albert Serra, y Grand Tour, del portugués Miguel Gomes. La lista completa con textos alusivos se puede consultar en la página de Koza, que comenzó con este sondeo en 2011.
Lo hizo empujado por el hecho de que todos los años aguardaba las listas de sus críticos favoritos. “Siempre esperaba con muchísima ansiedad y deseo las listas de quienes para mí fueron mis maestros en crítica, fundamentalmente cuatro personas que, curiosamente, excepto una, todas participan de La Internacional Cinéfila, porque finalmente los conocí y son mis amigos y mis colegas”, cuenta a Tiempo.
Esperaba las diez mejores películas de Jim Hoberman, que es el único que no participa, de Jonathan Rosenbaum, Adrian Martin y David Walsh, que sí son participantes. “La lista no revela la posición de las películas, sino la posición del crítico frente a las películas. Y eso significa un concepto de cómo mira el cine esa persona que uno fue leyendo para aprender. Es decir, era comprender cómo se paraba frente a un año cinematográfico”. Y así fue cómo empezó.
La Internacional Cinéfila se terminó convirtiendo en lo que para Koza eran aquellas listas. Es esperada con ansias por muchos y supone un trabajo profundo y muy respetado que da cuenta de lo que fue el año cinematográficamente. “Desde el primer momento pensé que tenía que invitar a personas que conozco personalmente por alguna relación X. Cuando se trata de cineastas, porque los he programado en los festivales. Trabajo programando en festivales hace 20 años, con lo cual es lógico que conozca a muchos cineastas de todo el mundo, no solo de Argentina o Latinoamérica, sino literalmente de todo el mundo. Puede haber un palestino, un iraquí, iraníes. En todos los casos yo he tenido una relación”, aclara.
Luego están sus colegas, los programadores de distintos festivales, y los críticos. Con todos, Koza maneja un criterio similar. Tiene que haber habido algún tipo de vínculo. “La regla principal es que yo haya tenido en alguna ocasión algún tipo de diálogo que escape al mero ‘hola, ¿qué tal?’, algo que me haya procurado una idea de que esa persona puede pensar política y estéticamente distinto de mí, pero que tiene algún tipo de compromiso respecto de lo que cree. Hay gente que piensa muy distinto de mí. Te diría que hay gente que está en las antípodas de lo que yo pienso. Pero en la forma en la que se involucra ahí sí hay algo similar. Es decir, trato de evitar, desde lo que yo puedo advertir, cualquier tipo de posición cínica frente al cine”.
También le importa la diversidad, que atraviesa todo tipo de cuestiones. “Hay gente muy consagrada, pero también hay gente muy desconocida. Hay programadores de cineclubs o cineastas que no conoce nadie, muy independientes. Lo que trato es que haya también una variedad, no solamente de nacionalidades o cuestiones etarias, porque el rango de edad es muy amplio: hay desde 25 a 80 y eso para mí es muy importante. Trato de que haya también una diversidad, obviamente, entre hombres y mujeres e incluso más allá”.
“Pero también me importa que haya algún tipo de introducción indirecta de alguna clase social que no está tan asociada o posicionada en los festivales, algún que otro crítico, algún que otro cineasta, que pertenecen a un mundo de otro universo social, como también a veces hay gente de otro universo hacia arriba como puede ser un productor con mucho dinero”, agrega. “La idea es configurar un mapa de la circulación de las películas, tanto de las que circulan mayoritariamente y por eso son las más nombradas, como algunas que no sabemos ni de dónde provienen. Por eso es importante que haya alguien de Taiwán, de Singapur, de Palestina. Para abrir la agenda del cine y ampliar las consideraciones de lo que son las películas”.
Como señala en el texto introductorio al sondeo: «Lo que importa acá no son las más mencionadas, sino la cantidad de películas desconocidas o poco vistas que el conjunto de las listas permite reconocer y considerar». Un año más, entonces, La Internacional Cinéfila abre a sus seguidores un mundo de posibilidades.