Desde la sede de editorial Alfaguara de Argentina, como así también desde el resto de las sedes de América Latina se pudieron seguir las alternativas de la revelación del ganador del premio que se produjo en Madrid y que recayó sobre el ya consagrado escritor mexicano Jorge Volpi. 

El encargado de leer el veredicto fue el presidente del jurado Fernando Savater. La novela está basada en un hecho real, el caso Cassez-Vallarta que conmocionó a la sociedad mexicana durante años y que generó un conflicto diplomático entre México y Francia. “Rompiendo con todas las convenciones del género –expresó el jurado-, el autor coloca al lector y a la realidad frente a frente, sin intermediarios. En esta historia el narrador es tan solo el ojo que se pasea sobre los hechos y los ordena. Su mirada es la pregunta, aquí no hay respuestas, solo la perplejidad de lo real.” 

La editorial aclara que “todo lo que se narra en la novela ocurrió así, todos sus personajes son de carne y hueso, y la historia, desentrañada con maestría e iluminada hasta sus últimos recovecos por una ingente tarea de documentación, es real”. La historia que se narra tiene que ver con lo ocurrido en 2005 en Ciudad de México cuando la policía federal detiene a Israel Vallarta y a Florence Cassez y los acusa de secuestro e integración de una banda criminal. Al día siguiente los canales Televisiva y TV Azteca emiten en directo la entrada de los agentes federales en el rancho Las Chinitas, la liberación de tres rehenes y la detención de Israel y Florence. En los días subsiguientes serán sometidos a torturas, se les incrementarán los cargos y se les negaron sus derechos. Cuando los abogados de la defensa captan la inconsistencia de los partes de detención y el despliegue televisivo sale a la luz uno de los mayores montajes policiales de la historia de México. La revelación hizo tambalear al gobierno de Felipe Calderón y culminó en un conflicto diplomático entre México y Francia. 

A modo de muestra de la novela, Alfaguara dio a conocer su comienzo: “A veces la mejor forma de empezar una historia es con otra. Para narrar el enrevesado periplo de Israel Vallarta y Florence Cassez, los protagonistas de esta novela documental o de esta novela sin ficción, primero necesito dirigir la mirada hacia un personaje en apariencia secundario: su nombre es Valeria Cheja Tinajero, acaba de cumplir 18 años –los ecos de su celebración resuenan aún en sus oídos- y estudia en una Preparatoria privada y laica de la Ciudad de México, el Colegio Vermont. Una adolescente de clase media como tantas: vanidosa, avispada fiestera, ávida de mundo. Observémosla la mañana del 31 de agosto de 2005 cuando acaba de bañarse y, contrariando a su abuela –vive con ella y con su madre cerca de Coyoacán- desayuna a toda prisa: el cabello negro todavía húmedo, la camiseta blanca y los pants azules con jaspes también blancos del uniforme (me cercioré de buscar los colores en la página oficial de la escuela). Valeria suele pasar por sus amigas en el Seat rojo que le regalaron sus padres, pero hoy debe exponer en su primera clase y prefiere marcharse sola, consciente de que cada mañana la Ciudad de México se convierte en un campo de batalla donde millones de automovilistas se rebasan y amontonan en filas interminables a una velocidad que rara vez los veinte kilómetros por hora.» 

«El aire fresco golpea su rostro cuando, cerca de las 07.40, sale al patio, arroja su mochila en el asiento del copiloto, toma su lugar frente al volante y enciende el motor Entre su casa y el Colegio Vermont, en San Jerónimo, un antiguo barrio que el presidente Echeverría rebautizó como Lídice en memoria del pueblo checo arrasado por los nazis en 1943, median unos veinte kilómetros y sabe que, si no se da prisa, el trayecto puede tomarle el doble de tiempo. La joven toma San Francisco Culhuacán y, poco antes de doblar hacia Taxqueña, un Volvo blanco se detiene intempestivamente frente a su auto. Valeria piensa que ha sufrido una avería y frena en seco; por el retrovisor se percata de que una camioneta negra bloquea el camino a sus espaldas. El susto apenas le permite distinguir a los dos sujetos enmascarados que descienden del automóvil y rodean el Seat. Uno de ellos estrella la ventanilla de su lado izquierdo, le grita que no se mueva y la amenaza con una pistola mientras el otro la obliga a pasarse al asiento trasero del vehículo y se acomoda en el lugar del piloto; un tercer sujeto aborda la van negra.” El prometedor comienzo impulsa a esperar una novela llena de suspenso que atrapa al lector desde la escritura y también desde el hecho de que la historia que se cuenta es real.»

 Una novela criminal fue elegida por un jurado integrado por los escritores Mathias Enard y Sergio del Molino, la directora de cine Claudia Llosa, el director de Librerías Gandhi de México, Emilio Achar, y Pilar Reyes (con voz pero sin voto), directora editorial de Alfaguara. Como se dijo, presidió dicho jurado Fernando Savater.