El jueves a las 20 y 22.30 se presenta Vivo en Bebop, el disco de Daniel Maza, Hernán Jacinto y Pipi Piazzolla que grabaron precisamente en Bebop. “Cada concierto es muy distinto al anterior por más que hagamos la misma lista de temas”, dice Jacinto, responsable del piano, teclados y coros en el disco y en la presentación, sin querer caer en el lugar común, pero sin encontrar otro mejor argumento para explicar por qué presentan en vivo un disco que surgió del vivo. “Hay mucho Uruguay -agrega refiriéndose a que son casi todas canciones uruguayas, adoptadas como propias por su experiencia con Rubén Rada y el profundo uruguayismo del uruguayo Maza-. Y creo que hay algo que se da que está buenísimo: estás escuchando canciones pero de repente pueden pasar cosas inesperadas. Los tres nos divertimos mucho tocando y explorando nuevas ideas.”
Es decir que no hay más ni mejor explicación que juntarse a tocar en un lugar que los considera huéspedes destacados, acaso el motivo central que los llevó a registrar una noche en el lugar, para ahora volverse a juntar para mostrar lo registrado en esa noche. “Por suerte se sigue llenando”, sonríe Jacinto. “Vamos a tocar el disco exacto, el mismo orden. Lo que sí hicimos fue arreglar algunas partes, cambiamos cositas. Pero no mucho más: ya los temas están tan arreglados qué es un poco difícil arreglar lo que ya está arreglado: pusimos algunas cosas puntuales como para que cambie la energía. A pesar de que son todas canciones, las abordamos desde un lugar muy libre, muy divertido siempre.”
Y como suele suceder con algunas de las mejores cosas de la vida, aquel show que dio para dejar registro no estaba en los planes de nadie, al menos en principio. “Era para cubrir una fecha que se había caído en Bebop. El repertorio armamos en minutos habíamos hecho unos conciertos antes con masa pero solo instrumental. Y algunas cosas sí las repetimos, pero fue como: a ver, empecemos. Fue todo muy informal. Y después se sumó el Pipi y se armó el trío: sumamos batería porque creíamos que iba a estar más bueno todavía.”. Fue tan bueno que repitieron y surgió el material para un disco. Que en tiempos de digitalización de la música, y más de una como el jazz, tan cautiva de la improvisación y el talento de lo inmediato (o que invita a ser escuchada en cierto sosiego), sigue llamando la atención el impulso por registrarla.
“Para cualquier artista tener discos es como registrar etapas y momentos de tu vida. Son como las fotografías de tus distintos momentos, y son re importantes. Hay gente como que no le da bola y hay gente que sí. Me pasó por ejemplo con Oscar Giunta, gran baterista. Tenía muchas discusiones con él porque estaba negadísimo a grabar discos. Le decía: tenés que tener discos te va a abrir puertas vas a ver que te cambia. Le rompimos las pelotas con Flavio (Romero) que era el contrabajista en ese momento, y tal es así que consiguió grabar en Estados Unidos. Y fuimos allá y grabamos. Y recién a partir de que grabamos el trío como que explotó: empezamos a laburar el doble. Obviamente que los discos de jazz no tienen las reproducciones de los discos mainstream, y no nos hacemos millonarios con eso. Y a veces tenés suerte y un tema te lo meten en una playlist super escuchada: en mi caso fue un tema con un tema de mi disco Hope, una versión de un tema de los Beatles, que lo pusieron en una que está Herbie Hancock y todos los pianistas actuales, y ves la lista y yo soy el único sudaca (risas). Llegó como a un millón de reproducciones qué es un montón para un disco de jazz y mucho más para alguien argentino. Y gracias a ese tema los oyentes empezaban a escuchar un poco más los otros discos.”
Pero hay algo más: en la era de la imagen las fotos se desechan por demás, ofreciendo una imagen poco precisa del pasado, como si el presente fuera una edición permanente de eso que queremos que quede en el recuerdo. “Te diría que me escucho bastante, escucho al Hernán del 2007, 2008 y aprendo bastante de ese Hernán. El otro día me pasó que estaba escuchando un disco en vivo del 2016 en el CCK y yo estaba muy nerd con todo, pero más que nada con el piano. Recién me había comprado un piano de cola y estaba emocionado, técnicamente estaba muy afilado. Y dije: tengo que volver a estudiar, quiero volver a aprender del Hernán de ese momento. Y está muy bueno: en otros te das cuenta de que te reiterabas mucho. Incluso te pueden servir para otros aspectos de tu vida: si me reiteraba mucho capaz estaba muy cerrado, o tenía algunas cuestiones emocionales. Es genial escucharse, poder ir para atrás. Lo hago mucho y me sorprendo para bien y para mal.”
Más que esperanzas o deseos especiales, como otros músicos, Jacinto guarda rituales previos a la salida a escena, que van cambiando según quiénes son sus compañeros de aventura a la par, o a quién acompaña como parte de una banda. Siempre hay algunas ceremonias. A veces se van repitiendo y a veces no, y también depende de las agrupaciones. Me acuerdo que con Pedro Aznar sí o sí antes de cada show hacíamos diez minutos de meditación, entonces estábamos todos en un círculo. Con mi trío (Fernando Moreno y Flavio Romero) hacemos una mini ceremonia, es como una mini meditación que nos abrazamos los tres y sin hablar juntamos las cabezas. No sé si es por eso o qué pero pinta una conexión tremenda. En cada agrupación siempre hay una mini ceremonia antes de subir. Puede ser un brindis también, cualquier cosa. En mi caso me gusta más esa cosa de bajar muchos cambios, sobre todo en el género del jazz. Imagino que les debe pasar algo así pero más heavy a los músicos de música clásica. Hice meditación mucho tiempo y yoga y esas cosas que te conectan más con la respiración. A veces noto que tengo el pulso más acelerado y digo: pará, hago respiraciones largas, y subo.”
Maza, Jacinto, Piazzolla
Lanzamiento y presentación de su disco Vivo en Bebop, jueves 19 a las 20 y 22.30, Uriarte 1658.