Rápido para los mandados y cuando las urnas aún estaban tibias, Keir Starmer visitó al rey Carlos III en el Palacio de Buckingham para cumplir con el rito de avisarle que estaba en condiciones de formar gobierno. De ahí fue al 10 de Downing Street para iniciar su función como el 80º primer ministro de la corona británica, poniendo fin a 14 años de gobiernos conservadores. «Nuestro país ha votado de manera decisiva por el cambio y por devolver la política al servicio público», dijo en su mensaje inaugural, dejando claro que en el Reino Unido el cambio es en favor del Estado y de políticas sociales para que «las familias de clase trabajadora como la mía puedan construir sus vidas». Toda una novedad en estos tiempos que corren.

Starmer nació en Southwark, al sur de Londres, en 1962. Hijo de un empleado fabril y una enfermera, adhirió a los 16 años a la Juventud Laborista. Estudió en una universidad pública, la de Leeds, donde se recibió de abogado e hizo postgrados en Oxford. Se especializó en temas de Derechos Humanos y llevó adelante causas como el caso McLibel, contra el gigante McDonald`s. Fue elegido para la Cámara de los Comunes en 2015 por el distrito londinense de Holborn y Saint Pancras. Pronto destacó por su compromiso con el Partido Laborista y durante el liderazgo de Jeremy Corbin fue Secretario de Estado en las Sombras para el Brexit. Aunque se había opuesto a la salida de Europa, ahora dice que eso ya es cosa juzgada.

Pero conviene hurgar un poco en lo que pasó este jueves. El laborismo perdió la elección de 2019 a manos de Boris Johnson de manera aplastante y en 2020 Corbyn perdió en las internas partidarias con Starmer. Con una propuesta más a la izquierda que la actual, Corbyn consiguió hace cinco años algo más de 10.200.000 votos, ahora el PL no llegó a 9.700.000. La diferencia es que los conservadores cayeron en picada: de casi 14 millones pasaron a 6,7. El dato es que esos sufragios pasaron al ultraderechista Nigel Farange con su nuevo partido, Reform UK (Reformar el Reino Unido), que llegó a 4,1 millones cuando en la anterior ni figuraba.

Este resultado va a contramano de lo que vino ocurriendo en Europa tras las europarlamentarias y que se puede replicar hoy en Francia. Si bien el xenófobo Farange logró una de las mejores cosechas de su historial, cuyo mayor galardón fue haber impulsado el Brexit, quedó con apenas 5 asientos en el Parlamento.

La explicación al que aparece como un aplastante triunfo laborista es que por el sistema electoral británico, ahora obtuvieron 412 escaños, una subida de 210, mientras que los “tories” perdieron 244 curules, quedando en 121. En 2019, con más apoyo, Corbyn solo alcanzó 202 bancas y Johnson 365.

Las primeras designaciones de Starmer fueron la de Angela Rayner, como viceprimera ministra y también secretaria de Nivelación, Vivienda y Comunidades. Rachel Reeves estará al frente de la cartera de Finanzas -Chancellor of the Exchequer en la jerga local-, y será la primera mujer en ocupar ese puesto. Se podría ironizar diciendo que contra la nivelación de Rayner, Reeves ya estuvo en el Banco de Inglaterra y priorizará el equilibro fiscal. El premier dijo que habrá aumento de impuestos al capital. El viernes los mercados se habían mostrado más bien cautos, pero no se cree que este fin de semana hayan ido a descorchar champán.

Primera reunión de gabinete con Keir Starmer.
Foto: @Keir_Starmer

Otras designaciones en el gabinete con mayor cantidad de mujeres en 800 años de historia británica fueron: Shabana Mahmood, de origen paquistaní, en Justicia; Bridget Phillipson, en Educación; Louise Haigh en Transporte y Lucy Powell en Relaciones Parlamentarias. David Lammy, por su parte, será secretario de Asuntos Exteriores. Descendiente de la esclavitud, como se definió, fue el primer británico negro en doctorarse en Harvard.

«Queremos que Gran Bretaña vuelva a conectarse internacionalmente para nuestra seguridad y prosperidad en casa», dijo Lammy en sus primeras declaraciones. En un momento tan dramático como el actual, ese cargo será clave, al igual que el de Defensa, donde Starmer nombró a John Healey, quien ya estuvo en la gestión pública con Tony Blair. Fue entonces partidario de acompañar a EE UU en la invasión a Irak. Ahora afirma que el respaldo a Ucrania contra Rusia “es tan fuerte como el acero”.

En relación al Medio Oriente, las tensiones dentro del partido serán complicadas. Corbyn fue suspendido y se terminó yendo por su postura en favor de Palestina y tras ser acusado de permitir posiciones antisemitas luego de que algunos correligionarios hablaron de la influencia del lobby judío en las filas laboristas. Starmer está casado con una mujer judía y se comprometió durante la campaña a erradicar el antisemitismo en el PL.

El año pasado, cuando su figura iba creciendo ante la lenta agonía del gobierno de Rishi Sunak, un grupo importante de laboristas de fe musulmana- en el país hay unos 4 millones de islamistas- le reclamó plantear una tregua en Gaza. “Entiendo las peticiones de un alto el fuego, pero no creo que en este momento sea la postura correcta, en primer lugar, porque congela el conflicto en su situación actual (…y) Hamás mantiene la infraestructura y la capacidad para llevar a cabo atentados como los del 7 de octubre”.