En 1982 lanzaron su primer disco y durante esa década se consolidaron como referentes del rock en España. Ilegales es un grupo que desde la actitud punk que caracterizó a sus inicios, se volvió una banda ineludible a la hora de pensar en la producción de ese género dentro de la Península Ibérica, con guitarras eléctricas escupe verdades en la cara. “La hemos pasado de puta madre. Conseguimos artísticamente lo que pretendíamos y sin bajarnos de nuestras convicciones para decir las cosas y mirando al mundo desde aquí. Creo que es la única manera: disfrutar de lo que eres. Alcanzamos el éxito sin buscarlo y nos mantuvimos tanto tiempo sólo por hacer lo que nos nace de los cojones” cuenta el líder de la banda, Jorge Martínez, desde su casa de Oviedo, en Asturias, al norte de España. “La música, y el rock en particular, es una pasión que no se puede ni se debe intentar detener, sino que hay que entregarse a ella y dejarse llevar”.
Para festejar cuarenta años de trayectoria no querían que la nostalgia entrara en juego, por lo que, ayudados por el encierro obligado por el confinamiento, dejaron que surjan nuevas canciones y maduraron la idea de celebrar su aniversario con un álbum y michos invitados: Enrique Bunbury, El Niño de Elche, Loquillo, Evaristo Páramos (La Polla Records), Dani Martín, M Clan, Guille y Juanma (de Vetusta Morla) y los argentinos Andrés Calamaro y Cucho Parisi, de Los Auténticos Decadentes.
Como un homenaje a Pío Baroja, que tituló así una de sus trilogías, el disco se llama La lucha por la Vida. “Se trata de un escritor muy influyente para mi imaginario y mi manera de escribir. Además, creo que todo es un combate por sobrevivir, pese a todo” comenta Martínez, que agrega que por eso pusieron en la tapa una imagen psicodélica de Rasputín. “Ese sí que fue un sobreviviente: lo quisieron envenenar, lo golpearon con un atizador, le metieron un tiro, lo tiraron al rio helado y lucho por su vida, pudo resistir como nadie lo esperaba. En eso un poco se parece a Ilegales. Además, su muerte provoco que se inicie una revolución, es decir, valió la pena a pesar de todo”.
El estilo de Ilegales es reconocible, pero le permite tener matices. “Pudimos hacer este disco con gente que conocíamos que tienen estilos bien diferentes. Son todos músicos muy solventes y a casi todos los conocíamos. De aquí de España trabajamos con El Niño de Elche, que bien mas del flamenco, y Dani Martin que es mas pop, pero lo han hecho fenomenal porque cada canción era ideal para ellos. No elegimos amigos, que lo podríamos haber hecho, sino que ya con las canciones listas, dijimos a quien le puede ir, a quien le quedará mejor. Las canciones eligieron a los artistas. Entonces, cogí el teléfono y empecé a llamar”.
La canción con Andrés Calamaro, “Mi copa y yo”, es una mirada marcial a las adicciones y al alcoholismo, con un aire tanguero innegable. “Yo la escribí pensando en él, porque me gustaba como deconstruyó el tango “Volver” y le puso su impronta propia. Tiene un desparpajo que me dejó helado. Joder, tenia que llamarlo y que la cante y la verdad que nos encantó como quedó, es un artista increíble y por suerte aceptó este experimento”.
Martínez conoció a Cucho de los Decadentes en un evento: el Vive Latino, en México. “Es un tipo fantástico, de esas personas que te impacta inmediatamente cuando les conoces por primera vez. Me hizo una entrevista para una radio o no sé qué rollo, pero recuerdo que fue demencial, anfetamínica, diría. Fue de las más divertidas que me tocó. Entonces cuando escribí el tema la “Niña Voodoo”, dije: este tío tiene que cantar este tema. Quería su fuerza y su locura que había escuchado en los temas de los Auténticos. Me gustaba porque es bien distinto a nuestra manera de hacer música. Quedó fantástica”, reconoce el líder de Ilegales.
Enrique Bunbury fue el encargado de hacer un tema llamado “Ángel exterminador”, una canción sobre la guerra, “algo que fue una premonición creo”, dice respecto al complejo escenario actual de la guerra entre Rusia y Ucrania.
En ese sentido, la pandemia fue, para Martínez, “una situación que yo leía en libros de ciencia ficción cuando era chaval. Lo que sentí lo puse en la canción “Regreso del Vacío”, que hicimos con Guille y Juanma de Vetusta Morla. Hablo que estas cosas te hacen darte cuenta de lo que haz hecho y de lo que tienes ganas de hacer y que lo importante es estar vivo, que la luz vive en la oscuridad y que no hay que tener miedo, si no actuar, aunque nunca el camino es fácil, siempre hay piedras tierra y barro. Pero hay que seguir”, afirma el asturiano. “Creo que vino bien para repasar estructuras mentales que uno tenía fosilizadas y para tratar de no dejar asuntos pendientes, porque nunca sabes cuando llega el final”.
El cantante deja una reflexión después de un álbum tan colaborativo: “Me gustaría que el rock en español se una más. Que las genialidades del rock argentino sean más conocidas aquí en Europa, y al revés, porque hay muchas bandas que tienen muy buen sonido por todo España. O que la escena mexicana o colombiana o peruana gire más. Creo que si Latinoamérica se lo propone puede conquistar un mercado que está allí y que lo anglosajón se lo adueñó. A los latinos que viven en Estados Unidos, creo que les gustaría escuchar algo en su idioma. Veremos si lo logramos antes que explote todo”.