Un bullicio que parece infantil impide escuchar bien su voz. “Sí, es que vine a buscar a mi hija que salió de la escuela”, dice el entre otras cosas músico José Luis Aguirre, próximo a presentarse en Buenos Aires. “Antes que músico tengo otras ocupaciones”, dice sin desmedro de ninguna de ellas quien por aquí es conocido como músico, guitarrista, compositor y poeta, aunque privilegia las cotidianas. “Tengo ocupaciones más profunda como los lazos, los vínculos, las actividades de la casa, y después cada tanto me calzo una guitarra y voy, por ejemplo a Buenos Aires, a Rosario, hago mis tours por allá, visito amigos, canto un poco”,
Aguirre no tiene pose alguna, más bien se siente parte de algo que lo excede, y por lo tanto definirse como algo es limitarse en su percepción y conocimiento del mundo. “A veces se confunde al artista, a veces llego a un lugar y quieren que cante y digo que no, porque estoy en otra; antes que nada soy una persona.” Acaso por eso no haya un plan artístico a la manera que se cree convencionalmente, sobre todo desde el centralismo de Buenos Aires, que todo lo mira con ojos de costo/ beneficio (casi exclusivamente económico). “No me gusta la especialidad de todo, ser especialista en algo y sólo eso. Creo que el arte también está relacionado: de qué vamos a hablar los músicos si no vivimos, sino sentimos lo que siente un padre, cuando cocinás o hacés una actividad comunitaria. No sé si pudiera escribir si no viviera lo que escribo, o lo que escucho de personas cercanas. El arte es un complemento, lo principal son mis hijos: ahí está mi transformación real en el mundo, no ir a salvar el mundo a través de canciones, sino en ese concreto real que es la familia.”
Suelto, su reciente trabajo, nominado a los Premios Gardel y que será el centro de su presentación en el CAFF, está estructurado con canciones y especies de intermezzos que suponen guías de acción y consideración para las circunstancias a las que la vida suele enfrentar a todo nuevo ser que se presenta en el mundo. “Me gusta la idea de ‘yo no soy quien, y consejos no doy’: la canción es un momento de inspiración, de conexión con el yo profundo o con lo que cada uno quiera llamarle: naturaleza, Dios, universo. Sacar la idealidad de lo que uno dice a veces no es tan fácil, pero sí como guía y mensaje a uno mismo. Suelto nació en la pandemia, y es un disco que habla de la profundidad espiritual a diferencia de otros que son más sociales o más paisajísticos. Pero nunca marcar una máxima de sentido. No creo que exista una respuesta para siempre.” Siquiera cree que eso que hace le pertenece: “Siento las canciones como quien acompaña desde algún lugar a esta hermandad que somos los seres humanos que habitamos este tiempo.”
De ese aprendizaje en pandemia salió el puñado de canciones que componen Suelto, un decir para afuera para decirse para adentro: “Eso es la canción, si después a alguien más le sirve, muy bien, si alguien más lo canta, ni hablar”. Después de todo, como dice una de sus coplas, para ver la realidad no hay que ser inteligente, hay que ser menos boludo y ya con eso suficiente. “Es de un libro que se llama Poemas de marzo (2020)”, libro que junto con Germen de canción (2021, sobre talleres de creatividad) y Libreta de agua (2022, también poemario) componen su obra literaria. “Ahora estoy craneando un librito de poemas y cuentos.”
Antes de la música y los poemas a la vida de José Luis Aguirre llegaron la pintura y la cerámica, esas eran sus artes de chico. Pero un tío músico “que cantaba en la casa” lo iniciaron en su deseo de “cantar y tocar folklore”. Y lo que lo acompañó en cada etapa fueron “la curiosidad y la expresión, juntas y de diferentes maneras”. De todas maneras no se atreve a llamarse poeta: “Hacemos lo que podemos (ríe). Son pensamientos con cierta búsqueda pero poesía es otra cosa.” Tampoco se dice maestro aunque dio clases durante mucho tiempo y esparció un método de enseñanza conocido como Suzuki, surgido de la música clásica. “Es un método de enseñanza para niños que enseña a tocar música desde lo oído, desde lo cotidiano, como enseñarías a hablar un idioma todos los días y no desde la teoría y el solfeo. Que no es otra forma de la que aprendimos la música popular”, se escucha decir antes de que se formule la pregunta en forma de sorpresa: Pero si en todas las culturas se aprendió así. “Es un método milenario”, se percibe una sonrisa. “Los clásicos llegaron tarde. Las cosas suceden, transforman, pero siempre, así como uno va cambiando, perdura la esencia de lo natural: es lo que es, lo que somos y es inamovible. Porque si no hubiera sido así la colonia habría destruido la cultura totalmente y la cultura se resignificó: los negros, los indios y los inmigrantes hicieron algo nuevo acá. Y queramos o no siempre se va cambiando pero la esencia humana y de lo que traemos no está en lo que hacemos sino en de donde venimos, que es la madre tierra. Y eso no lo va a poder cambiar nada, ningún sistema ni ningún colonialismo.”
Si es tan indefectible entonces uno se pregunta por qué ese reiterado intento de tanto truchimán por atacar lo que nos viene de la madre tierra. “Más allá de lo cultural, educacional o de lo relacionado con la salud o con la infancia, es un nuevo ataque que busca la deshumanización de las personas. Un sistema que busca competitividad entre nosotros, nos arroja a un mercado en donde los poderosos siempre tienen una ventaja que es imposible salvar desde lo técnico y lo económico. Entonces ya ni siquiera se trata de lo cultural, se trata de la deshumanización en una escala grosa. Después de un montón de caídas y un montón de cuestiones que no fueron resueltas en su momento, trae esta consecuencia en la que somos todos responsables, para mí. A mí a veces me dan ganas de no hacer más nada. Pero estamos acá, con familia, con infancia, con un montón de cosas. Hemos visto un montones de época y de momentos, y ahora llegamos a un prueba redifícil en la que siento que tenemos que activar la confianza entre nosotros y dejar de esperar de los poderosos y los de arriba. Ellos vinieron a saquear una vez más, pero de una manera feroz, tal vez como no hayamos visto nunca.”
José Luis Aguirre
El músico se presentará el 25 y 28 de abril a las 21 en el CAFF, Sánchez de Bustamante 772.