Como un pase de rugby que conecta con precisión, la memoria de Ricardo Riobó Vaca sigue recorriendo el tiempo, llevando consigo el espíritu de lucha y compromiso de un joven que soñaba con un mundo más justo. En el campo de juego, como en la vida, jugó siempre con la misma pasión y convicción, defendiendo los ideales en los que creía, con la misma fuerza que utilizaba para empujar la pelota hacia la línea de ensayo.

En el marco de las políticas de memoria y derechos humanos, el municipio de Lomas de Zamora, impulsadas por el intendente Federico Otermín, continúa con la señalización de las esquinas de Turdera para homenajear a los detenidos-desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. Este miércoles por la mañana, se llevó a cabo la segunda señalización en la calle San Benito 973, en su honor.

Familiares, amigos, vecinos y representantes de organismos de derechos humanos se hicieron presentes para rendirle un afectuoso y cálido homenaje. La señalética fue emplazada a pocos metros de su casa. Los hermanos Daniel y Patricia participaron de este significativo acto.

Contra el olvido

“Era un joven con ideales firmes que anhelaba un mundo más justo. Estudiaba en la Universidad del Salvador y trabajaba de utilero en el Teatro Municipal General San Martín, donde se encargaba de confeccionar hermosos títeres. Su trabajo reflejaba no solo su talento, sino también su sensibilidad como ser humano, algo que nos robaron con su desaparición. Estas actividades son importantes, no solo para recordarlo a él, sino también para mantener viva la memoria del horror vivido durante la dictadura cívico-militar. Los homenajes como este son un aporte más a la tarea colectiva de sostener la memoria, crear conciencia y obstruir el olvido”, señaló su hermano Daniel.

Patricia, su hermana, le dedicó emotivas palabras, describiéndolo como un joven de gran compromiso social y militante, profundamente comprometido con una sociedad más justa e igualitaria para todos y todas.

Deportista y militante, jugaba al rugby en el Club Pucará y militaba activamente en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de la Universidad del Salvador. En 1975, fue elegido delegado ante el Consejo Superior de la Universidad.

Víctima de una patota policial

«Manolito», como lo llamaban sus compañeros de la facultad, fue secuestrado durante la madrugada del 23 de mayo de 1978 en la casa de sus padres en Turdera por una patota que se identificó como personal policial. Es uno de los más de 150 rugbiers desaparecidos durante la última dictadura militar, y su historia figura en el libro de la escritora Carola Ochoa, Los Desaparecidos en el Rugby.

El homenaje fue impulsado por el Municipio de Lomas de Zamora, con la participación de funcionarios de distintas áreas. La primera señalización fue en la esquina de la avenida Hipólito Yrigoyen y Cabildo, en memoria de Pedro Juan Berger y María Antonia Berger, en octubre último.

Un acto de memoria que, como tantas otras luchas por la justicia, se mantiene firme como bandera de nuestra historia y de la búsqueda incansable de Verdad y Justicia.