Más tarde o más temprano, toda acción de un artista puede convertirse en arte. Tal fue el caso de Nora Iniesta, quien en 1977 realizó un master en técnicas de grabado en la Slade School of Fine Arts, University College London. Durante su estadía allí descubrió un campo de trigo que, quizá por su despojada horizontalidad y por su relación con Argentina, le llamó la atención. En 1994, ya de vuelta en el país, ese paisaje recordado se transformó en una serigrafía. En 2023, puede verse “Variaciones sobre un campo de trigo encontrado en Inglaterra”, una muestra a partir de una obra y una idea de Nora Iniesta, con tres artistas invitados.
Estos artistas son Andrés Arzuaga, Elena Blasco y Lux Lindner, quienes por invitación de Iniesta realizaron distintas intervenciones sobre esa obra que comenzó a gestarse en 1977. Aquel viaje se transformó en una obra que, a su vez, se transformó en otras.
“A partir del grabado que realicé en 1994, se me ocurrió trabajar con tres artistas cuyas obras me interesan mucho. Les pedí que interviniesen un grabado mío. Así fue cómo se armó esta muestra a partir de una obra mía, con curaduría de Rodrigo Alonso. Variaciones sobre un campo de trigo encontrado en Inglaterra, está integrada por 20 obras en las que ni siquiera figura el nombre del artista que hizo cada una, porque es muy fácil identificarlos a partir de la imagen misma. Fue un trabajo muy lindo que me dio sorpresas muy gratas cada vez que ellos me enviaban una fotografía de lo que estaban haciendo a partir de mi obra. Estoy muy contenta de haber tenido esa idea que me permitió trabajar con tres talentos.”
Y agrega: “Me interesa mucho la intervención de otros artistas sobre una obra mía y esta obra se prestaba muy bien porque es seriada. Habitualmente trabajo en serie y me interesa ver todo lo diverso que se puede lograr a partir de un mismo campo compositivo. El año que viene, la obra sobre la que trabajaron estos artistas va a cumplir 30 años y es interesante ver cómo sigue vigente y cómo es un punto de partida, un puntapié inicial para el trabajo de otros.”
Nora Iniesta y tres artistas invitados
Trabajar sobre la obra de otro artista constituye un condicionamiento previo. Pero, paradójicamente, en el campo del arte los condicionamientos operan como disparadores de la imaginación que, al acotar un campo infinito como el de la creación, se vuelven sumamente productivos. Baste recordar que el escritor George Perec, perteneciente al grupo francés Oulipo, colectivo que trabajaba y continúa trabajando sobre la forma en que las restricciones son motores creativos, escribió una novela monumental como La desaparición, en la se impuso la restricción de no utilizar en toda la novela la letra “e”, la más frecuente en francés.
“Sí, confirma, Elena Blasco, la restricción puede ser muy productiva. Al principio, me resultó difícil imaginar cómo realizar mi obra a partir de una obra de Nora que, además, no tenía nada que ver con mi trabajo que es muy figurativo y que se genera a partir de escenas que yo construyo y transformo en pinturas. En este caso, comencé a imaginar qué escena podría suceder y entonces se me ocurrió una operación que tenía que ver con cómo mirar un campo de trigo. Entonces me imaginé sentada frente a una ventana mirando un campo de trigo. Así comencé a construir escenas y se dio un juego que me resultó muy entretenido y que fue un disparador muy rico para inventar otras escenas posibles que jamás hubiera imaginado.”
Lux Lidner fue alumno de Nora Iniesta y se dedica al dibujo y al collage. “Le saqué fotos a las manos de Nora –cuenta refiriéndose a la forma en que realizó su trabajo-, las trabajé transformándolas en siluetas, en contornos, como hago habitualmente, y luego las recorté con tijeras y las pegué trabajando a partir del reordenamiento de materiales preexistentes. Me pareció interesante utilizar imágenes de sus manos en actitudes cotidianas. Habitualmente trabajo con elementos que se le ocurren a mi mente enfebrecida y los combino con elementos de la realidad. En este caso, me circunscribí a las manos de Nora para hacer cinco obras sobre la obra de ella que fue el punto de partida. Creo que lo que hice tiene que ver también con lo que hace Nora, porque hay cosas de la realidad que vienen de distintos lugares, incluso de la política. Una vez que los materiales colisionan entre sí, intervengo de vuelta para tratar de regimentar ese caos. En lo que hice hay discursos que muchos reconocerían como míos y cosas que le debo a Nora.”
En mi caso -dice Andrés Arzuaga- la experiencia fue muy interesante, sobre todo porque confirma algo que imagino en mi práctica habitual y que es que la imagen ya está dada, incluso en el bastidor en blanco. Hay una frase de Gilles Deleuze que me gusta mucho que dice algo así como que la obra ya está llena”.
¿Pero de qué está llena incluso la superficie vacía? “Está llena –contesta Arzuaga- del imaginario de todas las obras de arte porque la historia del arte anda dando vueltas en esa superficie aparentemente vacía y está a punto de pegarse en ella. Está llena también de lo peor, del cliché que está por ahí amenazando. Esta idea está en mi propia obra: la pintura es una potencia que está a punto de encenderse y en algún momento va a aparecer. En este caso, la imagen ya estaba dada y era la obra de Nora. Eso fue lo que me generó esa reflexión acerca de lo que es la imagen, que es el resultado de la imaginación. Este ejercicio me volvió a hacer reflexionar sobre dónde está la imagen en ese campo de trigo. Por eso en varios de mis trabajos a partir de él aparecen como marcas que delimitan el espacio de la obra y que son puntos de referencia en ese campo que es, a la vez, un campo visual y un campo de trigo”.
Arzuaga se inscribe dentro del campo de la pintura geométrica y asegura que trabajar a partir de una imagen previa no le resultó un condicionamiento. “Trabajar sobre una imagen de Nora de alguna manera confirmaba la sospecha que tengo siempre sobre que la obra está llena incluso antes de comenzarla”, afirma.
Y añade: “Yo vengo del campo, de General Viamonte, Los Toldos, por lo que el campo de trigo de Nora me hizo acordar a mi infancia, donde para mi cumpleaños jugábamos a las escondidas precisamente en un campo de trigo”. Según afirma en relación con su trabajo, “no hay nada más geométrico que el campo”.
“Me llamó la atención –dice Iniesta- encontrar en Inglaterra algo que es tan genuinamente argentino como un campo de trigo. Hoy, la Argentina tiene que ver más con la soja. Pero que Argentina fuera “el granero del mundo” estaba relacionado con el trigo. Pero esto no es un revival de ese tiempo, es algo histórico pero que sigue teniendo vigencia porque la argentina sigue siendo eso”.
Si bien se hacen con cierta frecuencia intervenciones sobre obra una dada, no es tan frecuente que tres artistas intervengan a la vez una misma obra y que la intervención no se agote en una sola pieza, sino que se desarrolle a través de varias.
“Cuando Nora me propuso esta muestra –señala Laura Garimberti, directora de la galería- pensé que si ella era la encargada de seleccionar los artistas para este proyecto, la muestra iba a ser muy buena.”
“Ella confió totalmente en mí, sin ver los trabajos”, corrobora Iniesta
Y concluye: “Creo que no hay peor cosa que aquella que no se hace. El hacer siempre es un disparador que lleva a un puerto desconocido. Esa es la creación en sí misma. Previamente a esto no existía nada. Aquí hubo un proyecto común del que participaron tanto la galería, como los artistas y cada uno confió en los otros. Todo salió muy bien y creo que todos volveríamos a hacer algo juntos.”
“Variaciones sobre un campo de trigo encontrado en Inglaterra” puede verse hasta el sábado 28 de octubre en Imaginario Galería de Arte, Paraguay 423, CABA, de miércoles a viernes de 11 a 18 y los sábados de 10 a 14.