Una de las razones esgrimidas por YPF y su asesor técnico y financiero –la consultora internacional Arthur D. Little– para elegir a Punta Colorada por sobre Bahía Blanca para emplazar la planta de gas natural licuado (GNL), fue que en la locación de Río Negro se puede instalar un “puerto de aguas profundas”.
Además, la petrolera y su consejero también destacaron las “sinergias” que se lograrían en Punta Colorada al combinar las actividades de la futura planta de GNL con el proyecto del Oleoducto Vaca Muerta Sur.
Los dos puntos, ampliamente reproducidos, en realidad abren un interrogante sobre cuál será la hoja de ruta que llevará desde acá hasta la planta de GNL funcionando en largos 10 años. Existe un tercer aspecto, agregado por los funcionarios nacionales y algunos comentaristas, sobre que se precisa el puerto de aguas profundas para “recibir súper petroleros”.
El puerto
El sentido de una planta que produce gas licuado es transformar el gas en un líquido, el que luego es cargado en un barco (algunas veces llamado metanero) para ser transportado hacia un destino que tiene que estar algo lejano para justificar este método por encima del transporte por un gasoducto.
Los barcos metaneros más grandes tienen un contorno que se parece al rectángulo formado por dos canchas de fútbol, 200 metros de largo o más por 45 o 50 metros de ancho. Además, tienen una característica distintiva: su calado. A diferencia de otras naves de carga, los metros que quedan por debajo del agua son pocos, no más de 12 en los más grandes.
Esa es la razón por la que los barcos metaneros pueden operar en aguas poco profundas, como las que rodean a la terminal portuaria de Escobar, sobre el río Paraná, a poco más de 50 kilómetros al noroeste de la Ciudad de Buenos Aires, y que no superan los 15 metros. El puerto de Bahía Blanca suele tener una profundidad similar.
Es decir, para cargar gas licuado en un “súpermetanero” no hace falta un puerto “de aguas profundas”. La Sabine Pass LNG Terminal, ubicada en la costa de Louisiana y una de las principales terminales de exportación de GNL de Estados Unidos, tiene la misma profundidad que Escobar y comparte con ésta que su acceso es un canal –de 10 kilómetros– que debe ser dragado permanentemente.
El petróleo
La mención a la posibilidad de aceptar “superpetroleros” es un sinsentido. La discusión siempre fue sobre la locación de una planta para exportar gas licuado, no una terminal para exportar petróleo. Es llamativo que la viabilidad de una enorme inversión, que según dejaron trascender las autoridades de YPF y los funcionarios del gobierno nacional, podría implicar la friolera de U$S 30.000 millones, haya sido dada en parte por un negocio –el petrolero– que es otra cosa.
Es cierto que los superpetroleros tienen un calado –o sea, la profundidad que alcanza en el agua la parte sumergida de un barco– mucho mayor que los metaneros, de 28 metros en los Very Large Crude Carrier (VLCC), que componen la columna vertebral del transporte marítimo de crudo actual. Pero ese es otro negocio.
Sin embargo, si a este planteo se le suma el del oleoducto Vaca Muerta Sur, la cuestión adquiere otro color. Días atrás, YPF anunció que junto con otras petroleras ya tomó la decisión de construir ese oleoducto que transportará petróleo –no gas– desde Vaca Muerta hasta Punta Colorada.
No es un proyecto cualquiera. La producción de petróleo en Vaca Muerta creció 23,2% en junio pasado respecto del nivel de junio de 2023, en un contexto en el que la extracción del resto del país va en descenso. El petróleo de Vaca Muerta ya alcanza a la mitad del total extraído en el país y dadas las tendencias en escena, pasará a ser la mayoría dentro de poco.
YPF produce la mitad del petróleo de Vaca Muerta. Le siguen en importancia desde lejos Pan American Energy (16% de lo extraído en Vaca Muerta), Vista (9%), Pluspetrol (5%) y Tecpetrol (3%). YPF y Vista son las dos petroleras cuyas producciones más crecieron en el último año mientras que el resto se encuentra más o menos igual. De allí que ambas firmas sean de las más interesadas en impulsar el oleoducto a Punta Colorada.
El oleoducto
Que este es el negocio principal hoy y no el gas lo confirman las declaraciones de la secretaria de Energía de Río Negro, Andrea Confini, quien destacó en relación a las oportunidades que se abren para las empresas de la zona el hecho de que «en tres años YPF va a estar exportando petróleo y tenemos que estar preparados para eso”. La funcionaria señaló que esas exportaciones de petróleo requerirán “mayor inversión en infraestructura y aumento de capacidad territorial para el crecimiento poblacional que esperamos».
El plan del Oleoducto Vaca Muerta Sur es transportar el crudo de los principales yacimientos de YPF: Loma Campana, La Amarga Chica, Bandurria Sur y Aguada del Chañar. Debería transportar unos 350.000 barriles de petróleo por día hacia el primer trimestre de 2025 para pasar a más de 450.000 barriles diarios en la segunda mitad de 2026. Para tener una proporción, en junio, las petroleras de todo el país produjeron un promedio de 687 mil barriles diarios de petróleo.
Algunos analistas creen que más de la mitad de la producción argentina de petróleo podría viajar por el oleoducto hacia la exportación una vez que entre en funcionamiento. YPF y las demás petroleras meterán el oleoducto dentro de los beneficios del RIGI, con lo que durante 30 años gozarán de grandes exenciones impositivas y podrán disponer libremente de los dólares obtenidos con la exportación.
Es decir, la futura planta de GNL se va a levantar en una zona donde ya estará instalada una gran terminal de exportación de petróleo, con un movimiento permanente de grandes barcos. La compatibilidad operativa (o «sinergia», según YPF) de ambos negocios está por verse.
Para facilitar las exportaciones de petróleo, el gobierno incluyó un capítulo en la Ley Bases, el Título VI, cuyo sentido es, básicamente, eliminar la obligación de las petroleras de cubrir las necesidades del mercado interno antes de exportar.
Con esa norma en la mano, YPF y las demás petroleras privadas se preparan para crear una autopista que lleve el crudo en forma directa desde Vaca Muerta a los barcos para cubrir las necesidades energéticas de otros países. La fantasía de que “el país exporta” se diluirá cuando los dólares que genere la exportación queden en poder de las petroleras.