Más de 5100 militares estadounidenses están contagiados de coronavirus, y la cifra va creciendo a un ritmo de 300 por día entre soldados, civiles, dependientes y contratistas, según fuentes del Pentágono a una publicación para las tropas de ese país. Como dato relevante, este martes ingresó la base naval de San Diego el destructor USS Kidd, con 64 marineros infectados, los que se suman a los casi 500 que se habían registrado en el portaaviones Theodore Roosevelt, que en su momento causó un fuerte cruce entre el comandante de esa nave y las autoridades de Defensa. Esta seguidilla de situaciones motivó un pedido de informes de un puñado -muy menor por cierto- de legisladores demócratas al titular de esa cartera.
El USS Kidd es un destructor lanzamisiles teleguiados de la clase Arleigh Burke. Se trata del más potente artefacto de esas características salido de astilleros proveedores de la Marina de Estados Unidos. El diseño incorpora las enseñanzas que le dejó a la Marina Real Británica su incursión en Malvinas en 1982.
Ante los primeros casos comprobados de Covid-19, el comandante pidió autorización para regresar a tierra, donde se testeó al 63% de los tripulantes, que es la cantidad que estuvieron en contacto con el caso 0. Los positivos, según las autoridades, fueron 64, pero el número podría crecer. Por ahora, los casos negativos seguirán en cuarentena mientras el barco recibirá una limpieza a fondo.
USS Kidd había sido destinado a la operación contra el gobierno de Venezuela que pretende llevar a cabo el gobierno de Donald Trump en el marco de lo que llamó el combate al narcotráfico en aguas del Caribe.
El incidente en portaaviones, a fines de febrero, llevó a que el capitán Brett Crozier filtrara una comunicación donde acusaba a las autoridades a cargo de no escuchar sus reclamos de regresar a puerto cuando ya tenía algún contagiado. “No es tiempo de una guerra”, sintetizó el marino. Crozier fue relevado del cargo por el secretario de Marina, Thomas Modley. Pero se fue del buque entre los aplausos y vítores de sus subordinados.
El viernes, en otra misiva -esta vez al titular de la cartera de Defensa, Mark Espert- un grupo de legisladores demócratas afirma que no hay liderazgo en ese departamento ante el avance del coronavirus, y que por esa razón el Roosevelt atracó en Vietnam cuando se sabía que podría contagiarse. La nave finalmente se estacionó en la base de Guam.
Los congresistas, no más de diez, entre los que destaca la senadora Elizabeth Warren, también cuestionan el despliegue de tropas en la frontera mexicana y que no se haya emitido una guía de seguridad para evitar contagios en el proceso de reclutamiento, que se abrió en marzo, como cada año.
Esto implicó que hubiera entrevistas personales cuando ya era evidente que ese tipo de formulismos era un riesgo para la salud. “Los comandantes locales conocen sus unidades y entornos operativos mejor que nadie en el Pentágono -sostienen- pero no son expertos en salud pública”.
En Military Times, un portal que publica información destinada a efectivos de las Fuerzas Armadas de EEUU, la periodista destacada en el Pentágono, Meghann Myers, revelo que hasta este miércoles se habían registrado 5.088 casos de Covid-19 entre personal asignado en el Departamento de Defensa.
Esto incluye a tropas enroladas, civiles y contratistas, que son la forma burocrática para definir a los mercenarios que cumplen tareas en alguno de los campos de batalla donde se despliegan fuerzas regulares. «Nuestro deseo, nuestra aspiración es expandir las pruebas, especialmente para grupos que probablemente estarán en zonas más estrechas», dijo a MT el general del ejército Mark Milley, comandante del Estado Mayor Conjunto.
Tomando en cuenta solo los que visten uniforme, la tasa de infección es de 1,338 por millón, dice en informe, la mitad de la tasa general del país. Pero si se incluye a todo el personal que cumple tareas para el Pentágono, la cifra de contagiados es igual al resto de los habitantes, aunque la tasa de mortalidad -había 17 muertos, incluido un civil- es de 0,3 %, contra un 4% de la población de EEUU.
En este último índice es clave el servicio de salud de las Fuerzas Armadas, claramente muy superior al que tienen los ciudadanos comunes.