El ascenso de la llamada internacional reaccionaria, reflejado en las parlamentarias europeas, generó no sólo incertidumbre sino incógnitas que llevaron a un diálogo con el politólogo valenciano Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política de la UNED y miembro del comité editorial de la revista española Viento Sur.
–¿Que modificaciones significativas se dieron? ¿Cómo quedó el mapa político e ideológico de Europa?
-Hay un buen número de países de Europa Central en los que se ha generado un desplazamiento a la derecha, traducido en el Parlamento europeo. Pero no tanto como se podría esperar, sobre todo en los países del norte. Lo más significativo han sido los resultados en la primera y segunda gran potencia europea, Alemania y Francia, con lo que esto significa. En el caso alemán, la extrema derecha llegó como segunda fuerza por encima de la Social Democracia detrás de la Democracia Cristiana. En Francia, fue primera fuerza el partido de Marine Le Pen con el Reagrupamiento Nacional y se le suma otro agrupamiento más extremo como Reconquista. Estos resultados generaron una enorme conmoción allí, obligando a Emmanuel Macron a llamar a elecciones anticipadas. Él necesita, como en las otras elecciones generales en Francia, instalar la idea de que el conjunto de las fuerzas a su izquierda se subordine en una segunda vuelta, con la hipótesis del mal menor ante el posible triunfo de las fuerzas de ultra-derecha.
-¿Cómo jugaría la izquierda francesa?
-Las fuerzas de izquierda encabezadas por «Francia Insumisa» de Jean-Luc Mélenchon, propuso un agrupamiento de fuerzas anti-liberal que agrupe a grandes sectores de izquierda, que se llama Nuevo Frente Popular. Un sector del socialismo se sumaría, pero otro plantea aliarse a Macron. También el nuevo partido Anticapitalista de Olivier Besancenot está inclinándose por la entrada a ese Frente Popular. También estos resultados electorales incidieron en las filas de los Republicanos que se ubican entre la extrema derecha y Macron. El presidente de ese partido propuso una alianza con la extrema derecha de Le Pen, e inmediatamente la mayoría de la dirección lo echó. O sea que estas elecciones gestaron un verdadero terremoto político en el escenario europeo, pero principalmente en Francia. La ultraderecha además, consiguió ser la primera fuerza en Italia, Francia, Hungría, Bélgica, Austria y Polonia, y segunda fuerza en Alemania y Países Bajos, mientras el PS europeo solo consiguió ganar en Suecia, Rumania, Malta y empatar en Portugal.
-¿Que semejanzas y diferencias se podrían destacar sobre el fascismo y el nazismo con las actuales extremas derechas emergentes en Europa?
-La situación no es la misma a la existente en los años ’30. No es el nazismo estrictamente lo que está creciendo en Europa, pero es un autoritarismo reaccionario muy beligerante contra los sindicatos, contra los movimientos feministas, contra la población inmigrante sobre todo. Si en un mes ganara el gobierno de Francia, sí sería una derrota terrible para las fuerzas populares y de izquierda, el futuro de la UE y para las conquistas históricas. Lo paradójico que esas conquistas ya sufrieron recortes, que influyeron en las condiciones de vida de los trabajadores y los sectores populares: en parte fue una razón de este renacer del Autoritarismo Reaccionario. Lo cierto que al corto plazo lo que suceda en Francia definirá la situación de cara al futuro en la Europa por venir.
-¿En Alemania y España?
-La izquierda radical, Die Linke fue sobrepasada por una escisión de un partido, el Roji-pardo, que recoge algunos temas de izquierda, pero son claramente islamófobos y están por el cierre de fronteras ante la inmigración principalmente la árabe. El centro político se debilita y se profundiza la derechización. En el caso español, hubo un debilitamiento de Podemos y de Sumar, pero no retrocedieron las izquierdas soberanistas, la radical vasca, la catalana y en parte la gallega.
-¿Cuál es, entonces, la razón de este fenómeno?
-La consolidación de un proyecto de Federalismo Oligárquico, donde se incrementa el miedo de los grandes capitalistas europeos de perder la carrera con EEUU y principalmente con China, con el norte puesto en la concentración de capitales y implementando una mayor explotación de la clase trabajadora. El test hacia dónde va Europa se dará en las elecciones de fines de junio en Francia. Todo un síntoma es lo que comienza a modificarse entre algunos referentes europeos que dividen a la extrema derecha entre una extrema-derecha buena y una extrema derecha mala.
-Los años de gobiernos progresistas europeos no solucionaron las demandas populares. Ese es un tema.
-Grecia fue un caso importante. Un verdadero test, cuando se impuso el memorándum de la Troika. Lo que vemos es un fracaso de las políticas progresistas. Sería más acertado denominarlos progresismo neoliberal o como los definió la filósofa estadounidense Nancy Frazer, liberalismo progresista. Lo cierto es que se preocuparon por problemas en el ámbito cultural, pero no atacaron el núcleo duro de la política neo-liberal, que genera mayor precarización, individualismo competitivo, insolidaridad, y como se suele decir «de aquellos polvos estos lodos». En español, fue el 15-M, un movimiento que generó grandes esperanzas, pero luego el exponente político que fue Podemos, terminó siendo subalterno al PSOE. Al populismo de izquierda le está sustituyendo un movimiento populista reaccionario, en muchas partes del mundo, que aprovecha el resentimiento ante la mayor desigualdad social, a la precarización. Aparecen nuevos líderes que prometen orden y seguridad y al mismo tiempo reducen gastos sociales. Esa es la paradoja, la contradicción. Consiguen crear bloques populares reaccionarios, a pesar de que van a frustrar las expectativas de esos mismos sectores. Además, en un contexto de agravamiento de la crisis climática, las políticas demagógicas de la extrema derecha se enfrentan a las demandas de una transición ecológica urgente, que acaben con los combustibles fósiles en un claro discurso negacionista. Y se suma el ideario xenófobo e islamofóbico. A tal punto que sectores progresistas acuerdan con agendas que plantean la deportación de migrantes árabes y africanos
-Esta exacerbación del individualismo se liga al imaginario del emprendedurismo y al salvarse individualmente… Una suerte de círculo vicioso que refuerza salidas extremas.
-A lo largo de estas décadas lo que hemos visto fue la destrucción del movimiento obrero, el debilitamiento estructural de los sindicatos, la perdida de redes intermedias. Si bien no se puede generalizar, en el estado español existe la experiencia de lucha del sindicalismo Vasco, donde hay un tejido asociativo, centros sociales, cooperativas, etcétera. Otro caso es el movimiento obrero francés, que dio luchas significativas con grandes movilizaciones contra la reforma de las pensiones. Incluso en países que hay estructuras colectivistas se enfrentan a un neoliberalismo beligerante, y se choca con unas patronales muy duras, que se cierran a todo tipo de concesiones. Es lo que Etiene Balibar denominaba el capitalismo absoluto. Un espíritu de época donde este capitalismo necesita ir derrotando esas conquistas históricas. Buscan el desánimo de los de abajo, tratando que se compita con los de al lado, enfrentar a los migrantes con los trabajadores autónomos. Enfrentar a los últimos con los penúltimos. Todo esto reforzado con el papel de los medios en manos de las corporaciones que invisibilizan las luchas.