La aprobación de la ley de reforma del sistema previsional en diciembre de 2017 fue uno de los picos de conflictividad que tuvo que atravesar el gobierno nacional desde que asumiera en diciembre de 2015.
La masividad de las protestas llegó a poner en riesgo su aprobación en el Congreso y obligó al gobierno a congelar su intento de avanzar en la aprobación de la reforma laboral. En la disputa de argumentos para reunir los votos necesarios, el mismo Mauricio Macri prometió que, de aprobarse la ley, “en 2018 los jubilados van a cobrar más que la inflación”.
Sin embargo y sin ir más lejos, sólo durante 2018, las jubilaciones se incrementaron un 28,5% mientras la inflación acumulada llegó hasta un 47,6% consagrando una pérdida del poder adquisitivo para la tercera edad del 15,7%.
Según datos de la Defensoría de la Tercera Edad a cargo del gerontólogo Eugenio Semino, la Canasta Básica de los Jubilados alcanzó en diciembre de 2018 los $26.043 mientras en el mismo mes, el haber mínimo que percibe el 64% de los pasivos, se ubicó en $9.309. Así las cosas, 4,5 millones de jubilados perciben haberes que alcanzan para cubrir apenas un 35% de lo que necesita una persona de edad para vivir.
Ya en diciembre de 2015 esa relación daba como resultado que el haber mínimo_ entonces fijado en $4.299_ alcanzaba para cubrir apenas un 48% de esa Canasta estimada por el mismo organismo en $8.940. Durante los tres años de gestión de Cambiemos, esa situación lejos de mejorar se ha ido deteriorando reduciendo en 13 puntos más la relación entre ingresos y necesidades.
Esa Canasta pondera el peso de bienes de consumo específico del sector pasivo como son los medicamentos que sufrieron especialmente el impacto de la devaluación y las políticas oficiales en materia de atención sanitaria. Según un informe elaborado por el Centro de Economía Política de Argentina (CEPA), sólo en diciembre, los precios de los 50 medicamentos más consumidos por las personas de más de 60 años se incrementaron en promedio un 8,56% cuando la inflación general durante ese mismo mes fue del 2,7%. Hubo algunos productos que, en sólo durante ese mes, incrementaron sus precios en un 21,3%. El mismo estudio asegura que los precios de esos mismos remedios se incrementaron un 235% contra una suba del haber mínimo de 143,6%.
En algunos casos, desde mayo de 2015, la suba llega al 534%. Se trata del Acenocumarol que se utiliza como anticoagulante para evitar accidentes cerebrovasculares (ACV) o del Atenolol utilizado para hipertensión y otras afecciones cardiovaculares cuyo precio subió un 500%.
Según los especialistas, el cuadro se agrava como resultado de la resolución N°005 del PAMI que restringe aún más las condiciones para el acceso a medicamentos gratuitos para las personas de edad.
Con relación a otros bienes de consumo esenciales, como son los alimentos, la situación también es gravosa. La Canasta nutricional básica subió un 269,3% contra el 143,6% que lo hizo el haber mínimo.
El aceite de girasol, destacan, subió un 464,7% mientras que la lechuga lo hizo un 313,6% y el kilo de carne picada un 328,8%. Por eso, mientras que en 2015 con un haber mínimo se podían adquirir 252,29 botellas de aceite hoy alcanza para 96,77. En el caso de la lechuga, tras años atrás se podían comprar 307 kilos y hoy alcanza para 160. La capacidad de consumo de carne picada se redujo a un equivalente de 125,23 kilos a apenas 43 en la actualidad.
Una vez más, los jubilados aparecen como el eslabón más débil de la sociedad y el blanco predilecto para la política de ajuste contra los trabajadores.