“Las pinturas de Susana Di Pietro –dice el texto curatorial- exploran ese infinito territorio de la niñez, su trabajo no se trata de un mero ejercicio nostálgico ni mucho menos autobiográfico, sino de una búsqueda por indagar en las zonas enigmáticas de la infancia. Su mirada se posa en los pliegues y las sombras, en aquel lugar donde lo extraño y lo singular ocupan el centro de la reflexión”.
La artista, Susana Di Pietro, lo confirma. “Básicamente, le dice a Tiempo Argentino, me desenvuelvo en la disciplina de la pintura. Vengo trabajando desde hace tiempo en la infancia en la que encuentro un universo para explorar. De hecho, hice hace tiempo una serie que se llamó Cuerpos dóciles. Mi pintura se basa casi siempre en una investigación fotográfica previa. En ese caso, me documenté a través de fotos de niños y niñas en las escuelas públicas en los años 60 y 70.”
“Más adelante –agrega- también trabajé con la infancia en base a fotos de las revistas de labores dirigidas a las mujeres e hice una serie que se llamó Hijos. En ella había niños de una belleza totalmente hegemónica, muy en clave publicitaria, modelos de la infancia. Era mostrar el reverso de fines de los 70 en los que estaba sucediendo la apropiación de niños durante la dictadura”.
Además del recurrente trabajo sobre la infancia hay dos constantes que atraviesan la obra de Di Pietro: el trabajo en serie y la documentación fotográfica previa.
La muestra actual, Un miedo luminoso, se alimenta, según cuenta la artista, de una serie a la que llamó Extraño. “El título tenía dos sentidos diferentes –dice – , uno tiene que ver con el verbo extrañar, en el sentido de añorar el supuesto paraíso perdido de la infancia; el otro tiene que ver con que esos niños eran realmente extraños para mí porque realizo búsquedas digitales en Internet y, por lo tanto, no tenía referencias de su tiempo y su lugar. Aunque no lo verbalicé, lo que me interesaba era el contraste entre esos niños rubios tan apacibles con el trasfondo de lo que estaba sucediendo en el país”.
Los ejemplos dan cuenta de que, desde hace tiempo, el enigmático mundo de la infancia es objeto de una indagación que, pasada por la subjetividad y el oficio de Di Pietro deviene obra artística.
“En esas búsquedas –explica- suelen producirse un hallazgo que tiene que ver con encontrar una imagen quizá algo extraña, que no replique los momentos más cliché de la infancia. A partir de ese archivo digital que va creciendo y va teniendo subcategorías –niños con compañías extrañas, niños con máscaras, niños en movimiento- pinto tratando revelar el costado más inquietante del a infancia en el que puede haber situaciones de juego, situaciones de soledad, de libertad o de desamparo”.
La búsqueda fotográfica es, entonces, la primera etapa de un proceso que culmina en pinturas, frecuentemente en blanco y negro que es para la artista una forma de encontrar “la pureza de los medios narrativos”. Algunas veces, la materia que elige para sus trabajos es el óleo y otras, el acrílico. También alternan los soportes: papel o bastidor de tela.
“Ante la sobreabundancia de la cultura visual contemporánea –sintetiza Di Pietro—me apropio de algunos materiales y los resignifico, los tomo para usarlos en mi pintura”.
Según relata Di Pietro, su desarrollo como artista se dio de forma paralela a su desarrollo profesional. Es Licenciada en Educación, docente universitaria e investigadora educativa. Comenzó a formarse en la pintura a partir del año 2000 en diversos talleres. Luego se sumó a espacios de clínica “donde uno puede tener un trabajo visto también con la mirada de otro, de un profesor o un artista más experto para poder pensar más en el estilo y no tanto en la técnica que es lo que se aprende en los talleres. La mirada de otro permite interrogarse sobre el sentido del trabajo. En la plástica no tuve una formación académica. En esa área me interesan los espacios más colectivos para pensar lo que uno hace”.
En este momento está produciendo otras pinturas que se basan en textos teóricos sobre la infancia y que comenzará a mostrar próximamente.
La infancia y el osito de peluche
En “Un miedo luminoso” pueden verse imágenes de ositos de peluche, juguetes icónicos de la infancia.
“Tomé la figura del oso de peluche –explica la artista- hace aproximadamente un año o año y medio a partir de una película de Agnès Varda en la que aparece una hija de sobrevivientes de Auschwitz que lo único que conserva de su niñez en un osito de peluche totalmente desgastado. A partir de ese juguete, comienza a armar una colección de fotos en las que en algún lugar se vea un oso de peluche. Es un proyecto tan obsesivo como monumental. Con esas fotos hace una especie de instalación o de gran museo”.
“A partir de ese momento –continúa-, mis trabajos sobre la infancia comenzaron a nutrirse de esa figura y retomé el color. El oso de peluche aparece en mi indagación sobre la infancia no tanto como un juguete, sino como un personaje más.”
Este personaje aparece de manera recurrente en “Un miedo luminoso”
Aunque Di Pietro no quiere adelantar mucho sobre la muestra que se inaugurará el sábado próximo, informa que excepto una que es un poco más grande, la exposición está integrada por unas treinta piezas de pequeño tamaño con las que la curadora decidió hace una instalación pictórica en la que las imágenes está montadas sobre supuestos empapelados que fueron realizados por la artista imitando los que se utilizaban en los años 70.
“La idea –dice- es que las pequeñas piezas pintadas sobre papel se vayan agrupando sobre esos empapelados y que también vayan saliendo de ellos en la evocación de un clima de esa época”.
Y destaca: “Me interesa la infancia en su carácter de enigma y eludir la mirada romantizada e idealizada, la mirada cliché sobre ella».
La muestra de Susana Di Pietro “Un miedo luminoso” se inaugura el sábado 5 de octubre las 19 con la curaduría de Patricia Di Pietro y permanecerá abierta hasta el 26 de este mes inclusive. Se podrá visitar de jueves a sábados de 15 a 19 en Migrogalería, Loyola 514, barrio de Villa Crespo, CABA. La entrada es libre y gratuita.