La imagen parece de ciencia ficción. En Los Molinos, un pueblo perdido de Córdoba, donde la sierra comienza a transformarse en llano, un grupo de mujeres campesinas trabaja en la instalación de una antena para un “libre router”, una red de internet comunitaria que le permitirá acceder a un servicio que las grandes empresas se niegan a dar.
“Es una experiencia que venimos impulsando hace varios años acá, en el Refugio Libertad. Una experiencia pequeña, local, pero que creemos es un modelo replicable y transformador para toda la ruralidad de este país. Una ruralidad que, como ya sabemos, tiene un desequilibrio demográfico, que también es un desequilibrio económico, social, político, humano, en las formas y en la calidad de vida”, dice Mercedes Ferrero, referente de la Unión de Trabajadores Rurales (UTR) de Córdoba. El proyecto tiene base en el Refugio Libertad, una experiencia ligada a la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) que ha recuperado un predio de Fabricaciones Militares (el ex Grupo 141) para la conformación de un proyecto de desarrollo a escala humana.
“El planteo es transformar la ruralidad defendiendo el arraigo, el acervo comunitario que todavía habita fuertemente estos territorios y no está atravesado por lógicas de acumulación y dinero, sino que tiene una lógica mucho más cercana, de cuidado y reproducción de la vida. Para eso hace falta transformar la ruralidad en clave de acceso a bienes comunes, materiales e inmateriales. En clave de derechos y con una tecnología que tiene que ser apropiada, popular y comunitariamente, para servir a estas realidades”, explica Ferrero.
En el Refugio Libertad hay experiencias de producción ganadera, apícola, agroecológica, de bioinsumos, reciclado y educación popular. Sostienen un centro cultural y un Espacio de la Memoria, ya que ahí se encontraba un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura militar.
Campo y tecnología
El proyecto de conectividad viene siendo desarrollado junto a la organización Alter Mundi, un grupo de militantes de las redes y el software libre. “El objetivo principal es elaborar un conjunto de herramientas de software libre, documentación y hardware abierto para el despliegue de redes libres comunitarias, de bajo costo y alto rendimiento, por parte de personas sin formación específica previa”, explica Pablo Bustos, parte de la ONG.
“En el caso de la agricultura, el agronegocio concentrado acumula las riquezas exportando y enfermándonos con alimentos fumigados y con un paradigma donde todo es privado, incluso las semillas. Esto mismo es lo que pasa con las telecomunicaciones, donde son apenas un par de empresas las que tienen el manejo. Ese monopolio no es solamente una cuestión de infraestructura y servicios, sino también de circulación de la información”, opina Fabricio Puzio, parte de la UTR y de la organización Comunidad, Trabajo y Organización (CTO) del Valle de Traslasierra. Su trabajo abarca una cooperativa de cría de pollos, una fábrica de alimento balanceado, huertas familiares y un mercado popular, además de tareas de cuidado, salud y educación comunitaria. Ahora, también, la red de internet libre en pueblos como Las Rabonas, Nono, San Huberto, Ojo de Agua, Las Calles o Rio Los Sauces.
“Está siendo una experiencia hermosa de organización, donde nosotros asumimos el rol de coordinación y soporte técnico, con mucha participación en los despliegues y los preparativos por parte de cada familia, y completamente autogestionado económicamente”, cuenta Bustos.
“Somos tres quienes estamos desplegando la red de fibra óptica del predio que garantizará la conectividad en todos los edificios y hogares donde sucede la vida cotidiana de la organización. También una escuela abierta para que compañeras y compañeros de otras organizaciones puedan aprender a usar esta tecnología en ese contexto. Además, desde el equipo nos propusimos colaborar con la red Molinos Comunitaria”, explica Germán Ferrero, parte del Equipo de Infraestructura Digital del Refugio Libertad
Una fábrica de tecnología popular
En base a las diferentes experiencias territoriales alcanzadas, Alter Mundi se está planteando la producción a nivel local del hardware necesario para el “libre router” que facilita la conectividad comunitaria. “En principio la idea es poder producir los elementos de baja complejidad que hacen al “libre router”, y un montón de proyectos incipientes que puedan alimentar las necesidades de estos espacios productivos. Además, nos proponemos generar empleo y sustituir importaciones explorando nuevas formas de organización y producción”, cuenta Bustos.
La iniciativa es parte del proyecto “Refugio Libertad: Una experiencia de Tierra, Techo y Trabajo”, seleccionado por la convocatoria Desarrollo Armónico con Equilibrio Territorial de la Jefatura de Gabinete de la Nación. Hoy el programa está discontinuado debido al recorte presupuestario del actual gobierno, por lo que el proyecto está en pausa en búsqueda de nuevos financiamientos.
Dentro de las múltiples experiencias de tecnología comunitaria, en la CTO ya están diseñando un sistema de monitoreo para la producción a través del celular. “Entendimos que sin internet los trabajadores rurales no están integrados como ciudadanos de primera categoría, ejerciendo sus derechos. Eso cambió la dimensión de lo que implicaba la conectividad. Ahora empezamos a articular con Arsat y la red de Los Molinos, que ya hizo la primera conexión directa al satélite. También con la Agencia Conectividad Córdoba, que es una empresa del Estado que viene a bajar los precios del mercado y que son los únicos que nos tiraron una onda para poder conectarnos con un acuerdo comercial razonable”, explica Puzio. “Tenemos unas 30 familias conectadas a la red y el mantenimiento lo hacen las mismas compañeras de los parajes, las mismas que producen huevos o están en las huertas, con un teléfono ´Android´. Es una herramienta bastante simple, como cualquiera de las cosas que hacemos las organizaciones de la economía popular. Cuando empezamos tampoco sabíamos nada de incubadoras”, agrega.