Encabezada por Juliana Cassataro y Gabriel Rabinovich, dos de los científicos más premiados de la Argentina, un grupo numeroso de investigadores del país lanzaron una advertencia: «El DNU puede ser una condena a muerte».
El comunicado está firmado por algunos de los más destacados investigadores del país, referentes incluso a nivel mundial, como Carlos Balseiro, Andrea Bragas, Alicia Dickenstein, Karen Hallberg, Andrea Gamarnik, Alberto Kornblihtt y Fernando Stefani. En él advierten a legisladores y el resto del sector político «por la posible pérdida y deterioro de recursos y capacidades estratégicas», y remarcan que de concretarse el DNU 70/2023, significará «una condena a muerte de capacidades nacionales que son fundamentales para las posibilidades de desarrollo a futuro».
«En particular, queremos llamar la atención de los legisladores por la posibilidad que abre el DNU referida a la venta y/o cesión irrestricta a capitales extranjeros de territorio (incluidos aguas y glaciares), cielos, espacio exterior y empresas estratégicas –sostienen–. Estas medidas representan una cesión de soberanía nacional sin precedentes, y una amenaza existencial a la seguridad y a las posibilidades de desarrollo económico, social, y cultural de la Argentina».
«Estamos a favor de la inserción económica del país en el contexto global, pero esto debe hacerse con visión estratégica, defendiendo el interés nacional, protegiendo el ambiente y resguardando las posibilidades presentes y futuras relativas al bienestar del pueblo argentino. La venta y/o cesión de nuestro territorio a capitales internacionales pone en riesgo la seguridad alimentaria, el acceso a los recursos naturales, el suministro de agua y la integridad ecológica», apuntan.
Y acotan: «Tierras, aguas, cielos, y espacio exterior, son fundamentales para la economía y para la defensa del país. Estos recursos, junto con empresas estratégicas de participación estatal, como YPF, son claves para el desarrollo tecnológico y la competitividad económica. Su apertura desregulada conduciría a un aumento de la vulnerabilidad frente a amenazas externas y a una pérdida de soberanía«.
«Si bien consideramos que el citado DNU define también otras normas cuestionables, como las referidas al campo de los derechos individuales y laborales, depositando en el Poder Ejecutivo atribuciones que son propias del Congreso de la Nación, hacemos foco aquí en la posible pérdida y deterioro de recursos y capacidades estratégicas, porque sumadas al plan en marcha para dolarizar la economía y perder nuestra moneda, tendrían un impacto catastrófico en la capacidad de Argentina de defenderse y competir en el escenario global, reduciendo drásticamente las posibilidades de desarrollo de nuevas tecnologías y productos, y limitando severamente la generación de riqueza y empleo calificado».
«Por estos simples e inexorables motivos, y sobre la base de nuestra formación y experiencia, alertamos a los legisladores nacionales que, mientras siga en vigencia el mega DNU, el futuro de la Argentina se encuentra en grave peligro», añaden.
Y finalizan: «Apelamos a que cada uno de los legisladores se comprometa a actuar con el fin de resguardar las capacidades y recursos estratégicos de la Nación. Desde ya quedamos a disposición para acercarnos al Congreso a fin de profundizar sobre las implicancias de estas medidas«.
Algunos de los firmantes
Aizen, Marcelo; Alvarez, Vera; Angel, Sergio; Aramendía, Pedro; Arrachea, Liliana; Azzaroni, Omar; Balseiro, Carlos; Balseiro, Esteban; Bartoli, Carlos; Bollini, Mariela; Bragas, Andrea; Busnengo, Fabio; Cáceres, Alfredo; Carrillo, Néstor; Cassataro, Juliana; Chan, Raquel; Chiabrando, Gustavo; Chuluyán, Eduardo; Comerci, Diego; Costas, Mónica; Davio, Carlos; De Florian, Daniel; De Mendoza, Diego; De Miguel, Natalia; Della Védova, Carlos O.; Diaz, Sandra; Dickenstein, Alicia; Docena, Guillermo; Dova, Teresa; Drincovich, Fabiana; Dubner, Gloria; Duran, Guillermo; Elgoyhen, Belen; Erijman, Leonardo; Estrin, Darío; Fainstein, Alejandro; Farina, Walter; Flexer, Victoria; Gamarnik, Andrea; Gamberale, Romina; Geffner, Jorge; Goldbaum, Fernando; Golombek, Diego; González, Daniel H.; Grigera, Santiago; Hallberg, Karen; Iglesias, Alberto; ; Lamas, Diego; Lanusse, Carlos E.; Levi, Valeria; Litter, Marta; Llois, Ana María; Menzella, Hugo; Molina, Victor; Monti, Gustavo; Murer, Mario Gustavo; Murgida, Daniel; Palatnik, Javier; Parodi, Armando; Paruelo, José; Fernando; Politis, Gustavo; Ponce Dawson, Silvina; Rabinovich, Gabriel; Ramos, Victor; Reboreda, Juan Carlos; Rubinstein, Marcelo; Rubio, Gerardo; Rumbo, Martín; Salvatierra, Guillermo; Santa María, Guillermo; Schijman, Alejandro; Schinder, Alejandro; Somoza, Gustavo; Stefani, Fernando Daniel; Steren, Laura; Uchitel, Sebastián; Ugalde, Juan; Varela, Oscar; Vila, Alejandro; Yanovsky, Marcelo; Zwirner, Norberto Pastoriza, Hernán; Pecci, Adali; Pitossi, Fernando; Politis, Gustavo; Ponce Dawson, Silvina; Rabinovich, Gabriel; Ramos, Victor; Reboreda, Juan Carlos; Rubinstein, Marcelo; Rubio, Gerardo; Rumbo, Martín; Salvatierra, Guillermo; Santa María, Guillermo; Schijman, Alejandro; Schinder, Alejandro; Somoza, Gustavo; Stefani, Fernando Daniel; Steren, Laura; Uchitel, Sebastián; Ugalde, Juan; Varela, Oscar; Vila, Alejandro; Yanovsky, Marcelo; Zwirner, Norberto.
Rabinovich y Cassataro, dos referentes de un sistema que es orgullo
Gabriel Rabinovich entraba en la adolescencia cuando el país recuperaba la democracia, en 1983. La dictadura que quedaba atrás no sólo había sido la más sangrienta de la historia argentina. También, había sido arrasadora para la ciencia, el saber universitario y el desarrollo tecnológico nacional. Una década después, en 1993, se graduaba como bioquímico en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Eran, otra vez, tiempos duros para el sistema científico. Pero él ya había elegido su camino.
A fuerza de “curiosidad y creatividad para investigar”, llegó a revolucionar las terapias contra el cáncer. Con la premisa de que “la ciencia tiene herramientas sumamente poderosas para transformar la sociedad, a través de la generación de conocimiento disruptivo y aplicaciones que ayuden a vivir mejor, conteniendo a toda la población y generando una inclusión verdadera, no en el discurso sino en la praxis”. Lo evidencian sus logros concretos.
A finales de los ’90 se graduaba Juliana Cassataro. Tras cursar la primaria y la secundaria en establecimientos públicos, egresó en 1998 como licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Hija de una contadora y un ingeniero químico detenidos-desaparecidos durante el terrorismo de Estado, la joven había sido criada por sus abuelos. Eligió un recorrido que la llevó mientras realizaba el doctorado en inmunología, a dar clases de apoyo escolar en Villa Fiorito y a militar en HIJOS. Y nunca tuvo dudas: se dedicaría a la ciencia. En esa senda alcanzó un hito al crear la vacuna argentina contra Covid-19.
Rabinovich y Cassataro decidieron quedarse y hacer sus carreras en el país donde se formaron. Hoy están entre los máximos exponentes de la ciencia nacional. Y comparten la preocupación por lo que pueda venir, ante un nuevo gobierno que tiene a la educación pública y la ciencia entre sus blancos.
La proteína y la vacuna
En estas 4 décadas el país puso satélites en órbita, hoy tiene un Plan Nuclear de vanguardia en la región, se crearon una veintena de universidades, el programa Pampa Azul, el auge de la Industria del Conocimiento, el Programa Raíces que logró repatriar más de 1300 hombres y mujeres de la ciencia, y que se reactivó en el 2020 tras el desmantelamiento macrista.
En materia de hitos científicos, los que encabezaron Rabinovich y Cassataro se dieron en los últimos años, atravesados por el impacto y las dificultades extra de la pandemia de Covid-19. El bioquímico e investigador del Conicet que descubrió la proteína galectina 1 lanzó en agosto Galtec, una start up que apunta a tener listo en dos años un anticuerpo para el tratamiento de cáncer.
“Hace 30 años, a partir de una reacción cruzada con un anticuerpo generado cuando yo era estudiante contra lectinas de la retina y el hígado del pollo, identificamos la presencia de galectina-1 en células del sistema inmunológico. Observábamos que cuando adicionábamos esta proteína a cultivos de linfocitos T activados (las células que constituyen el ejército de nuestro sistema de defensas), éstas se morían por un proceso llamado apoptosis. Esto dio lugar a un nuevo paradigma», explicó Rabinovich semanas atrás a Tiempo, en el marco de los 40 años de Democracia.
Y siguió: «Por un lado, galectina-1 promueve homeostasis suprimiendo la respuesta inmunológica exacerbada y evitando el desarrollo de enfermedades autoinmunes. Por el otro, los tumores aprovechan esta proteína para escapar de la respuesta inmunológica, crecer, formar nuevos vasos sanguíneos y generar metástasis. Este paradigma que llamamos ‘El dulce caso de Doctor Jeckyl y Mr Hide’ permitió generar no solo publicaciones relevantes sino también tecnologías claves: un anticuerpo monoclonal neutralizante de galectina-1 para el tratamiento de distintos tipos de cáncer y variantes de galectina-1 recombinante para la terapia de enfermedades autoinmunes e inflamatorias crónicas”.
Poco después del lanzamiento de Galtec, se anunció en octubre que estaba lista la vacuna para refuerzos contra Covid-19 ARVAC Cecilia Grierson, desarrollo de investigadoras e investigadores de la UNSAM y el CONICET con Cassataro al frente, en conjunto con la Fundación Pablo Cassará y el Laboratorio Cassará. Y lo que nació como un equipo de ocho personas terminó involucrando a más de 500 profesionales en un desarrollo público-privado que puso a la Argentina en un exclusivo listado: sólo 13 países generaron integralmente su propia vacuna contra el coronavirus.
“La mayoría de nosotros, tanto del sector público como privado, somos gente que se ha formado en la educación pública, que se ha desarrollado y especializado durante todos estos años. Esta base del conocimiento y buena formación de los profesionales de Argentina creo que tiene que ver con que se pudo sostener la universidad pública, gratuita y laica”, remarcó Cassataro.
Ciencia para el desarrollo nacional
“Durante muchos años soñamos con traducir los descubrimientos del laboratorio y las tecnologías desarrolladas en una plataforma que permitiera llegar a los pacientes”, contaba Rabinovich y describió dos de los desarrollos concretos que resultaron de esa búsqueda: una inmunoterapia contra el cáncer colorrectal basada en anticuerpos monoclonales neutralizantes de galectina-1 y un fármaco contra la esclerosis múltiple y la aterosclerosis. “Ya los probamos en modelos de laboratorio y estamos avanzando en el desarrollo de las ‘buenas prácticas de manufactura’ necesarias para presentarlas a las autoridades regulatorias”.
“Es importante –remarcaba el experto días antes del 10 de diciembre– que las autoridades electas tomen conciencia que la ciencia y la tecnología deben ser una política de Estado. En Argentina no solo podemos importar productos o generar tecnologías asociadas a descubrimientos de países centrales, sino que tenemos el talento humano y la potencia para desarrollar ciencia innovadora que impacte en el conocimiento universal”.
Cassataro compartía el anhelo y la inquietud. “Que se dé importancia a todo lo que se invirtió durante todo este tiempo en nosotros. Creemos que tenemos un rol muy importante en la sociedad para generar puestos de trabajo con alto valor agregado, hay un montón de capacidades que Argentina puede desarrollar y seguramente -como los países desarrollados- tiene que ver con la inversión en ciencia y tecnología. Esperamos que se pueda seguir por esa senda”. El gobierno parece estar queriendo otra cosa.