Al mismo tiempo que el gobierno porteño intenta instalar como nuevos enemigos sociales a los extranjeros que delinquen y a quienes protestan en el distrito, la comunidad educativa exige mayor seguridad en los establecimientos escolares. En las últimas dos semanas, la Escuela N° 4 DE 11 Benjamín Zorrilla del barrio de Flores fue víctima de dos robos. Se llevaron canillas, caños y picaportes.

Como consecuencia de ello, el establecimiento se inundó y se arruinó documentación importante del lugar. Estos robos se suman al saqueo de una establecimiento de Floresta que fue publicado en este medio la semana pasada. Ambos carecen de casero, un viejo reclamo que la cartera de Educación de la Ciudad se niega a concretar.

“En un operativo realizado en el Barrio 31, la Policía de la Ciudad (…), recuperó más de 40 computadoras, 12 bicicletas, celulares y bronces robados en los últimos meses”, detalló el jefe de gobierno Jorge Macri en sus redes mediante un posteo que lleva de título: ”Nuestras fuerzas de seguridad en toda la ciudad”.

Subrayó que casi la totalidad de los detenidos son extranjeros: “Se logró detener a 8 personas, 7 de ellas de nacionalidad peruana que estaban a cargo de los puestos donde se vendían estos elementos robados”. En ese sentido, el Ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff, arremetió también en sus redes contra quienes se manifestaron en el Congreso y dijo que cometieron delitos, porque, supuestamente, destruyeron parte de las baldosas de la Plaza.

Más allá de instalar temas en los medios, con la intención de mostrar un ministerio de Seguridad fuerte y expeditivo, la realidad muestra que los hechos de inseguridad se profundizan en toda la Ciudad y que los establecimientos educativos siguen siendo las víctimas principales.

La Escuela Zorrilla es un edificio escolar de grandes dimensiones, con espacios abiertos y de muy fácil acceso. En apenas 15 días, un grupo de dos o más personas ingresaron al lugar en dos ocasiones y se robaron canillas de agua, picaportes, y un caño que pertenecía al aire acondicionado de la biblioteca del lugar.

“Durante estas vacaciones, junto a la directora y auxiliares, fuimos a la escuela a regar las plantas. Notamos que tenía roturas y que salía agua por todos lados. El lunes pasado, cuando fuimos nuevamente, gran parte de la escuela estaba inundada porque habían roto la canilla y se estaba filtrando el agua hacia adentro. El primer robo ocurrió el 19 de enero y el segundo el 27, aunque el 31 intentaron ingresar por tercera vez”, cuenta a este medio Mariano Rodríguez, docente del establecimiento educativo.

El agua arruinó documentos, muebles, y algunos materiales de trabajo de la escuela. “Una vez efectuada la denuncia, el ministerio de Educación lo único que envió fue una cuadrilla para limpiar, para verificar la infraestructura, y para arreglar la conexión momentáneamente. Son todas soluciones provisorias, pero no hay una garantía de seguridad, no hubo respuesta sobre eso”, agrega el maestro de primaria.

El equipo de conducción de la escuela realizó la denuncia en la comisaría 38, para que quede asentado un expediente para poder seguir reclamando. “Lo único que responden del ministerio de Seguridad es que hay que hacer expedientes, expedientes y más expedientes como forma de reclamo, como forma de dejar en claro que hubo estos episodios, pero no mucho más que eso”, destaca.

Desde la semana pasada, la cartera educativa envió a personal de Mantenimiento Escolar y comenzó con las obras para restaurar los elementos robados.

Falta de casero en la escuela

Desde hace algunos años la escuela Zorrilla no tiene casero. Cuando el personal docente y no docente se retira al final de su jornada de trabajo, el edificio queda muy expuesto dado que tiene muchas entradas fáciles y permite el ingreso de personas ajenas al establecimiento con el objetivo de cometer destrozos o robos en el lugar.

“No es la primera vez que ocurren estas cosas en la escuela. Ya el año pasado habían robado varias veces la llave de paso de la vereda e incluso la llave de los bomberos que siempre tiene que estar abierta y disponible para su uso. Es más, desde el año pasado se vienen robando los cables del teléfono, actualmente estamos incomunicados y por cualquier situación debemos llamar a las familias desde nuestros teléfonos celulares”, explica el maestro Mariano Rodríguez.

En varias ocasiones, en medio del ciclo lectivo, la escuela tuvo que suspender el dictado de clases tras incidente similares. La comunidad educativa no deja de exigir mayor seguridad en la zona y que refuercen el acceso al edificio para evitar que sea nuevamente vulnerado.