La Confederación General del Trabajo (CGT) está en una encrucijada. La estrategia del diálogo adoptada por la mayoría de la mesa chica fracasó rotundamente. El gobierno no dio lugar a ninguno de sus reclamos y obligó a un cambio de rumbo en el Consejo Directivo que se tradujo en su negativa a participar del diálogo social y sumarse a la movilización del 7 de agosto de las organizaciones sociales agrupadas en la UTEP.

Es que el gobierno desoyó el pedido de indexación del mínimo no imponible de ganancias para la cuarta categoría establecido en la ley de paquete fiscal que, redactada en enero, lo fijó en $1,8 millones brutos para un trabajador soltero y sin hijos. Tampoco accedió a ninguno de sus pedidos para lograr que, en su reglamentación, se morigerara el impacto de la reforma laboral contenida en la ley Bases.

Además, en forma unilateral, fijó el salario mínimo vital y móvil en apenas $271.571 mil para el mes de octubre cuando la CGT había reclamado llevarlo de urgencia a $400 mil y reglamentó por decreto la reforma del Estado incorporando el descuento a los empleados públicos que ejerzan su derecho a huelga. El mismo decreto habilita al ejecutivo a avanzar en masivos pases de disponibilidad de empleados públicos que deberán gestionar su reinserción en el Estado o pasar el sector privado al que lo incentivan a incorporarlos subsidiando el salario.

La reunión el 16y de julio con Julio Cordero en Trabajo pareció rendir frutos. «Los reclamos son razonables, dijo el Secretario.
Foto: Prensa Sec de Trabajo

Como si esto fuera poco, en la reunión del diálogo social que se realizó sin los dirigentes de la CGT, descolló la presencia del ministro de desregulación del Estado Federico Sturzenegger que es autor no reconocido del DNU 70/23 que establece una reforma laboral todavía más agresiva que la que se aprobó en la ley Bases.

Cambio de rumbo

Casi obligado por la política del gobierno el Consejo Directivo definió romper el diálogo, pero no avanzó en una medida propia y de orden general sino que recurrió a la marcha de la UTEP que tenía a mano. Allí estuvieron en el escenario tanto Héctor Daer como Pablo Moyano pero decidieron no hicieron uso de la palabra. En la calle y sin paro, los sindicatos que participaron se limitaron a movilizar a los cuerpos orgánicos.

Pero ahora la Central no tiene otra alternativa que definir un rumbo propio. La estrategia judicial contra ganancias que avanzó para los estatales de Neuquén, sin embargo, está empantanada en los casos de Camioneros, Bancarios y Médicos. A la vez, la Federación Aceitera ahora aliada con el poderoso Sindicato Aceitero de San Lorenzo, acumula 72 horas de paro por el salario y contra el impuesto a las ganancias.

El lunes todos los sindicatos docentes y no docentes universitarios comienzan un paro de 72 horas que se percibe como el no inicio del cuatrimestre en 60 universidades nacionales en las que estudian 2 millones de jóvenes.

Agenda y nuevas mayorías

La agenda todavía sin fechas precisas según confirmaron fuentes del Conejo Directivo, incluye una primera reunión de mesa chica, un plenario de secretarios generales y otro de las CGT regionales para, finalmente, culminar en un nuevo Consejo Directivo.  Allí deberán decidir si se pone fecha a un nuevo paro nacional que podría ser en septiembre.

Es que los sectores dialoguistas quedaron en franca minoría y, sobre todo, carentes de argumentos. Allí, en principio, solo quedan Gerardo Martínez de la UOCRA que aspiraba a ocupar el asiento reservado a la CGT en el Consejo de Mayo y Armando Cavallieri que tempranamente adelantó su intención de adherir al Fondo de Cese Laboral y que, sin aval de la conducción, envió a su abogado Alberto Tomassone a la mesa de diálogo social. También orbitan en esa tónica Andrés Rodríguez de UPCN siempre proclive a las buenas relaciones con el Estado-patrón y Jose Luis Lingeri de Obras Sanitarias y responsable de las sensibles obras sociales de la CGT. El ferroviario Sergio Sasia, que conduce la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte y llegó de la mano de Pablo Moyano a quién luego ayudó en su camino al triunvirato de conducción, también busca bajar el tono de la confrontación con el gobierno a la espera de un plan de desarrollo ferroviario.

Pero es difícil que logren una mayoría. Héctor Daer no cuenta con demasiado margen para evitar una medida general y la posición de Pablo Moyano que de entrada rechazó el camino del diálogo con el Secretario de Trabajo Julio Cordero, parece abrirse camino por su propio peso y el de la realidad. El dirigente camionero, en la marcha de San Cayetano, adelantó a la prensa que “lo único que nos queda es seguir confrontando porque es un gobierno que confronta con los trabajadores. Vamos a seguir estando en la calle”.

La interna de la CGT, para el gobierno, no parece representar una amenaza en tanto nada hace para intentar cauterizarla. La ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, a través de las cuentas oficiales de la cartera que comanda días atrás se mostró desafiante: “la mesa de Diálogo Social está abierta. Invitamos a todos los sectores del mundo del trabajo, pero se ve que la CGT le tiene miedo a Moyano”.

El gobierno, se ve, evalúa que, además de ser una herramienta de profundización del ajuste, la confrontación con lo que percibe como una desprestigiada CGT le suma a su acumulación política. Pero, está visto, no es lo mismo una serie de cruces mediáticos que un paro nacional con fuerte acatamiento y simpatía popular.