Como en el tapiz que se teje a lo largo de la introducción de cada capítulo, la segunda temporada de La Casa del Dragón fue entrelazando lentamente los hilos narrativos de cada bando rumbo a una guerra despiadada por el trono de hierro. Tras siete episodios en los que ambos bandos redoblaron sus esfuerzos por ensanchar sus ejércitos y cada uno tuvo un par de bajas sensibles -el pequeño príncipe Jaehaerys y el dragón de Aegon II, ahora postrado, por el lado de los verdes y la princesa Rhaenys junto a su dragona por el lado de los negros-, llegamos al octavo con la expectativa de un choque épico entre los ejércitos.
Sin embargo, a lo largo de más de una hora, el capítulo escrito por la productora Sara Hess y dirigido por Geeta Vasant Patel se dedica a concluir algunas subtramas y sembrar más y más ansias en los espectadores sedientos de acción para luego concluir de una forma estrepitosamente anticlimática.
Y es que ya todo el mundo sabe que la serie basada en la obra “Fuego y sangre” de George RR Martin se trata de la guerra entre los Targaryen por el trono, por lo que tras la configuración de los bandos luego de la muerte del rey Viserys I y algunas batallas previas estaba todo dado para una escalada mayor del conflicto. Pero como habían dejado entrever los propios productores, se resolvió extender la trama y dejar los grandes enfrentamientos para la próxima temporada, todavía sin fecha de lanzamiento.
Un largo preámbulo de guerra
Aunque no corrió una gota de sangre en cámara -excepto los cientos de muertes en Sharp Point luego de que un enojado y desesperado Aemond desatara el poder de su dragona sobre la ciudad-, sí se resolvió la antesala de un conflicto colosal que tendrá lugar por tierra, por aire con los dragones y por mar.
Los verdes esperan la inminente llegada de las tropas Hightower junto a un nuevo dragón y, tras una secuencia un poco ridícula para los estándares de la serie de Ser Tyland Lannister, obtuvieron la flota de la triarquía de Essos. Mientras que los negros, ahora a la delantera con su enriquecido ejército de dragones con jinetes bastardos -¿y quizás uno más montado por Rhaena Targaryen?-, han logrado por fin la reafirmación de la lealtad de Daemon a Rhaenyra junto a un extendido ejército de los señores de los ríos.
Este último es quizás uno de los grandes sucesos de la temporada y de la serie, porque además de devolver de una buena vez por todas al poderoso Daemon a las filas de su esposa-sobrina también estableció un nexo mágico y nostálgico con el universo de “Juego de Tronos”, al mostrar al cuervo de tres ojos, los caminantes blancos y a Daenerys Targaryen junto a sus tres dragones bebés. Bastó una visión del futuro para que el jinete de Caraxes saliera del estado alucinógeno que transitó durante toda la temporada en Harrenhal y notara que es solo una pieza ínfima en una guerra milenaria que va mucho más allá de la danza de dragones. Tras ver que Rhaenyra es la garante de la trascendencia de su linaje rumbo a la larga noche, Daemon se arrodilla y les promete a sus tropas que por cada uno de los suyos caerán mil de sus oponentes.
Alicent quiere abandonar el juego
Con su éxito en reunir un “ejército de jinetes bastardos” -cuyas consecuencias a largo plazo podrían ser peligrosas- y hacerse de las tropas de Daemon, Rhaenyra se posiciona mejor que sus oponentes al final de la temporada. Además, la líder de los negros recibe una propuesta inesperada de su amiga de la infancia. La reina Alicent acude a Dragonstone con una propuesta inquietante: dice que abrirá las puertas de King’s Landing sin oponer resistencia y obligará a Aegon a ceder el trono a cambio de su vida, la de Helaena y su hija. Entre lágrimas, pero sin titubear, la líder de los negros exige la cabeza de su hermanastro para aceptar el trato. Sin decir nada, pero con un gesto de resignación, Alicent accede al pacto de “Un hijo por un hijo” -en referencia a la muerte del príncipe Lucerys Velaryon en la primera temporada, y parte rumbo a su casa. Lo que desconoce es que su hijo decidió aceptar la propuesta de Larys Strong y huye para preservar su vida con destino desconocido.
Con todas las fichas dispuestas sobre un tablero ardiente todo está listo para los enfrentamientos en tierra, mar y cielos abiertos. Sin embargo, habrá que esperar al menos un año para que se mueva la primera ficha de la próxima batalla.
La Casa del Dragón
Disponible en Max.