Recién iniciado el calendario electoral uruguayo –primarias, primera vuelta y balotaje si fuera necesario–, cuando de entrada nomás pareció decantarse el nombre de los dos principales candidatos en lid y quién podría ser el próximo presidente de la República, se echó a andar una campaña basura desconocida en la política del país. La víctima es Yamandú Orsi, quien será seguramente el elegido en la interna del progresista Frente Amplio (FA) y quien figura en todas las encuestas como ganador en la elección de fondo sobre el oficialista Álvaro Delgado, del Partido Nacional (PN) o Blanco. Con una apabullante campaña de trolls que partieron de bases de México, Argentina, España y, naturalmente, del propio país, dos mujeres trans denunciaron a Orsi como figura de una descalificante trama ligada a la prostitución.
Aunque el operativo tuvo, y tiene, un costo alto en dólares, seguramente inaccesible para dos marginales callejeras, encontró un inusual ámbito de resonancia, pese a que fueron muchas, demasiadas, las brechas que dejó abiertas. Horas de televisión y radio y metros de columna en los medios escritos de la derecha. Pocos, más allá del FA y de algunas excepciones, se formularon las mínimas preguntas éticamente aconsejables. Mucho más aún tratándose de la honra de una personalidad intachable del mundo político, exlegislador y dos veces intendente del departamento de Canelones, el mayor reducto electoral después de Montevideo.
Y, sobre todo, por dañar inocultablemente la institucionalidad del país y la credibilidad democrática ganada tras la salida de una larga dictadura (1973-1985).
Esta historia comenzó el 5 de marzo y después de rodar y rodar, de darle tiempo a la prensa para que exacerbara su veta más hedionda, y con la mirada cómplice de una Justicia que se proclama eficaz pero que es más lenta que una tortuga vieja, llegó a una inevitable escala el 5 de mayo, dos meses después, con el procesamiento y la cárcel para las acusadoras. De quienes son los instigadores, que inevitablemente los hay, nadie dijo ni una palabra. El FA denunció que se trató de una operación política, pero se cuidó de decir que fuera una operación política partidaria.
La fiscal Sandra Fleitas fue categórica y señaló que “tenemos el pleno convencimiento de que atrás de estas dos personas existen otras personas”. El presidente Luis Lacalle Pou (PN), tutor de Delgado, salió impensadamente a defenderlo.
El senador Alejandro Sánchez, jefe de campaña de Orsi, y el presidente del FA, Fernando Pereira, denunciaron que en estos dos meses, e incluso antes de la acusación, hubo gente que estuvo investigando sobre la vida de Orsi –sobre su matrimonio anterior, en juzgados y en la policía–, preguntando por alguna característica física, por algo que permitiera darle un viso de verdad a lo que se estaba preparando. “Sabemos también –reveló Pereira– que unas mil cuentas creadas recientemente (en Nuevo León y Coahuila, México), interactúan con otras miles de aquí, de Uruguay, y de Argentina, España e Inglaterra orientadas exclusivamente a atacar al FA y a otras expresiones progresistas del mundo”. El diario de ultraderecha El Observador, un hijo del Opus Dei, el ala más conservadora de la Iglesia Católica, divulgó la misma versión, en su caso respaldado en informaciones de la consultora Iluminatti Lab.
Los datos obtenidos por las investigaciones propias del Frente también coinciden con los de Iluminatti en cuanto a las fechas de creación de las cuentas, que arranca en 2018, justo con la irrupción de Lacalle en los aprontes de las presidenciales que lo consagraron en 2019.
Las elecciones de este año se ajustan a un cronograma que incluye las internas partidarias el próximo 30 de junio, una primera ronda general el 27 de octubre y, si ninguno de los partidos obtiene el 50% más uno de los votos, habrá un balotaje definitorio el 24 de noviembre. La denunciante aseguró en sede judicial que para que se hiciera cargo del enchastre de Orsi le habían prometido un lugar en la lista de diputados de este año. Después se desdijo.
En este proceso electoral no aparecieron todavía, como sí lo hicieran en las presidenciales de 2019, y sin mayores méritos, los mejores expertos regionales en campañas sucias, el ecuatoriano Jaime Durán Barbas, el venezolano J.J. Rendón y el panameño Avidel Villarreal. Esta vez, con propósitos destructivos pero con torpeza, el intento fue abortado. Y eso que la derecha apostó fuerte.
Por eso, si hay dos postulantes y se hace todo para voltear a uno, y si además el pequeño cráneo que ideó los ataques pertenece casualmente, o no, al mismo partido del beneficiario, y como si fuera poco creó una corriente partidaria que respalda a éste, valdría preguntarse si detrás de todo no estará el Partido Blanco. (ver recuadro). Prudentemente, al no tener evidencias, nadie apoyado sólo en malos e incluso peores pensamientos puede caer en la torpeza de acusar a nadie.
Eso sí, es evidente que los ataques contra Orsi tienen el único objetivo de alejar al FA del futuro gobierno, y que por eso de lo que se trata es de una operación política. Como ninguno de los otros cuatro partidos que se han unido para impedir un triunfo progresista emitió ni una palabra ni un susurro sobre tan deleznable operativo, Delgado y Lacalle han dicho yo no fui.
Pero muchos han optado por acudir a la prueba del pato y repiten: si camina como un pato, hace cosas de pato y dice cua cua, seguro que es un pato.
Víctima y victimaria, por derecha y por izquierda
Romina Celeste Papasso es la mujer trans que apareció al frente de la operación sucia contra Orsi, el principal candidato del progresismo, y está presa por ello. Es la misma que viene de dirigir en 2023 una exitosa campaña que llevó a la cárcel al senador Gustavo Penadés, una de las figuras relevantes del oficialismo de derecha. Y no se trata de un viraje ideológico, ni de una contradicción.
Papasso fue inducida a la prostitución por el propio Penadés cuando tenía sólo 14 años y aún era varón. Pasó el tiempo y encabezó personalmente un proceso que terminó por condenar al legislador blanco, luego de reunir a una veintena de chicos que pasaron por la misma funesta experiencia, y que declararon en la investigación que fue abierta. De ese modo ganó “crédito moral” entre las huestes presidenciales y, consecuentemente con ello, para apoyar la candidatura de Delgado, creó un sub lema partidario al que llamó “Juntos por el Pueblo”.
Probablemente para seguir creciendo en el Partido Nacional se prestó a urdir la trama de la acusación al candidato del Frente. Según dijo en sede judicial, para que encabezara la campaña contra Orsi fue tentada con un lugar en la lista de diputados del oficialismo. La operación fue descubierta y ahora el Partido Nacional la echó.