El capítulo de género del G20 que tuvo lugar en Argentina bajo el W20 fue criticado por organizaciones feministas, colectivos y medios especializados. La élite corporativa y el pinkwashing estuvieron sobre representados en esa cumbre de cartón. Las demandas de la agenda del potente, histórico y diverso movimiento feminista argentino anduvieron, y siguen andando, por otro camino. Pero, tal como los mismos organizadores proclaman en su web, “el enfoque transversal ha permitido introducir la visión de género en los debates de las distintas áreas de trabajo”.
El extenso texto cargado de buenas intenciones expresadas en lenguaje empresarial (“Perspectiva de género, prioridad transversal de la presidencia argentina del G20”), recopila las conclusiones de las reuniones que se llevaron a cabo a lo largo del año. Por ejemplo, recuerda que la declaración de los ministros de Salud (octubre en Mar del Plata), llama “un mejor acceso a una atención de salud de calidad” para las mujeres: al momento de la rúbrica, hacía un mes que la cartera había sido degradada a Secretaría.
En tanto, en el breve acto que compartió Macri con el W20 se autofelicitó por habilitar el debate parlamentario sobre el derecho al aborto “que hizo reflexionar a muchos”. Pero la gestión de su gobierno al respecto quedará para siempre emparentada con el festejo de la continuidad del aborto clandestino por parte de la vice, Gabriela Michetti. A su vez, la declaración ministerial de Educación, valora que la “presidencia argentina haya colocado la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en el centro de su agenda”. Sin embargo, desde el Estado no se promovió el cumplimiento de la ley de Educación Sexual Reproductiva, sino que se trazaron alianzas con sectores religiosos que piden a viva voz su denegación. Y en la “3° reunión de ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales, con la participación de 50 líderes de la economía global”, se propuso que para facilitar “la participación de las mujeres en la fuerza laboral” hay que “eliminar obstáculos en algunos sistemas impositivos para que trabaje el segundo sostén del hogar”. O sea, tomar las demandas del feminismo para pedir que bajen los impuestos. «