Tom Cruise ya eligió (así lo indican sus últimas películas y las que están en proyecto) que seguirá, al menos por un buen tiempo, con los filmes de acción. No estará en la línea de Sylvester Stallone, por ejemplo, pero sí confía en seguir el derrotero de los veteranos que cambian los roles que le dieron fama y dinero por más que los años, y con ellos, el físico, le pidan más calma.
Así, ahora en esta franquicia que ya le pertenece y que arrancó en 2012, como ex mayor del ejército de los Estados Unidos, propone ser visto de la misma manera que lo vio en innumerables ocasiones, pero bajo otro personaje. Eso no impide que utilice los códigos ya creados por esa relación que estableció con el espectador a través de sus películas de acción, pero que tampoco abuse de ellos. Sin embargo, no hay innovación. Aunque hay que decir que aquí el manual, durante la primera media hora, casi de maravillas, con la historia de «uno de nosotros que se volvió malo» (o sea, el famoso fuego amigo, abundante en la historia de Estados Unidos y la cinematografía de Hollywood), una adolescente metida en el medio y una mujer formidable -Cobie Smulders-, en el sentido de su belleza y sus capacidades cognitivas y de lucha física.
Pero desde ahí, a partir de esos 30 minutos, el film empieza a mostrar problemas que parecen venir más de la franquicia y de los avatares de producción y espacios de representación correspondiente a cada actor, que de los propios problemas de guión y narración. El asunto es que Cobie Smulders se viene ganando un nombre, y un nombre debe tener una presencia considerable en pantalla; y de ser posible, mostrando las múltiples facetas que es capaz de desarrollar, todas ellas de manera original, aunque sin perder el eje que establece el ideal del sentido común en voga (en este caso: poder combinar belleza y destreza física, capacidad intelectual, rectitud moral, preservación y cuidado de buenas costumbres hacia las nuevas generaciones -como la adolescente- y seducción heterosexual; bah, lo mismo que hasta hace poco Hollywood sólo exigía a los varones, relegando a los mujeres a sencillas acompañantes de ocasión).
Y una película de acción, que reclama tensión a cada secuencia, que se vuelve previsible, termina teniendo el mismo divertimento que realizar un trámite. Tal vez todo se deba a que esta vez Cruise no se hizo acompañar por su gran partenaire en sus últimos films de acción, el director Christopher McQuarrie (el mismo que Al filo del mañana y Misión: Imposible 5).
Jack Reacher: Sin regreso (Jack Reacher: Never Go Back. Estados Unidos-China, 2016). Dirección: Edward Zwick. Guión: Richard Wenk, Edward Zwick y Marshall Herskovitz (basado en la novela de Lee Child). Con: Tom Cruise, Cobie Smulders, Aldis Hodge, Danika Yarosh, Patrick Heusinger, Holt McCallany y Robert Knepper. 118 minutos. Apta para mayores de 13 años.