En conmemoración del nacimiento y la muerte de Julio Cortázar, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM)  homenajeó al escritor de diversas maneras. Una de ellas es la reciente publicación de Cuaderno de bitácora, una suerte de laboratorio de Rayuela, novela fundamental de la literatura argentina que se publicó por primera vez en 1963.

Se trata de una reproducción facsimilar de 164 páginas que incluye 20 páginas en blanco, tal como el original. Esta reproducción permite apreciar desde la letra manuscrita, las tachaduras y los dibujos del escritor hasta las reflexiones, las dudas y las certezas que prefiguran Rayuela, la novela que antes de tener su título final tuvo otros dos: Los juegos y Mandala.

Cuaderno de bitácora fue entregado por el autor a la destacada crítica e investigadora de la literatura argentina Ana María Barrenechea, que fue amiga de Cortázar. Hoy se encuentra en el Sala del Tesoro de la BNMM. 

La edición facsimilar cuenta con un prólogo de Saúl Sosnowski, crítico, escritor, docente y fundador de la ya mítica revista Hispamérica.

Julio Cortázar, Cuaderno de Bitácora y una larga paciencia

“Dado el año cortazariano, se propuso la impresión de Cuaderno de bitácora. La directora de la Biblioteca estuvo de acuerdo y nos recomendó hacer una reproducción facsimilar, dice el editor Sebastián Scolnik, jefe del Departamento de Publicaciones de la BNMM. «Hicimos la edición tal como es el Cuaderno, respetando incluso sus hojas en blanco y esas extrañas lagunas cortazarianas que se expresan, por ejemplo, en una página casi vacía que sólo dice ‘no va’. Respetamos la doble foliatura original. Pensamos que una podría ser  Cortázar y otra de Ana María Barrenechea, aunque no lo sabemos exactamente”.

“Lo único que no pudimos reproducir de Cuaderno de bitácora exactamente como es -agrega- fue la tapa entelada porque ese tipo de trabajo no se hace más. En su lugar se utilizó un procedimiento que se llama gofrado y que consiste en la sobreimpresión de una trama. En este caso, la trama da cuenta del entelado. El color del original se reprodujo de la forma más exacta posible”.

La edición que acaba de presentar la BNMM es la primera facsimilar, “es decir –aclara Scolnik– respeta su tipografía original, el color de las hojas, las grafía de Cortázar que a veces eran en azul y otras, en negro; los colores los dibujos. Ana María Barrenechea publicó en su momento una transcripción de Cuaderno de bitácora en una edición de Sudamericana, pero no se trataba de una edición facsimilar.”

“No basta con la digitalización de las imágenes -continúa-. A pesar de que hoy la tecnología facilita las cosas, sigue siendo un proceso muy trabajoso. Hay que lograr una empatía con el texto y trabajar sobre él sin que pierda su aura original.

Además, hay que hacer una tarea muy dedicada del cuidado de cada imagen, hay que aplicarles una serie de filtros, alinear los textos, respetar su forma y su calidad para que no se pierda en la reproducción su sentido original. Por eso se reproducen sus páginas en blanco y aquellas en que sólo dice ‘no va’, lo que cualquier edición comercial hubiera suprimido. Pero una escritura es también un conjunto de páginas en blanco, es lo que no queda en el campo de visibilidad pero que es parte fundamental de su devenir”. 

Y añade: “Se dice  habitualmente que Cuaderno es la precuela de Rayuela, pero durante la presentación que se hizo en la Biblioteca y que estuvo a cargo de Silvia Hopenhayn, Luisa Valenzuela  y Lucio Aquilanterevist, se lo consideró como un laboratorio cortazariano”.

«Cuaderno de bitácora me parece fascinante porque atestigua la vacilación que tiene todo autor cuando escribe. Hoy nadie encuentra las tachaduras de un manuscrito porque esos procedimientos fueron desplazados por la tecnología. En cambio, Cuaderno registra todas las vacilaciones de Cortázar mientras iba pensando, escribiendo Rayuela, creando sus próximos pasos y también, retrocediendo. En este sentido, significa plantearle una serie de problemas al optimismo unidireccional  de la tecnología. El título Cuaderno de bitácora es una maravilla y, además, define muy bien el material que contiene, porque es un cuaderno de exploración”.

Este material de Cortázar llegó a la BNMM en uno de los dos o tres momentos en que se compraron fondos de Cortázar para evitar que se fueran del país y pudieran ser resguardados y puestos a disposición de la consulta especializada.

Hasta el momento sólo podían consultar Cuaderno de bitácora determinados investigadores cuyo lugar de trabajo fuera la Biblioteca Nacional.

“Con la edición facsimilar –agrega Scolnik- nosotros abrimos el espacio de consulta para cualquier lector que se interese en la obra original o en el modo de producción de la literatura que tenía el cuaderno de anotaciones».

Un punto de inflexión

“Trabajé con los textos de Cortázar desde que era estudiante de posgrado, le dice Saúl Sosnowski a Tiempo Argentino. Mi tesis y mi primer libro fueron sobre él. Justamente, en este momento estoy escribiendo un texto en el que utilizo cartas suyas que tengo en el archivo de Hispamérica, algunas de las cuales se publicaron en los volúmenes de cartas que salieron en España. Mi trabajo actual es sobre las que no fueron incluidas en esos volúmenes.

«Me comuniqué con él por primera vez en el año 71 cuando le escribí para invitarlo a colaborar en Hispamérica que en se momento aún no existía, pero que iba salir en unos meses. Me contestó enseguida y a partir de entonces mantuvimos una correspondencia durante el resto de su vida”.

Y añade: “Lo conocí personalmente en un homenaje que se hizo en Estados Unidos, al cumplirse los diez años de Rayuela. Después de eso nos vimos varias veces en Francia y un par de veces, aquí, en Washington. Lo entrevisté dos veces. Una de las entrevistas la publiqué en el número 13 de Hispamérica. La segunda vez lo entrevisté en la librería El juglar de México. Sigo trabajando sobre él hasta el día hoy».

Aún en este momento, cuando Rayuela  se ha convertido en un ícono y Cortázar en un autor insoslayable de la literatura argentina, hay críticos que reivindican sus cuentos sobre sus novelas o que discuten su lugar. “Considero –dice Sosnowski- que Rayuela fue un punto de inflexión. Estoy convencido de  que hay un antes y un después de ella».

«Del mismo modo, en otro orden, Borges ha sido una divisoria de aguas en la literatura occidental. Hace unos meses, cuando presentamos Cortázar en Hispamérica en la Biblioteca Nacional, Martín Kohan dijo que no son muchas las novelas que se siguen leyendo y se discuten después de 60 años. Por su parte, Florencia  Abbate señaló que los adolescentes están leyendo Rayuela ahora como la leíamos nosotros a esa edad. De modo que Rayuela sigue siendo un punto de referencia dentro de lo que fue luego el boom”.

En el prólogo de Cuaderno de bitácora, Sosnowski sostiene que al renovar la forma de la novela, Rayuela también renueva la relación autor-lector confiriéndole a éste un protagonismo mayor. “Sí –confirma-, tal como digo en el prólogo, hubo una advertencia de Borges en su primer libro, Fervor de Buenos Aires, de1923, en una pequeña frase que comienza con ‘A quien leyere’. Pero quien realmente la elaboró 40 años después con la publicación Rayuela en el 63 fue Cortázar cuando renovó el estatuto del lector, al señalarlo como cómplice, como partícipe. Mucho después, algunos de los teóricos que participaron de esa época comenzaron a recoger esa idea que está explícitamente elaborada en Rayuela».

Refiriéndose específicamente a la importancia de la edición facsimilar de Cuaderno de Bitácora realizada por la BNMM, dice: “Por lo general no tenemos acceso al taller del escritor, lo que tenemos es una obra completa. Cuaderno de Bitácora es, literalmente, un cuaderno de navegación que muestra a qué se enfrentaba Cortázar sobre la marcha, cuáles eran las dudas, las preguntas que tenía, qué personajes incorporaba y cuáles descartaba. Es decir que a través de Cuaderno entramos directamente al taller, lo que vemos es una arquitectura a medida que la va construyendo».

«En algunos momentos dice ‘voy a hacer esto’ y luego lo descarta. Es fascinante entrar en la arquitectura de una novela  que marcó a toda una generación y que sigue vigente todavía”. Cuando se le pregunta sobre las citas en francés y en inglés que se encuentran en Cuaderno de bitácora, contesta: “Rayuela es tan argentina que se pueden hacer citas en francés y en inglés porque eso no le quita lo argentino”.