Que sea una cifra redonda tal vez resulte lo menos importa. Pero hoy se cumplen 100 días desde que Hamas desató su ataque sobre la frontera y el territorio de Israel. Justamente cuando en las últimas horas se reportaron al menos 135 muertes y 312 personas resultaron heridas por los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza. Sólo pasaron dos horas de la denuncia de la ONG Save The Children que calificó de «monstruosa» la situación en la Franja de Gaza: lo fundamenta en el dato de que al menos 10.000 niños murieron en el enclave desde el inicio de la ofensiva israelí, lo que equivale a una media de 100 niños o niñas muertos por día.

Sí, un espanto.

Pero como si pasaran pocas situaciones lamentables para la humanidad en Medio Oriente, por tercer día consecutivo, las fuerzas conjuntas de Estados Unidos y el Reino Unidos, bombardearon distintas zonas de Yemen, al sur de la península arábiga, con el objetivo centrado en los emplazamientos militares de los rebeldes hutíes, quienes se responsabilizaron de una seria de ataques contra buques comerciales en el mar Rojo en «solidaridad» con los palestinos. Las fuerzas que integran la OTAN atacaron unas 73 localidades, incluyendo la capital Sanaá y la ciudad portuaria de Hodeida y dejaron al menos cinco muertos y seis heridos.

Este nuevo conflicto hizo elevar temores a una expansión regional del conflicto en la Franja de Gaza.

Los motivos son sobrados. Por un lado, a pesar de la colosal disparidad de fuerzas los rebeldes hutíes no se amedrantan y a las pocas horas del primer ataque lanzaron, como represalia, un misil balístico antibuque. Decididamente la escalada de violencia es impredecible. Pero además fue Hamas la organización que lanzó una dura advertencia por Telegram: «Condenamos enérgicamente la flagrante agresión estadounidense-británica en Yemen. Los hacemos responsables de las repercusiones en la seguridad regional».

El 7 de octubre de 2023, hace 100 días, Hamas desató un violento ataque que se cobró la vida de no menos de 1200 isralíes. La reacción no tardó en producirse y aún continúa. La ofensiva en la Franja de Gaza dejó hasta el momento más de 23.700 muertos, una gran mayoría de ellos mujeres y niños, y una grave crisis humanitaria.

Los hutíes forman parte del autodenominado «eje de resistencia», una agrupación de movimientos armados hostiles a Israel y apoyados por Irán en el que también están Hamas y el movimiento chiita libanés Hezbollah. Desde el estallido de la guerra en Gaza, los hutíes lanzaron numerosos ataques cerca del estrecho de Bab al Mandeb, que separa la península de Arabia de África, forzando a muchos buques comerciales a evitar la zona, lo que encarece y retrasa el transporte entre Europa y Asia. Pero se intensificaron en los últimos días: al menos ese fue el fundamento que esgrimieron Estados Unidos y el Reino Unido para justificar su andanada bélica. Un espiral que, se teme, aleje cualquier posibilidad de paz.

Justamente hubo repercusiones internacionales. Por caso, China expresó su «preocupación» por la escalada de tensiones y pidió «moderación» a todas las partes. “El mar Rojo es un importante punto de paso para la logística internacional y el comercio energético». Por su parte, Irán condenó los bombardeos británico-estadounidenses calificándolos de «acción arbitraria» y «violación» del derecho internacional. Y Rusia los tildó de «ilegítimos» pero la OTAN los defendió como acciones «defensivas».   «