En Tegucigalpa se respira un aire distinto. Después de los comicios electorales más decisivos en la historia democrática de Honduras el pasado 28 de noviembre, se percibe un ambiente de euforia, aunque la incertidumbre ya es una constante en un país vapuleado por Golpes de Estado, políticas neoliberales, violencia contra las mujeres y la pobreza que ya alcanzó al 74% de la población.
Xiomara Castro, la candidata del Partido de izquierda Libertad y Refundación (LIBRE), fue electa como la primera mujer presidenta con una victoria abrasadora: 51.54% ante un 35.43% de Nasry Asfura, el candidato del Partido Nacional (PN), que ya aceptó la derrota y felicitó personalmente a Castro.
El sentimiento colectivo es de celebración, sin embargo, el panorama todavía es bastante devastador. El ilegítimo Juan Orlando Hernández, junto a la cúpula del PN, vinculados fuertemente al narcotráfico, a redes de corrupción y con altos índices de impopularidad, salen del poder tras 12 años marcados por la violación sistemática a derechos fundamentales de las personas y de los territorios.
En medio del aumento de la violencia política y las campañas de odio contra las mujeres, fue el voto femenino el que más se reflejó en los conteos generales (51.7%) y los jóvenes dieron la estocada final con el “voto de castigo” que dio una ventaja irreversible a Xiomara frente a Asfura.
Los fuertes liderazgos femeninos que marcaron estas elecciones son clave. Rixi Moncada del Partido LIBRE y Ana Paola Hall, del Partido Liberal de Honduras. Asimismo, todo parece indicar que el gobierno de transición de Xiomara, integrado por fuerzas progresistas y de centro-derecha, estará trazado por una fuerte influencia de mujeres y ya se están figurando algunos nombres en la conformación de su gabinete.
Por su parte, la embajada de EE.UU. envió sus felicitaciones y sus intenciones de colaborar con la presidenta electa, quien hace 12 años lideró masivas movilizaciones, en respuesta al Golpe de Estado de 2009 al expresidente Manuel Zelaya, esposo de Castro. Habría que analizar también el rol que estaría jugando China Continental en los próximos meses. Castro ha asegurado que abrirá de inmediato relaciones diplomáticas y comerciales con el gigante oriental y que revisará las relaciones diplomáticas con Taiwán, pero hay analistas que ven muy compleja esta posibilidad.
Una de las promesas de campaña de Castro y una de los desafíos del gobierno de Zelaya, fue la consulta popular para crear una Asamblea Nacional Constituyente, pero ya han descartado que esté contemplado, al menos en el corto plazo. Los partidos que fueron en coalición a nivel presidencial con LIBRE, el PSH y el PINU, ya expusieron su desacuerdo y Zelaya ha descartado que estén las condiciones para hacerla.
Xiomara ha anunciado unas 30 acciones para sus primeros cien días de gobierno. Algunas son medidas urgentes, como el “desmonte” de la dictadura juanorlandista con la derogación de la Ley del Consejo de Seguridad y Defensa, Ley de Secretos, Ley de Zonas Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), y las nefastas Reformas del Código Penal, entre otras, aprobadas en el Congreso Nacional.
Ante ese panorama, serán muchos los obstáculos, pero Xiomara estaría reuniéndose en estos días con diferentes sectores para hacer frente a la multiplicidad de crisis. El alto grado de gobernabilidad que proyecta su administración es una ventaja, no obstante, deberá tomar como prioridad la construcción de un Estado de Bienestar, tal como ha prometido en campaña, que ha estado acuerpada por distintas organizaciones de mujeres y del movimiento social.
Los problemas de Honduras son graves. La mitad de la población vive en pobreza extrema, el fenómeno migratorio se profundiza cada año. El país está severamente endeudado y se ha agudizado la criminalización a los pueblos y personas que defienden los bienes comunes. Revertir las políticas neoliberales extractivistas y las políticas represivas tampoco será tarea sencilla, bajo el mando del Comando Sur y la “colombianización” de la seguridad, pero ha sido promesa de Castro detener “la política de guerra”.
Asimismo, el nuevo gobierno tendrá que hacer frente a la negligente gestión de Hernández en la pandemia por el covid19 y el paso de los huracanes Eta e Iota. Una de las presiones más fuertes es la instalación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH), que investigue y judicialice a los corruptos como en Guatemala, pero esta podría tardar varios años en funcionar.
Este nuevo gobierno -que estará marcado por el poder femenino- arrancará su mandato en ruinas, pero es importante resaltar que se siente un aura de cambio. En otras palabras, la presidenta electa, que tomará posesión oficial de su cargo el 27 de enero del 2022, no tendrá una tarea sencilla para restablecer el orden democrático, pero cuenta con apoyo y credibilidad de muchos sectores, lo cual es insólito y esperanzador para el pueblo hondureño.