El próximo 30 de septiembre promete ser uno de esos días en el que de acuerdo al lenguaje popular, los planetas se alinean, por más que ese momento tan singular sólo se manifieste en la música: los que saben del asunto (tanto de arte como de astrofísica) sostienen que la expresión refiere a esos instantes en el que nos maravillamos por una manifestación de lo que consideramos perfección. “El (Teatro) Coliseo tiene unas características y un piano que son ideales, realmente perfectos para Piazzola y para Gershwin”, dice sin ocultar su entusiasmo quien será partícipe necesario de esa probable alineación planetaria: Horacio Lavandera, el increíble y multipremiado músico argentino y creador de “Noches de Música y Ciencia”, por primera vez en su dilatada trayectoria, ese día, juntará la obra del neoyorquino y del marplatense en un mismo concierto.

En su primera presentación en Buenos Aires luego del inicio de la pandemia (que estaba prevista para el 27 de julio y en la ciudad en la que no tocaba desde el 2018), Lavandera detalla algunos de los motivos de esa exaltación del ánimo que es el entusiasmo, término de origen griego relacionado con la inspiración divina. “El Coliseo no tiene tanta reverberancia como por ejemplo el Colón, y esa música (la de Gershwin y Piazzolla), que tiene una cantidad de cambios en las zonas medias y graves, unos cambios armónicos en esas zonas y también mucho trabajo melódico, el tipo de acústica del Coliseo la ayuda mucho, a que sea muy claro el modo como se van delimitando las frases. Así que el público se va a encontrar con las condiciones óptimas para el tipo de música que se va a escuchar. Y con un piano óptimo, que está muy preparado para este tipo de música, porque es un piano muy, muy brillante para este tipo de efectos, que los realza en el punto justo –desde mi subjetividad–, entonces estoy muy contento que se dé en el Coliseo. Y es importante destacarlo para que el público sepa que va a escuchar unas obras en un ambiente muy adecuado para este tipo de arte, es muy bueno cuando el arte, cuando las obras se encuentran en un lugar adecuado. Como por ejemplo estar tocando Beethoven en la filarmónica de Berlín: estás tocando con una acústica que está diseñada para la música alemana, la música de Beethoven, de Mendelssohn. Y en el caso del Coliseo parece hecho para la música de Piazzola y la de Gershwin, es notable. Eso está muy bueno para disfrutar mucho. Yo voy a disfrutar mucho como artista y creo que el público también va notar un impacto, una fuerza muy especial.”

De eso que sucede pero es inasible, esa alineación no cuantificable, “esta idea de estar buscando el infinito” que está más relacionada a “la astrofísica”, tiene la ventaja de “llevar a lugares mucho más subjetivos: el 30 de septiembre voy a estar dando un concierto en el que voy a estar creando una cantidad de sonidos que tienen que ver con esto que estoy contando, tienen que ver con la creación de sonido en ese momento, pero la cantidad de capas perceptiva en la que trabaja esta música son infinitas, y obviamente cada persona que vaya al concierto va tener un reflejo totalmente distinto con respecto a sí mismo y con respecto a lo que está viendo”.

El hombre que a los ocho años descubrió a Gershwin (“es mi disparador para dedicarme a la música, me dio como una energía y una vitalidad al punto de querer focalizarme totalmente en su obra”) y que con Piazzolla lo une casi una relación filial (su padre fue durante 40 años miembro de la Orquesta de Tango de Buenos Aires), encontró en la recreación de estos dos grandes en un solo concierto la posibilidad de “refrescar esa vitalidad, porque en esta pandemia perdí a dos seres queridos muy cercanos: a mi padre -de cáncer- y a mi abuelo al mes por covid”.

-¿La pandemia cambió algo tu relación con la música?

-Yo estuve más bien dedicándome a autores que me interesa mucho, ahondando en sus obras, en sus músicas, en sus maneras de pensar. Trato de estar muy tranquilo para ir desarrollando la música que sé que me va a gustar trabajar hasta que me muera, eso lo tengo claro. Trabajar las obras de arte que más me impactan.

-¿Y ya las tenés todas elegidas, es decir, bajaste la persiana, no le agregás ninguna más?

-Sí, sí, ya están elegidas. Hay obras que son grandes monumentos en la historia de la creación humana. Es también muy subjetivo. Pero me dedico a eso, elijo eso.

¿Y entre ellas, a modo de ejemplo, cuáles figuran?

-Cuando empezó la pandemia hice dos de las obras que voy a estar hasta que me muera tocando y estudiando. Las Variaciones Diabelli de Beethoven, y las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastián Bach. Yo tenía una gira por Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Canadá y China para la primera parte de 2020 y todo eso se postergó. Y se va a hacer para el 2023. Y una de las primeras cosas que hice apenas se suspendió, fueron estas obras que me fascinan, y que requieren mucho tiempo; y cuando empezó la pandemia tenía el tiempo. Las preparé con mucho amor, y las pueden disfrutar en mi canal de YouTube.


¿Cuándo?

Horacio Lavandera Gerwhwin + Piazzolla. Jueves 30 de septiembre 20:30, Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125.