Incendios voraces y difíciles de controlar azotan a Punilla Norte, en Córdoba. Más de 40.000 hectáreas quemadas en 6 días y de pronto aparecen en las redes imágenes y audios de vecinos denunciando que ¡los bomberos del ETAC prenden el fuego! ¿Que está pasando? ¿Porque en el incendio de Punilla hay vecinos que rechazan a los bomberos?

El Equipo Técnico de Acción ante Catástrofes (ETAC) es el grupo élite para catástrofes de la Policía de Córdoba. Depende del Ministerio de Seguridad y trabaja junto a los bomberos, pero por arriba de ellos. Son la élite. Más de 20 videos, fotos y audios aparecieron en las últimas 48 horas con el ETAC prendiendo fuego en mucho lugares y abandonándolos, reproduciendo el incendio. Y la indignación de los vecinos al merced del fuego no deja de crecer.

Compleja situación, pero es absolutamente real que “todo fuego es político”. Y no podemos dejar de hacer ese análisis si queremos entender qué está pasando.

El Plan de Manejo de Fuego fue creado por María Julia Alsogaray en el gobierno neoliberal de Carlos Menem y respondía a compromisos ambientales internacionales, derivados de la Cumbre de Río, obligatorios para el Estado argentino. Pero se le dio una doctrina propia, la ideología de ellos. El “Plan de Manejo del Fuego” nacional y su derivado cordobés, consideran al monte-bosque-pastizal como combustible que periódicamente e inevitablemente se prende fuego.

Hace pocos días el presidente de la Sociedad Rural de Jesús María y la vicegobernadora Myrian Prunotto afirmaban lo mismo: la existencia del bosque es el culpable del fuego. Destruyámoslo y se acaba el fuego (y crecen sus negocios).

En esa concepción, al fuego hay que manejarlo, dejarlo fluir, darle dirección, controlarlo sin que queme casas o bienes de empresas. Si no hay riesgo de “Interface” (es decir, de fuego cerca del límite de lo urbano y el monte), la orden a los bomberos y bomberas voluntarios es solo estar listos, no actuar. Y cuando la interface peligra, accionar.

El incendio de 2020 cambió la situación

En 2019, las luchas ambientales en Punilla derribaron el proyecto de una Autovía de Montaña para la Ruta 38. El proyecto faraónico buscaba, a media ladera de las sierras, colgar una autovía bioceánica con una pendiente de recorrido menor al 5% diseñada para camiones de gran porte que comuniquen Porto Alegre con Coquimbo llevándose puesto todo el pedemonte serrano e incluso un enorme yacimiento de uranio cerca de Cosquín.

Marchas, informes científicos, cortes y mucha solidaridad terminaron con el proyecto.

Pero al año siguiente, cuando llegó la temporada de fuego en agosto de 2020, se quemó todo el pedemonte entre Molinari y el lago San Roque. Parecía que el gobierno nos decía: querían su monte, allí lo tienen. Nosotros sin el negocio de la Autovía, pero ustedes sin su monte.

Esto decidió la creación de la Brigadas Forestales Comunitarias, autónomas, autogestionadas, autoequipadas, sostenidas por su comunidad e instruidas y entrenadas rigurosamente por ONG’s que estudian científicamente el fuego y rescatan la experiencia internacional del combate a los incendios.

Las Brigadas Comunitarias de mis compañeros y mis hermanitos nacieron para apagar el fuego del monte, de los bosques, de los pastizales que el gobierno no apaga y que ahora parece que mandó a prender.

Las brigadas van y lo apagan cuando pueden, y trabajan para eso. El Plan de Manejo y el ETAC no, no tienen ese objetivo.

Son dos concepciones distintas, las Brigadas defienden el monte porque se sienten parte de él, saben que los necesitamos, que no tendremos agua, que el clima se calentará, que los incendios degradan al ambiente haciéndolo cada vez menos habitable y menos sano.

Estas concepciones de las que derivan acciones tácticas chocan en incendios gigantes como el de ahora en Punilla. Yo pude presenciar en incendios anteriores cómo toda la parafernalia del Manejo del Fuego y el ETAC se apostaba junto a un country ilegal, cerca de Candonga, para protegerlo; mientras grupos de brigadas comunitarias confluían coordinadamente a atacar al fuego y en 36 horas lograron apagarlo. Los bomberos oficiales casi no actuaron. Dejaban fluir al incendio. Y miraban trabajar a los y las brigadas, sin conflicto.

Pero ahora hay problemas

El ETAC tiene orden de disminuir el material combustible, por eso prende fuego. No son contrafuegos que se realizan para pelar de vegetación una franja, como una calle de 50 metros, para lograr que allí se detenga el incendio. A los contrafuegos se los construye con topadoras y pala y picos, se pueden hacer con fuego con poco viento y con más humedad, porque si no se convierten en un nuevo foco de incendio. A esos cortafuegos de fuego se los cuida para que no desmadren.

Pero el ETAC prende y huye. En varios lugares los brigadistas vinieron y apagaron los fuegos del ETAC, y allí empezó la persecución a los brigadistas. Apareció otro grupo táctico de bomberos, el DUAR, para perseguir a los brigadistas que debieron esconderse en los bosques, mientras el ETAC seguía con sus “mecheros” prendiendo la espesura.

El poder político cordobés hoy necesita dos cosas

La primera es parar el incendio porque se está convirtiendo en un escándalo político para el gobernador Martín Llaryora.

Si se quema todo lo quemable, se apaga. No importa que no quede más que desiertos y páramos, no importa que los ríos y lagos se envilezcan aún más. Apurar para que ya no haya más nada por quemar. Por eso aparecen las camionetas del ETAC por todos lados, y cuando se van queda el fuego dantesco recién prendido. No hay otra explicación técnica para estas acciones.

Obviamente que también se apagaría si llueve (parece que no lloverá hasta fines de noviembre) y también se terminaría si las fuerzas gubernamentales se concentraran en apagar el fuego para que no se quemen los bosques y montes, pero eso está muy lejos de capacidad de perspicacia.

La segunda remite una máxima del capitalismo: toda crisis genera nuevas oportunidad. Destruir el corredor norte de la ruta 38 donde está llegando la Autovía Bioceánica permite habilitar toda la zona para el negocio inmobiliario, que es de ellos y sus empresarios carnales.

Todo el fuego de Norte Punilla es alrededor del valle que incluye la traza de la Autovia Bioceánica ruta 38 como se puede ver en el mapa de la Brigada Chiviquin. Por la plata y el fuego baila el mono.