Mientras las Fuerzas Armadas israelíes continúan su tarea de demolición de la Franja de Gaza arrasando el último suburbio en Rafah, el gobierno de Benjamin Netanyahu cosecha más rechazos en todo el mundo, al tiempo que la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó abrumadoramente la adhesión de Palestina como miembro pleno del organismo. La decisión sirvió para mostrar nuevamente el encolumnamiento acrítico de la gestión de Javier Milei con Israel y EE UU y echa por tierra con la posición argentina de las últimas décadas.

La resolución es un tirón de orejas para el Consejo de Seguridad, donde un reclamo similar fue rechazado el 18 de abril por el bloqueo de Estados Unidos. En la AG-ONU, la iniciativa recibió 143 votos favorables, 9 en contra y 25 abstenciones. Argentina acompañó, claro, a Israel y EE UU, pero también a República Checa, Hungría, Palaos, Papúa Nueva Guinea, Nauru y Micronesia. Se abstuvieron, entre otros, Paraguay, Reino Unido, Ucrania, Italia, Alemania y Canadá. El “canciller” de la Unión Europea, Josep Borrell, aplaudió que «Palestina ha recibido un apoyo claro para que se aumente su condición de observador permanente con derechos y privilegios adicionales».

Entre los fundamentos de la resolución se destaca que el Estado de Palestina “está habilitado para la membresía en la ONU de acuerdo con el artículo 4 de la carta fundacional”. La respuesta del representante israelí en el organismo internacional, Gilad Erdan, fue acusar a los que apoyaron la decisión de querer «avanzar en el establecimiento de un Estado terrorista palestino dirigido por el Hitler de nuestro tiempo». Acto seguido, sacó una pequeña trituradora de papel a pilas en la que introdujo una copia de ese documento mientras bramaba: “Están destruyendo la Carta de la ONU con sus propias manos… ¡Qué vergüenza!».

Un grupo de palestinos pide comida en un centro de ayuda humanitaria en Rafah, Gaza.
Foto: AFP

El ejército israelí, a todo esto, avanzaba con tanques arrasando minuciosamente todo lo que encontraba a su paso en el extremo sur de la Franja, tras haber lanzado una orden de evacuación para unos 100.000 palestinos. Desde los ataques de Hamás del 7 de octubre que causaron la muerte de casi 1200 israelíes y tomaron más de 240 rehenes, la ofensiva israelí dejó ya un saldo de más de 35.000 gazatíes muertos, más de la mitad de ellos mujeres y niños. El martes se confirmó que el argentino Lior Rudaeff, uno de los secuestrados, había sido asesinado ese 7-O. En Rafah se apiñan al menos un millón y medio de personas que fueron desplazadas desde el norte de Gaza.

Hamás había informado la semana pasada que aceptaba los términos de un alto el fuego mediado por Qatar, Egipto y EE UU. Pero las autoridades israelíes consideraron que no cumplía con sus exigencias y anunció que continuaría con sus planes. El viernes las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) anunciaron que «unos 300.000 palestinos» habían salido de Rafah. Egipto pidió a Tel Aviv “mayor flexibilidad” para avanzar hacia una tregua y el Departamento de Estado de EE UU emitió un informe en el que afirma que “es posible” que el ejército israelí haya empleado armas provistas por el gobierno de Joe Biden “de manera incompatible con sus obligaciones en materia de Derecho Internacional Humanitario o las mejores prácticas establecidas para mitigar daños a civiles”.

En el día a día, la actitud intransigente de Israel genera cada vez más repudios en todos los terrenos, y a las protestas estudiantiles en todo el mundo que piden romper los vínculos de las casas de estudios con organismos de aquel país (ver aparte), se le sumaron las de participantes en el Festival de la Canción de Eurovisión que culminó este sábado en Malmö, Suecia. La ciudad ubicada frente al estrecho de Øresund fue escenario no solo del certamen sino de las protestas a favor de la causa palestina convocadas por la plataforma Stop Israel. La policía de Suecia pidió ayuda a sus pares de Noruega y Dinamarca para apoyar las medidas de seguridad. La organizadora del concurso, que se desarrolla desde 1961, está siendo cuestionada porque en el marco de la situación en Gaza, que el Tribunal Penal Internacional de La Haya trata como genocidio, permitió participar a una representante israelí, Eden Golan, que incluso llegó a la final con el tema Hurricane. Horas antes la Unión Europea de Radiodifusión había excluido al rapero de Países Bajos Joost Klein por un incidente relacionado con su posición pro Palestina. Hace dos años la UER suspendió a Rusia tras la operación militar en Ucrania. 

Universidades de Europa y Latinoamérica replican las demandas

Las protestas de estudiantes universitarios en favor de Palestina siguen extendiéndose en todo el mundo, aunque con menor intensidad en centros de estudios de Estados Unidos, donde hubo principios de acuerdo con las autoridades. En Australia, el Sindicato Nacional de Educación Superior de la Universidad de Sydney aprobó con un 93% de votos a favor un boicot académico y el fin de todas las investigaciones relacionadas con armamento en el marco de los vínculos de las instituciones con Israel. En Chile, alumnos de la Universidad Católica se manifestaron frente al establecimiento para exigir el término de las relaciones con universidades israelíes “implicadas en crímenes de guerra y violaciones a los DD.HH.”.

En el país trasandino vive la mayor comunidad palestina de la diáspora, calculada en medio millón de personas en un territorio en el que viven unas 20 millones. De ahí que el Estado de Palestina fuera reconocido ya por el gobierno del conservador Sebastián Piñera en 2011, un año después de Argentina y Brasil. Según la Federación de Estudiantes de esa casa de estudios (FEUC) en la Católica hay alrededor de 1500 alumnos de origen palestino.

En California, en tanto, la Universidad del Estado en Sacramento aceptó reclamos de sus alumnos. «Hemos creado una política de inversión socialmente responsable. Creemos que es importante que nuestros esfuerzos para financiar la educación de los estudiantes no dependan de que nos beneficiemos de empresas que se benefician de la limpieza étnica, el genocidio o las violaciones de los Derechos Humanos», declaró Luke Wood, el presidente de la institución.