Este verano, el Museo Histórico Nacional, ubicado en el barrio de San Telmo, aborda por primera vez el siglo XX como parte de la exhibición estable en sus salas, al mismo tiempo que presenta una serie de actividades gratuitas para las infancias. Entre ellas, se destaca especialmente “Historias de las malas palabras”, un taller dirigido a chicos y chicas de 7 a 10 años, que aborda problemáticas históricas a través del uso del lunfardo y los cambios de la lengua a lo largo del tiempo.
“Encontramos en el lunfardo un recurso interesante que atraviesa los primeros ejes de la exposición (vivienda, transporte y medios de comunicación) y que nos permite hablar de la inmigración, de la vida en los conventillos, de cambios tecnológicos, de estereotipos y de historias familiares y recuerdos de distintas generaciones de abuelos/as, padres, madres que a partir de expresiones del lunfardo como ‘pegame un tubazo’ le explican a los más chicos la odisea que era comunicarse con alguien en una era sin whatsapp ni Internet”.
Incluso hay adolescentes que le llaman ‘tubo’ a su celular como una palabra canchera, sin relacionarlo con el teléfono fijo de generaciones anteriores. Por eso lo pensamos como una actividad participativa para toda la familia”, dijo a Tiempo la historiadora Mariel Mendez, una de las coordinadoras de la actividad.
Palabras vulgares
No por nada el taller se llama “Historias de las malas palabras”: la modalidad de la actividad implica, en gran medida, contar anécdotas o relatos alrededor del origen de las palabras consideradas vulgares. En ese sentido, explica Méndez, que hay un prejuicio de base para que el lunfardo haya tenido mala prensa durante tanto tiempo.
“El propio término «lunfardo» deriva de “lombardo”, relativo a la región del norte de Italia. Como los lombardos fueron reconocidos como banqueros y, por lo tanto, prestamistas, a los ojos del resto de la sociedad europea eran considerados estafadores, ladrones. Por eso muchos inmigrantes, mayormente italianos, que «deformaban el castellano» fueron asociados con el mundo criminal y estigmatizados”, cuenta y continúa:
“Uno de los términos que trabajamos en el taller es el uso de ‘canillita’ para referirse a quien vende diarios y revistas. Es una palabra lunfarda que inventa Florencio Sánchez en su obra Canillita (1902) y es la historia de un nene que vende diarios y al que llaman así porque es muy flaco, usa pantalones cortos y se le ven las canillitas de los pies. No sólo nos permite relacionarlo con la importancia de los diarios como medio de comunicación a principios del siglo XX, sino también con la problemática del trabajo infantil”.
“El lunfardo es una puerta de entrada para pensar cómo cada época determina nuestras formas de comunicarnos. Si bien hay muchas palabras del lunfardo de las que cuesta rastrear su origen preciso más allá de su significado, como ‘trucho’, ‘atorrante’ o ‘macana’, ponemos el foco en el contexto histórico en que estas palabras surgieron: pensar el proceso de inmigración masiva, la vida cotidiana de los sectores populares y las problemáticas sociales que la atravesaban”.
“Es una forma de visibilizar también la influencia afro-brasileña e indígena en nuestro lenguaje (con palabras como ‘pilcha’, ‘pucho’, ‘cacho’). Incluso trabajamos la influencia ‘gamer’ en las nuevas generaciones, donde son los más jóvenes quienes tienen que explicarles a los adultos términos como «NPC» o «carrear». Estos ejemplos nos permiten marcar, a través del lenguaje, un cambio tecnológico y cultural respecto del siglo pasado”, agrega.
“Además, en la actividad se reflexiona acerca de la valorización moral que se le da a determinadas palabras. “El gran Roberto Fontanarrosa, preguntó en un discurso ‘¿Por qué son malas las malas palabras? O sea, ¿quién las define? ¿Por qué? ¿Qué actitud tienen las malas palabras? ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son malas porque son de mala calidad? O sea, ¿cuando uno las pronuncia se deterioran y se dejan de usar?’ y ese es el punto de inicio de nuestro taller”.
El nombre surgió de investigar la historia del lunfardo y cómo se lo asoció (erróneamente) a las expresiones de los delincuentes construyendo un estereotipo de los sectores marginados vinculados a la ‘mala vida’. Incluso Antonio Dellepiane, quien fue director del Museo Histórico Nacional entre 1916 y 1932, publicó su propio diccionario de lunfardo llamado El idioma del delito en 1894”.
“Gracias al teatro, el tango y los medios de comunicación de masas, el lunfardo se fue extendiendo a nivel regional y penetrando en sectores más amplios hasta asimilarse por completo. Las palabras no cambiaron, cambió la sociedad. Lo malo entonces no es la palabra en sí, sino el uso que se haga de ella. Muchas veces, lamentablemente, se usa una nacionalidad, un rasgo físico o una característica determinada como insulto. ¿Lo que está mal es la palabra?”, reflexiona Mendez.
La actividad tendrá lugar los Miércoles 22 y 29 de enero a las 15, y el Sábado 25 de enero a las 16 en el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600, CABA). El ingreso es por orden de llegada, con un cupo de 15 personas, y se requiere que los acompañantes adultos permanezcan en el taller con los más chicos.
Otras actividades para las infancias
“Boleto Capicúa” es un taller pensado para explorar los cambios y continuidades en la forma de viajar en Argentina durante el siglo pasado. A través de la técnica del collage, los chicos y chicas podrán diseñar sus propios boletos y viajar al tiempo y lugar que deseen.
La actividad se realizará los jueves 23 y 30 de enero a las 15 y el domingo 19 de enero a las 16. Está dirigida a niños y niñas a partir de 5 años, con un cupo máximo de 15 personas por orden de llegada. Importante: no se suspende por lluvia, y las personas acompañantes deberán participar y permanecer durante la actividad.
“Historia para armar” es otra propuesta, que invita a armar rompecabezas basados en las obras de la exposición Pintores de la historia. Este taller tendrá lugar los viernes 17 y 24 de enero a las 15 horas y también está destinado a niños y niñas desde los 5 años. Al igual que en “Boleto Capicúa”, no se suspende por lluvia, y se requiere la participación y permanencia de los acompañantes durante la actividad.
Además de los talleres para las infancias, el museo ofrece actividades para todo público que invitan a explorar la historia y el patrimonio argentino. Las visitas guiadas recorren las exposiciones permanentes Tiempo de Revolución y Tiempo de Provincias, con explicaciones a cargo de guías especializados del museo.
A la vez, hay una actividad especial denominada “Recorrido por la reserva patrimonial”, que permite conocer uno de los depósitos de patrimonio del Museo Histórico Nacional. Durante el recorrido, el público podrá ver objetos de la colección que no están exhibidos en sala y conocer el detrás de escena de las tareas de preservación del patrimonio. El recorrido se llevará a cabo el domingo 26 de enero, con dos horarios disponibles: a las 14.30 y a las 16.30
Todas las actividades tendrán lugar en el Museo Histórico Nacional, en Defensa 1600, CABA.