Promesa de canciones en tiempos de TikToks y formatos efímeros: en su octava edición, y de regreso después de haber celebrado la anterior en 2017, el festival que hace culto a los proyectos independientes y que motoriza el sueño de tantos artistas de grabar su primero material copó la Ciudad Cultural Konex, en un clásico del barrio del Abasto. Los escenarios bautizados como Tigre y Laptra vieron acción desde temprano, cuando a las 18 se presentó Javi Punga en el escenario de afuera. Una jornada que, artista por artista, se iba volviendo maratónica y nutrida.
Fueron 12 bandas y mil acordes. Reno, Antolin y Media Hermana se repartieron la tarde con sets variopintos, dondé primó la canción por sobre todas las cosas. Con momentos más furiosos y otros más tenues se iban redondeando las primeras dos horas de shows, mientras la audiencia del Konex terminaba de asistir en cantidad, número que se sostuvo hasta el final del ciclo de recitales.
Cuando la noche cayó, fue de 107 Faunos, que a fuerza de emoción y algún movimiento en las perillas de volumen fue agregando épica a una jornada récord, a esa altura. Minutos después, Koji, en la sala de las columnas, consolidó un set más que interesante. Algo que primó durante todos los shows fue el respeto y el espacio que le dió la gente a todos los artistas, que con una precisión más que interesante: oscilaban entre 5 y 10 minutos según lo estipulado en la grilla del festival. Cuando hay puntualidad, resaltémosla.
Santiago Motorizado, en una muestra de que se puede ser sutil y potente, repasó junto a su guitarra varias canciones de su repertorio solista y algunos clásicos ya inoxidables como “El tesoro”, en uno de los momentos más altos de la noche. Terminado uno de los sets más íntimos de la noche, la atención volvió a la sala de las columnas, donde el resto del festival transcurriria, cuando se presentó Tigre Ulli en lo que fue la antesala perfecta para la aparición de Nina Suárez, en formato banda con sonidos más espesos en algunos pasajes, dondé repasó todas las canciones de su único disco.
Festilaptra para todes
Algo interesante para remarcar sobre la cura de los artistas del sello y cómo este los eligió para el festival fue sobre una máxima silenciosa pero presente: “No confundir el estilo con la repetición”. Todas las bandas, todos los artistas, desde su impronta y desde su música aportan algo distintivo, que los separa de sus colegas pero los une en un búsqueda de un sonido y de una forma. El indie ya es un clásico, una manera de hacer y actuar y un sonido representativo de la música en Argentina.
Cuando fue el momento de Las Ligas Menores, vaya si hay clásicos dentro de Laptra: comenzó una tríada que continuaría por el resto de la jornada: hit, coreo y agite. Repasaron las canciones que los identifican desde hace más de 10 años y todavía hay mucho por dar. Hojas por el Barrio estuvo en la misma tónica, con canciones filosas para el agite y la alegría. Se iban haciendo las 01:45 hs en la Ciudad Cultural, ya en este punto dejé de contar la cantidad de remeras que vi pasar de Bestía Bebé, los encargados de cerrar la faena. Rockeros, punkies y con mucha de cancha fueron cerrando el telón cerca de las 3 de la mañana. Así se fue otro festival donde primó la canción y la libre manifestación de una público que cantó varias veces en contra del gobierno y reconoció a la cultura como uno de los espacios para resistir lo que estamos viviendo y lo que vendrá.