Escritor disidente, Kundera  dejó su ciudad de origen, Brno, para partir al exilio en 1975. Junto a su esposa Vera se alojó en Francia, donde murió en 2023 a los 94 años sin haber vuelto nunca a su país.

Véra guardó celosamente sus cenizas hasta su muerte que se produjo recientemente, en septiembre de  2024 cuando tenía 89 años. Toda su vida había estimulado y apoyado a Kundera en su labor literaria.

En esa oportunidad, la editorial Gallimard, donde publicaba Kundera, lanzó el siguiente comunicado: «Antoine Gallimard y las ediciones Gallimard tienen el profundo pesar de anunciar este 14 de septiembre de 2024 el fallecimiento de Véra Kundera».

El comunicado agregaba: «Formando una pareja fusionada con su marido, ella lo cuidó hasta el último día y trabajó admirablemente en la difusión de su obra novelística y crítica en el mundo».

Fue por iniciativa de su editor en conjunto con la embajada de Francia que las cenizas de Kundera y de su esposa llegaron a República Checa la semana pasada en un acto simbólico que quizá cumpla de manera póstuma el deseo del escritor.

La Biblioteca de Moravia, región donde está ubicada la ciudad natal de Kundera, fue la encargada de hacer pública la noticia.

Su director, Tomas Kubicek también comentó que el año pasado la municipalidad de Brno lanzó un concurso de arquitectura para diseñar la tumba del matrimonio Kundera. La obra estará terminada para mediados de este año, 2025. “Ambas urnas –comunicó-están ahora en Brno y serán llevadas a la tumba cuando esté lista”

Durante muchos años el nombre de Kundera figuró entre los favoritos para obtener el Premio Nobel, pero eso nunca sucedió, a pesar de ser considerado uno de los mayores escritores del siglo XX.

Disidencia y escritura

Más allá de su talento literario, su condición de disidente del régimen comunista y de exiliado político contribuyeron en cierta medida a su fama en  un mundo en que Estados Unidos y La Unión Soviética se disputaban la hegemonía del mundo.

En Letras Libres apareció en abril de 2001 un diálogo en que el propio Kundera cuenta cómo su exitoso libro La broma fue publicada legalmente en la Checoslovaquia comunista un año antes de la Primavera de Praga.

“Empecé a escribir La broma –dice Kundera- hacia 1961, más o menos seguro de que se publicaría. Durante los años sesenta, mucho tiempo antes de la Primavera de Praga, el realismo socialista y toda la ideología oficial estaban ya muertos, solo les quedaba una función de fachada que nadie se tomaba en serio. Terminado en 1965, el manuscrito permaneció cerca de un año en las oficinas de la censura que, finalmente, no exigió ningún cambio.

“La novela –continúa Kundera- fue publicada en la primavera de 1967 y se sucedieron rápidamente tres ediciones que alcanzaron una tirada global de 117,000 ejemplares. En la primavera de 1968 el libro obtuvo el premio de la Unión de Escritores Checoslovacos. De la novela saqué enseguida un guión para mi amigo Jaromil Jireš, quien hizo una película que no ha dejado nunca de encantarme”.

“La crítica literaria se ocupó del aspecto político del libro poniendo de relieve, sin embargo, su matriz existencial (Una novela de la existencia fue el título de una reseña de Zdeněk Kožmín). Como ves, en los inicios de mi trayectoria como novelista me sentí perfectamente comprendido en mi patria”.

Fue en 1968, con la invasión soviética a Praga que La broma dejó de estar en las librerías checas y fue posiblemente que Kundera dejó de ser un escritor conocido en Checoslovaquia para ser conocido en todo el mundo.

Según cuenta Kundera en la mencionada entrevista, su editorial de Praga le entregó la novela a Gallimard para ver la posibilidad de publicarla en Francia, pero el editor no la consideró una novela de interés como para ser publicada por la editorial.

Quizá el caso de La broma de Kundera debería figurar en la historias de rechazos que luego se convirtieron en éxitos resonantes como el de André Gide, al que no le alcanzó la vida para arrepentirse de haberse negado a publicar En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, hoy considera una de las mayores obras de la literatura del siglo XX

El propio Kundera ironizaba sobre el éxito de La broma. “Mi mujer –dijo en la ya mencionada entrevista- me toma muchas veces el pelo diciéndome: `Llegaste a París como un vencedor en los tanques rusos´”. Su casamiento con Vera Hrabankova  coincide con la publicación de La broma.

Más adelante dirá: “Yo era para todo el mundo, sobre todo, un soldado a bordo de un tanque y todos elogiaban la valentía con la que había luchado contra el totalitarismo. Pero cuando estaba escribiendo La broma no me sentía particularmente valiente. Mi desafío no era político sino exclusivamente estético”.

Foto: Telam

Quizá la repatriación de los restos de Kundera sea una buena oportunidad para comenzar a leerlo desde lo estético, un aspecto desde el que, muy posiblemente,  renovará la vigencia que le otorgó la azarosa coincidencia de la publicación de una novela y un lamentable hecho político.

Una vida

Quien llegaría a ser el escritor Milan Kundera nació en República Checa el 1º de abril de 1929. Sus padres fueron  Matilda Kunderová y Ludvik Kundera.

Su padre era pianista, musicólogo y director de la Academia de Música de Brno. Vera, quien sería su mujer, también se dedicaba a la música.

 El joven Milan Kundera dio señales de que seguiría los pasos de su padre, pero pronto comenzó a desarrollarse en él la pasión de la escritura. Por eso comenzó la carrera de literatura y estética en la Universidad Carolina de Praga en la que llegó a segundo año y cambió el rumbo. Se inscribió y se recibió en la Facultad de Cine de la Academia de Praga.

Mientras comenzaba a escribir sus primeros textos se ganaba la vida como profesor de cine.

Paradójicamente, al término de la Segunda Guerra Mundial se afilió al Partido Comunista cuyas ideas luego rechazaría. Pero su estancia en él fue efímera, dado que lo expulsaron muy pronto acusándolo de individualista y de realizar actividades contra el partido.

Escribió una decena de novelas, un libro de relatos, dos de poesía, una obra de teatro y diversos ensayos. Se convirtió en el ícono de  una época y, muy posiblemente fue leído en su época más por razones extraliterarias que literarias.