En julio de 2024 el buque Valaris DS 17 concluyó la exploración para buscar hidrocarburos en el pozo Argerich realizado en aguas ultraprofundas, a más de 1500 metros de profundidad, en la Cuenca Argentina Norte. Este proyecto o encaró la empresa Equinor, en conjunto con YPF y Shell. La perforación de este pozo resultó un hito en la historia de la exploración petrolera costas afuera en Argentina, aunque no se hayan encontrado indicios claros de la existencia de hidrocarburos. Por lo tanto, se clasificó como pozo seco.

Este resultado no ha generado resquemor entre los actores implicados en la actividad, ya que forma parte de la previsión comercial de la industria, al igual que sucede en exploraciones de este tipo en otros países. Tal es el caso de Noruega, donde Equinor perforó múltiples pozos que fueron declarados improductivos, hasta que la empresa dio con yacimientos con hidrocarburos para la explotación.

Por lo tanto, más allá del resultado obtenido en el pozo Argerich, el avance de la exploración en el mar corresponde a un nuevo capítulo en la historia de la energía en nuestro país que vale la pena complejizar, sin dejar de lado las disputas sociales que se generaron en torno al océano como territorio habitado.

La producción de hidrocarburos se amplificó en el país en el año 2018, con la aparición en escena de la reglamentación que habilitaba la exploración en el Mar Argentino en aguas profundas y ultraprofundas frente a las costas de la ciudad de Mar del Plata (licitación Ronda Argentina 1 para las cuencas Malvinas Oeste, Austral Marina y Argentina Norte), que impulsó el gobierno de Mauricio Macri. Como resultado del concurso, en el año 2019 se adjudicaron licencias para 18 áreas petroleras

Los inicios de la disputa

En el año 2021 se concedió a la empresa Equinor el permiso de exploración de dos áreas ubicadas en la Cuenca Argentina Norte: la CAN 108 y CAN 114, a las que se le sumó luego el área CAN 100. Aunque se otorgaron posteriormente otros permisos en áreas a ser exploradas por otras empresas, el inicio de la polémica estuvo vinculado con las tres mencionadas.

Ello dio origen a un conflicto social que permeó progresivamente en el debate público local y nacional, cuando distintos sectores sociales, políticos, económicos y científicos se enfrentaron con posiciones diferentes una actividad que busca profundizar la dependencia de nuestra sociedad respecto de los hidrocarburos en un contexto global de crisis ambiental y climática. Sectores críticos del proyecto advirtieron las consecuencias ecológicas de la actividad sobre los territorios oceánicos y costeros, así como los impactos que podría tener sobre las formas de vida de los seres humanos y no humanos que reproducen en el mar sus condiciones de existencia.

petróleo

En el conflicto adquirieron relevancia las audiencias públicas, las presentaciones judiciales, las manifestaciones en las calles y en las playas de Mar del Plata y otras comunidades costeras, las campañas publicitarias en distintos medios de comunicación y en redes sociales, la publicación de informes técnico-científicos, así como de diversas declaraciones de apoyo o resistencia de expertos frente a la actividad.

La participación de la ciudadanía en las primeras audiencias fue contundente. Ante la exposición de la empresa Equinor de los Estudios de Impacto Ambiental que resultaban insuficientes para los sectores movilizados, las organizaciones sociales presentaron medidas cautelares para tratar de impedir el inicio de las exploraciones.

Tal fue la resistencia social, que el día 4 de enero de 2022 se llevó adelante el primer Atlanticazo:  una movilización masiva que tuvo lugar en todas las localidades costeras de la provincia de Buenos Aires y en otros puntos del país para rechazar el proyecto. Esta movilización reunió la solidaridad de localidades que no se encontraban afectadas directamente por estos proyectos. En total, se organizaron marchas en 22 localidades, y se repetiría, de allí en más, el cuarto día de cada mes.

Sin embargo, y a pesar de la resistencia social, el gobierno y las empresas lograron comenzar hacia fines del 2023 con la exploración sísmica de hidrocarburos frente a las costas del partido de General Pueyrredón.

¿Por qué la resistencia?

Las comunidades costeras denuncian los daños y riesgos en el ecosistema, en los paisajes, en la fauna marina, y en sectores productivos locales que estas actividades pueden ocasionar. La ballena franca austral, uno de los mamíferos más grandes de nuestros tiempos que ha sido declarado monumento natural nacional, transita y habita en las costas argentinas, porque encuentra en ellas un sitio vital para la alimentación y la cría de sus ballenatos.

Con base en investigaciones científicas, preocupa sustantivamente la reproducción de su vida y especie. La tecnología sísmica utilizada para buscar hidrocarburos en el lecho marino puede afectar la orientación de los mamíferos marinos, porque incluye explosiones sonoras que se realizan en el océano y se transmiten en todas las direcciones de la columna de agua, hasta alcanzar el fondo marino, donde rebota y es captada por sensores que son arrastrados por un buque de exploración. El sonido que producen los cañones alcanza niveles de 215-230 decibeles y pueden alcanzar una distancia de 4000 kilómetros.

Ello supera con creces el umbral de dolor en humanos (120 dB), y la intensidad sonora puede producir daños fisiológicos irreversibles en ballenas y delfines. La fauna marina se vería seriamente afectada por esta técnica, destacándose cambios en sus comportamientos, alteraciones la comunicación, dificultades en la percepción del entorno, en el desplazamiento, estrés, interfiriendo con sus funciones vitales e incluso puede producir la muerte. En consecuencia, una vez se realizan los estudios de prospección, suelen aparecer animales varados muertos en las playas (Instituto de Conservación de Ballenas, 2021)[1]

Las organizaciones Greenpeace, Surfrider Argentina y la Asociación de Surf Argentina en Playa Grande.
Foto: Greenpeace

La actividad offshore está asociada también a la ocurrencia de derrames y fugas de petróleo en el agua. Aunque los promotores de la actividad destacan la seguridad de las nuevas tecnologías y reafirman el compromiso de las empresas con el ambiente, la cuestión se torna opaca y difusa. Un informe presentado por el ingeniero Gabriel Blanco en la primera audiencia pública, destacó una posibilidad estadística de ocurrencia de derrames superior al 99%[2].

Las afectaciones ecosistémicas de la producción hidrocarburífera generaron temores por las consecuencias en otras actividades económicas que son tradicionales, como la pesca y el turismo. Por caso, el emblema de la ciudad de Mar del Plata como destino turístico nacional se colocó en un lugar central en las posiciones críticas a la actividad.

En este contexto, sectores de las comunidades costeras resisten a que los territorios que habitan sean intercambiados por promesas que se han revelado históricamente como espurias en torno de la relación entre crecimiento, desarrollo, igualdad y equidad ligados al incremento del extractivismo fósil. Les preocupa que las especies que habitan el mar y la costa, la biodiversidad, y sus propios estilos de vida resulten sacrificados, en un escenario en el que la crisis climática que muestra sus efectos desbastadores sobre humanos y no humanos, mientras la producción y el consumo de hidrocarburos es protagonista indiscutible en la generación de profundas afectaciones ambientales.


[1] https://ballenas.org.ar/exploraciones-sismicas-en-el-mar-argentino-riesgo-bajo/

[2] https://www.eldiarioar.com/sociedad/medio-ambiente/gabriel-blanco-autor-estudio-posibilidad-derrames-offshore-dice-argentina-no-hubo-hay-preguntar-no-hay-registro-oficial_128_8638896.html