Yuri Siomin, entrenador ruso de 77 años que rescató a Khvicha Kvaratskhelia desde Georgia y lo llevó al Lokomotiv Moscú en la temporada 2018/19, suele recordar que, durante los años de la Unión Soviética (1922-1991), los georgianos eran llamados “los brasileños de la URSS” por su estilo de juego. Después de la invasión de Rusia a Ucrania y de volver a Georgia, a Kvaratskhelia le pasó un segundo tren: fue rescatado por Cristiano Giuntoli, entonces director deportivo del Napoli, el hombre detrás de los fichajes “exóticos”. A mitad de 2022 arribó desde el Dinamo Batumi. Medias bajas, un tanto desgarbado, cara de adolescente tardío, un fútbol fresco, Kvaratskhelia se convirtió “Kvaradona” después de que ganara Scudetto 2022/23 con el Napoli (doce goles y diez asistencias) tras 33 años (el último era el maradoniano en la 89/90). Ahora, después de que pasara en enero a París Saint-Germain y saliera campeón de la Ligue 1, está a una final de levantar la Champions: este sábado enfrentará a Inter en Múnich.
Ambidiestro, Kvaratskhelia contribuyó con descaro en sus pases, frenos y tiros. Se unió al ataque del PSG de Luis Enrique. A los franceses Ousmane Dembelé, Bradley Barcola y Désiré Doué. “Tenemos tantos atacantes de calidad que somos uno de los equipos más peligrosos del fútbol mundial”, había dicho el georgiano antes de acceder a la final de la Champions. Tenía razón. Además de la magia individual, Kvaratskhelia se sacrifica por el colectivo. En la semifinal ante Arsenal, esforzado, corrió para marcar a Bukayo Saka, incluso hasta los minutos finales. Fue admirable la entrega de Kvaratskhelia a pesar del 4-1 de España en los octavos de final de la Eurocopa de Alemania 2024, la primera a la que clasificó Georgia en la historia (revelación, le ganó 2-0, con el primer gol de Kvara, a la Portugal de Cristiano Ronaldo en el último partido del grupo). Ahora, Kvaratskhelia puede ser el segundo georgiano en ganar la Champions. El primero y único fue Kakha Kaladze, defensor del Milan campeón en las temporadas 2002/03 y 2006/07. Kaladze es hoy el alcalde de Tiflis, capital de Georgia. Y secretario general de
“Sueño Georgiano”, partido de centroizquierda, prorruso. El actual presidente es Míjeil Kavelashvili, exfutbolista de Manchester City.
Kvaratskhelia (24 años) llegó al PSG y se cargó la N° 7 que había dejado vacante Kylian Mbappé tras su partida a Real Madrid. Fue el refuerzo de lujo, el salto de calidad para una versión del PSG sin grandes estrellas, como el propio Mbappé, Lionel Messi y Neymar, quienes coincidieron entre 2021 y 2023. Más de 70 millones de euros lo sacaron del Napoli en plena disputa por otra Serie A (el georgiano jugó la primera mitad con el Napoli luego campeón de la Serie A 2024/25). Algún tifoso napolitano, sangre caliente, se enojó por el abandono del barco a mitad de camino. Y tiró a un contenedor de basura una silueta en cartón tamaño real de Kvaratskhelia. Pero se filmó. Y pareció más un postureo para las redes sociales que un sentimiento mayoritario. Hubo en su salida, sí, algún cortocircuito con Aurelio De Laurentiis, presidente del Napoli. Quizás no fue el mejor momento para el adiós, con el equipo líder de la Serie A. Y el destino desagrada (PSG es un club-Estado de Qatar). Pero de Napoli hasta Diego Maradona se fue por la puerta de atrás y sólo acompañado por su familia tras el doping en 1991 y los fantasmas de persecuciones. Amor y odio.
“La libertad es mi firma. La reconozco porque amo lo que hago. Cuando estoy jugando, me dejo llevar. Mi forma de jugar es tanto el corazón como el pensamiento consciente, porque si no usás el cerebro, nunca mejorarás”, le había dicho Kvaratskhelia al periodista Rory Smith cuando viajó a Napoli para un bello reportaje publicado en The New York Times en marzo de 2023. “Siempre está indagando, haciendo preguntas y pensando cómo sacar ventaja de su rendimiento. Si presentamos una reunión táctica sobre los rivales, hace preguntas profundas”, contó David Webb, asistente del francés Willy Sagnol, DT de la selección de Georgia. Antes de que lograse el Scudetto con el Napoli, Albert Blaya Sensat, fino analista del juego, había apuntado: “La robotización del juego no ha llegado a Kvara. Es una máquina del tiempo. Esconde en sus gestos un fútbol anacrónico que conecta con distintas culturas. Mezcla la imaginación de haberse criado en las calles de Tiflis con la voracidad de quien ha estado entrenado para solo ganar”. ¿Será Kvaratskhelia, así, “El Eternauta” georgiano del fútbol de Europa?
Kvaratskhelia, campeón de Francia y de Italia, puede ser campeón de Europa en la misma temporada. Cuando se incorporó al Napoli, sus compañeros lo bautizaron: se subió a una silla y cantó “Live Is Life”, canción del mítico calentamiento de Maradona. La noche anterior a que dejara la ciudad del sur de Italia, a las tres de la mañana, encapuchado, Kvaratskhelia visitó el santuario de Maradona en Quartieri Spagnoli. Se paró frente al mural del Diego futbolista del Napoli, levantó la mirada y abrió los brazos. “Lo amo -dijo-. Es el Dios de Napoli”. Y en Napoli, repiten aún hoy, chi ama non dimentica. “El que ama no olvida”. Kvaratskhelia se marchó por la puerta maradoniana. Sabe que hay que tener cuidado, porque Diego vigila. Y también ayuda. Quizás lo ayude a él, y gane la Champions.