¿Qué sucedería si un matrimonio grande acostumbrado a callar o a hablar lo indispensable, resolviera decírselo todo de aquí en más? ¿Podrían compartir sus pensamientos sin provocarse mutuamente dolor? ¿Hasta dónde podrían hablar y dónde deberían apostar al silencio para no herirse? La obra Mejor no decirlo, una encantadora comedia de la francesa Salomé Lelouch que no se había estrenado hasta ahora en la Argentina, plantea en la escena porteña estos interrogantes contemporáneos mientras bucea en un mar de sobreentendidos, miradas cómplices y genuinas búsquedas de honestidad. Mercedes Morán e Imanol Arias compartirán por primera vez escenario, componiendo a un matrimonio antológico bajo la dirección teatral de Claudio Tolcachir. La obra, que se estrenará el próximo viernes 22 a las 21, podrá verse por diez únicas semanas en la sala Pablo Neruda del Paseo la Plaza. Luego emprenderán una gira por países limítrofes, para presentarse finalmente en España durante la temporada 2025.
Morán y Arias interpretan a un matrimonio maduro que pasa sus días disfrutando de acompañarse pacíficamente, desafiándose en lo cotidiano con debates sagaces y salidas ingeniosas. “Esta pareja se quiere, se respeta y tiene una dinámica que les divierte. Pero hay un conjunto de cosas que no están dichas aunque se intuyan. Ambos las conocen. La razón los asiste a ambos aleatoriamente: a veces a mí, a veces a él”, advierte Morán con picardía y desmigaja un poquito la obra sin llegar espoilear. “A mí como actriz me interesa que la gente se divierta y se sienta identificada, pero sobre todo quiero que se vaya con muchas preguntas”, confiesa a Tiempo.
-Mercedes, estás volviendo al teatro después de siete años en los que trabajaste muchísimo pero en otros ámbitos. ¿Cómo vivís este retorno?
Mercedes Morán: -Tenía muchas ganas de volver al teatro, mi primer amor, y con una comedia. Tenía ganas de provocar risas y escucharlas. En estos años hice mucho cine y series, pero la última obra había sido en 2017: mi unipersonal ¡Ay, amor divino! Hacer una comedia pone en circulación una energía sanadora que hace muy bien, más en este momento… El tema como actriz es saber provocarla, pero es una energía que yo conozco bien y sé generar. Y tuve la fortuna de que Imanol accediera a venir a la Argentina para trabajar conmigo. Que le haya gustado la obra. Cumplimos un deseo que nos repetíamos desde hace años cada vez que nos cruzábamos en un festival o en alguna obra de Tolchachir.
-Imanol, en plena era de las redes sociales, la revalorización del diálogo y el contacto genuino sigue viniendo por el lado del teatro. ¿Te interesó esa dimensión de la obra?
Imanol Arias: -Me encanta esto, y que esta sea una comedia divertida. Una invitación a compartir la madurez de la vida. Todo lo contrario al antagonismo feroz que nos propone esta época con todas sus urgencias y tragedias. Para disfrutar la madurez de la vida hay que eludir los mandatos de la eterna juventud. Esta obra también nos habla de que el otro no es el enemigo. Aceptar que tal vez el otro puede iluminar mi pensamiento y transformar mi manera de ver, o al revés. Tenemos que volver a creer en la palabra, que destruye pero también crea. Nos está haciendo falta confrontar más afectuosamente.
-¿Cómo fue el periplo hasta llevar a escena una comedia de la dramaturga francesa Salomé Lelouch?
M.M.: -El productor Pablo Kompel me acercó varias obras y decidimos trabajar con esta comedia que nos plantea un collar de escenas cotidianas por las que transita un matrimonio grande. Es una pareja de dos personas que se han elegido en la adultez, se sobreentiende que cada uno tiene hijos por su lado. Ambos apuestan a ser honestos y a no callar nada que pueda generar malestar. Tienen una dinámica un poco de pareja más joven, que de alguna manera está tratando de aprender a decir las cosas mejor para no lastimarse. A veces cometiendo errores, pero tratando de corregir. Lo común a todas estas escenas es que hay una confrontación, pero está lejos de la típica pelea o discusión agresiva… En esta pareja se van dando interesantes conversaciones y reflexiones sobre política, cambio climático, sexo, géneros, subrogación.
I.A.: -Yo me siento elegido (se ríe). La obra es encantadora. Me resulta muy graciosa la dinámica de conversación/discusión que se plantea entre ambos personajes, hay un contrapunto muy inteligente. El proceso del teatro es maravilloso, porque a mí me llega esta obra bien adaptada y yo, a su vez, tengo que encontrar mi manera, mi habla, que es el castellano más que el español, pero sin tensionar ni romper la estructura de la obra. A esto hay que sumar que la obra originalmente no fue escrita para que la hiciera una pareja de dos nacionalidades diferentes. Para mí es un valor agregado.
Cruce de caminos
Morán y Arias vienen de atravesar un 2023 prolífico y creativo, donde vieron la luz muchos proyectos que traían desde tiempo atrás. Imanol interpretó al chamán de Nueva tierra, un inquietante thriller post apocalíptico español que se espera que llegue pronto a la Argentina; y también integró el elenco de El molino, film dramático de Alfonso Cortés-Cavanillas que se preestrenó hace unos días en 27ª edición del Festival de Málaga. Mercedes estrenó las películas Elena sabe (Netflix), inspirada en la novela de Claudia Piñeiro; y en cines Norma, del director Santiago Giralt, que la tuvo como protagonista y coguionista. El año pasado el actor español también anduvo de gira por varias ciudades argentinas con una compañía madrileña y bajo dirección de Rubén Szuchmacher, presentando una adaptación de Muerte de un viajante, el clásico de Arthur Miller. En el planeta streaming, a ella se la vio brillar en la segunda temporada de El reino, donde encarna a Elena, la esposa del pastor Emilio Vázquez Pena (Peretti).
-¿Cómo se construye desde la actuación, y en la fugacidad del teatro, esa intimidad vital que a una pareja de verdad le lleva muchos años?
I.A.: -Debo decir que hay un tiempo y dimensión anteriores a quien actúa, que el público desconoce, que es el autor de la obra teatral. Viene antes de todo, antes de que nosotros como actores veamos qué podemos hacer con el material. Y esa es una de las grandes virtudes del teatro, que sigue siendo analógico. Sigue siendo importante lo que hace cada persona. ¿Cómo logramos construir un vínculo en una interpretación? Primero con una buena obra, después un buen director.
M.M.: -Sí, sí, el autor lo es todo. Hay actrices muy jóvenes que han encarnado estupendamente a unas reinas que en su puta vida habían conocido, poniendo su imaginería en juego. No es fundamental la experiencia actoral. Aun con un mal actor se puede hacer un buen trabajo, pero con un mal autor se vuelve imposible todo. Y esta autora francesa, Salomé Lelouch, ha desarrollado esta comedia que funciona muy bien porque es dinámica y conecta bien los caracteres de los personajes.
-¿Qué singularidades tiene el montaje de Mejor no decirlo?
I.A.: -No hay una escenografía como tal. La obra originalmente está vestida para ser un libro y Claudio decidió que la hiciéramos en distintos lugares. Esta gente tan talentosa ha creado para nosotros un dispositivo ligero en el escenario. Abres una puerta y estás en el desierto. O hay una luz que de pronto hace que estemos en un barco. En un territorio mínimo vamos creando todos los lugares. Es como rodar un interior.
-Además de indagar sobre cuestiones actuales como el cambio climático, los géneros y el sexo, esta obra reivindica el derecho a madurar en plenitud, sin que nadie discrimine a nadie por haber pasado la frontera de los 50 años, 60, 70…
I.A.: -Hay mucho edadismo. Me sorprendió en estos días un crítico español conocido comentando que la última serie de Jodie Foster (la cuarta temporada de True Detective) era una porquería porque para él ella estaba vieja, estaba fea. ¡Qué dice! Por favor… Me parece terrible la apreciación y que eso circule. ¡Jodie está en lo mejor! «
Mejor no decirlo
De Salomé Lelouch. Dirección: Claudio Tolcachir. Actúan: Mercedes Morán e Imanol Arias. Estreno: viernes 22/3, a las 21. Sala Pablo Neruda, Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660, CABA.
Adaptación a cuatro manos
Junto con Pablo Kompel, Mercedes Morán se encargó de la adaptación de Mejor no decirlo, la pieza teatral que estrenarán en Paseo La Plaza.
¿Qué implica para una intérprete una buena o una mala adaptación? «La adaptación es un trabajo silencioso que siempre hemos hecho actrices y actores, directores… En general yo lo hago cuando se trata de obras que no son argentinas. Formalmente comencé con la obra Agosto (2007) y antes lo hacía igual aunque firmara el trabajo otro», cuenta la artista.
«Hay un secreto cuando se adapta un material extranjero que tiene que ver con subrayar lo universal –agrega–. A mí no me gusta argentinizar: me parece un espanto. Me gusta dejar la obra en su punto universal, donde deje de ser una obra estrictamente francesa, como en este caso, aunque pueda mantener cierto espíritu de ese país por la construcción de los diálogos».
A modo de conclusión, Morán puntualiza: «Pero la idea fundamental es que pueda generar empatía más allá de los idiomas».