El Consejo Directivo de la CGT del 25 de julio se vio obligado a dar un giro en la estrategia que había definido la mesa chica de la central obrera dos semanas antes. El rumbo dialoguista que pareció fructífero luego de una primera cita con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, que evaluó los reclamos de la CGT como “razonables”, chocó con la realidad de los hechos.

Nada por acá, nada por allá

El gobierno nacional fue funcional al boicot promovido por las cámaras empresarias en el Consejo del Salario Mínimo. Para confirmar esa actitud laudó un aumento muy lejano a las aspiraciones gremiales.

Además, lejos de dar lugar a uno de los principales reclamos de la CGT, decidió reglamentar la ley de paquete fiscal sin contemplar el pedido de indexación del mínimo no imponible de ganancias y, a la vez, anunció su intención de profundizar la reforma laboral que los cegetistas aspiraban a morigerar en la mesa de diálogo social.

Ante esa evidencia y la imposibilidad del sector dialoguista de exhibir resultado alguno, el Consejo Directivo decidió no participar de la mesa de diálogo que finalmente se realizó esta semana sin su participación pero con la sugestiva presencia de Federico Sturzenegger, quien prepara un golpe sobre los trabajadores estatales nacionales.

Además, mediante la resolución 666/2024, el ministro de Economía, Luis Caputo, disolvió el Fondo Fiduciario para la Cobertura Universal de Salud (CUS), que administra cerca de $ 50 millones anuales destinados a equilibrar el sistema de obras sociales y en cuya gestión la CGT contaba con dos miembros.

Señal política

Con todo, de la reunión de Consejo Directivo no surgió ninguna medida de acción propia. La resolución fue apenas una señal política de ruptura. La decisión de acompañar la movilización del 7 de agosto, que tradicionalmente convocan las organizaciones sociales agrupadas en la UTEP, fue omitida por Héctor Daer en su intervención en la conferencia de prensa posterior al Consejo Directivo. El dirigente de la sanidad recién la mencionó cuando Pablo Moyano, parado a su lado, se la recordó.

De este modo, más allá de una ruta que incluye un plenario de secretarios generales, por el momento, la CGT no cuenta con una agenda propia.

El aval cegetista, en un contexto de profunda crisis económica y social, sin embargo, sirvió para darle otro vuelo a la movilización. Además de la UTEP, serán de la partida las dos CTA, las Madres de Plaza de Mayo, organismos de Derechos Humanos, organizaciones estudiantiles, de jubilados, de empresas pymes, entre otros sectores. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) anunció un paro de 24 horas para ese día. La izquierda y los sindicatos clasistas participarán con fisonomía propia (ver aparte).

La conducción de la CGT tomó nota de la situación. El viernes a última hora su secretario de Prensa, Jorge Sola, envió una escueta misiva convocando a una conferencia de prensa «junto a las organizaciones que convocan a la movilización del 7 de agosto, donde se brindarán detalles de esta importante jornada”.

Los protagonistas

En diálogo con Tiempo, el secretario general de la UTEP Alejandro Gramajo, señaló que “la marcha se da en un contexto donde la situación económica, social y política es de una gravedad enorme. El gobierno ha decidido avanzar contra los derechos de los trabajadores formales y los de la economía popular”. El dirigente destacó que “la jornada la hemos construido con una amplia unidad. Todos entienden que este 7 de agosto, que ya está arraigado en el sentir popular, nos tiene que encontrar unidos en la calle para ponerle un freno al gobierno y hacer fuerza colectivamente para poner en el centro la problemática del hambre”.

Sobre la disputa por el liderazgo y consultado si, antes del Consejo Directivo, la UTEP conocía la intención de la CGT de participar, Gramajo confió que “veníamos charlando con Pablo (Moyano) y Héctor (Daer). Les planteamos lo que íbamos a hacer y nuestra intención de que involucrara al conjunto. No sabíamos que se iba a aprobar, pero sí que lo iban a discutir”.

En diálogo con el programa radial Desde la fe, Pablo Moyano, que de movida se mostró escéptico con el camino del diálogo, señaló que “más allá de lo religioso va a ser una jornada de protesta contra la recesión, los despidos, la reforma laboral y el impuesto a las ganancias. Fundamentalmente, para que se deje de beneficiar a los empresarios contra los laburantes. Va a ser una protesta en paz, pero multitudinaria, que va a servir para dar continuidad a lo que se inició desde que movilizamos a Tribunales y siguió con los dos paros nacionales”.

El Consejo de Mayo

El gobierno todavía aspira a que en la CGT ganen influencia los sectores que apuestan a sumar un hombre al Consejo de Mayo, que debe constituirse en dos semanas. Pablo Moyano señaló que “pasaron siete meses pero uno ve a la gente tan deprimida y falta de esperanza que parece que hubieran pasado años”. Antes de pensar en avanzar en ese rumbo, para él sería necesario que “esta jornada del 7 de agosto haga reflexionar al presidente para que empiece a dar respuesta a los más humildes”.

Para Gramajo “no tiene ningún sentido sumarse al Consejo cuando no hay propuestas. Siempre tuvimos la intención de sentarnos con el gobierno. Pero participamos de las tres reuniones del Consejo del Salario y fueron una puesta de escena del gobierno. No hay política para el empleo y los salarios».

Otra vez, hablará la calle. «

Con disidencias, el clasismo también se suma

Por iniciativa del Sindicato del Neumático (Sutna), los sindicatos clasistas, la Unidad Piquetera y los partidos de izquierda también participarán de la marcha del 7 de agosto. Será la primera vez que este espacio adhiera a una jornada de movilización en el día de San Cayetano. Es que, a pesar de su tradicional contenido religioso –alejado de la concepción marxista con la que se identifican–, el contexto económico y social y, sobre todo, el hecho de que se trata de la única iniciativa de lucha general existente los convenció de que sería fundamental sumarse.

El Sutna convocó el viernes a una reunión para definir los términos de su participación. Allí junto con delegados y representantes de otros sindicatos y organizaciones piqueteras definieron conformar una columna independiente que dé continuidad a la movilización que el mismo espacio realizó el viernes 26 a la Plaza de Mayo contra los despidos.

El agrupamiento definió participar con, entre otras, la consigna de «un paro activo nacional y plan de lucha para derrotar todo el plan de Milei».