Algo que les gusta repetir a los voceros de las sociedades anónimas deportivas es que el proyecto oficialista para el fútbol argentino, impulsado por decreto, no implica una obligación. Lo que proponen, dicen, entrega otra opción para administrar a los clubes. Que los socios puedan elegir. Esta idea de libertad, de la que se jacta el gobierno, como lo hizo en estos días el ministro desregulador, Federico Sturzenegger, choca de frente, sin embargo, con la imposición a la AFA para que adecúe su estatuto a lo que pretende el gobierno. 

Esa fue la novedad (aunque previsible) de la semana, la publicación de un decreto que reglamenta las modificaciones a la Ley del Deporte establecidas en el mega decreto de diciembre pasado. Lo que hace es obligar a todas las asociaciones, federaciones y confederaciones deportivas -lo que incluye a la AFA, que es la que les importa- a que acepten dentro de su estructura la figura de las sociedades anónimas deportivas. El decreto impone el plazo de un año para adecuarse, pero en un artículo sostiene que en el mientras tanto ya se tienen que aceptar. La AFA tiene excluidas a las sociedades anónimas por estatuto aprobado en asamblea durante 2016. Los clubes afiliados deben ser asociaciones civiles sin fines de lucro.

La AFA sostiene que un fallo judicial suspendió los artículos del decreto que imponen las SAD. Esto lo determinó en enero el juez federal de Mercedes, Elpidio Portocarrero Tezanos Pinto, a partir de una presentación de la Liga de Salto. La Cámara Federal de San Martín lo confirmó y el mismo magistrado ratificó esta semana la medida. 

Pero por fuera de esta cuestión legal, lo interesante es la operación discursiva del Gobierno y sus aliados. Ellos dicen que se trata de que los socios puedan elegir. Dicen que es más libertad. Fue la línea que le bajaron a los militantes libertarios esta semana con un mensaje que les llegó a sus grupos de Whatsapp, y que se esparcieron luego para la granja de trolls que se alimenta desde la Casa Rosada. Los tres primeros puntos fueron estos:

“1) Los cambios introducidos por el presidente @JMilei solo apuntan a dar mayor libertad a los socios. 

2) El club es de los socios, pero a partir de ahora esos socios podrán elegir con mayor libertad cómo organizar su club. Nadie impone nada. Solo se amplían libertades.

3) Las nuevas figuras societarias apuntan a generar mayor transparencia y permitir una estructura legal que sea compatible con la inyección de capital en la actividad”.

Los socios de los clubes son los que eligen a quienes los gobiernan, y son también los que pueden sacarlos mediante distintas herramientas democráticas. Independiente y San Lorenzo, dos clubes que hace tiempo arrastran sus crisis, son un buen ejemplo de esto: cuando no quisieron a Hugo Moyano y Marcelo Tinelli votaron -para mejor, para peor o para lo mismo- a otros dirigentes. Este es un punto esencial para entender qué se dice cuando se dice que los clubes son de los socios. Un club en manos de un empresario o una empresa o un fondo de inversión ya no cuenta con esa dinámica. Incluso en los antecedentes de gerenciamientos que hubo en el fútbol argentino se vio la dificultad que tienen los socios cuando quieren volver a tener el control del club.

Los anti Estado, los topos, los que dicen que quieren bajar todo tipo de regulaciones, son los que imponen una regulación a entidades privadas como lo es la AFA, como son los clubes. Cuando se dice “nadie impone nada” es falso: se intenta imponer por la fuerza -por un decreto- una figura que ya fue repudiada en el ámbito democrático y legal que tiene la AFA que es su asamblea, de la que participan los representantes de los clubes y las ligas afiliadas. 

“El decreto atenta contra el principio de la libertad de asociación garantizado por la Constitución. Una comunidad de personas puede conformar un espacio, una entidad con un determinado fin social, un determinado funcionamiento y para determinadas personas. Y establecer quiénes pueden ser miembros y quiénes no. En el caso del fútbol, están obligando a la AFA a aceptar sociedades anónimas deportivas cuando sus miembros dicen que no quieren sociedades anónimas deportivas”, explica el abogado César Francis, ex candidato a presidente de San Lorenzo y que desde hace décadas se enfrenta a los intentos del fútbol-empresa.

Mauricio Macri primero quiso comprar su club, Deportivo Español. Una asamblea se lo negó. Desde fue presidente de Boca y quiso desde ahí instalar las SAD, pero fracasó. Lo intentó también desde el gobierno nacional: utilizó todos los recursos del Estado, desde el ahogo económico hasta la persecución judicial. Hasta intervino la AFA. También fracasó. Ahora Macri se sube y festeja el avance de Milei. Porque lo que no pueden hacer de manera democrática, por los medios que corresponden, lo quieren hacer por la fuerza. Siempre fue así. Siempre en nombre de la libertad.

Y también de la transparencia. Cuando se sabe que es lo contrario. Lo saben los hinchas de los clubes que gestiona el 777 Partners, la primera empresa que presentaron los lobbistas de las SAD. El fútbol es un gran territorio para el lavado de dinero. “¿A qué le tienen miedo?”, preguntó Macri en un tuit. La respuesta es: a sus negocios. No es casual que sean los mismos que se encargan de ofender la memoria de Diego Maradona. El año pasado fue Macri, que ya lo había hecho otras veces. Ahora fue el vocero presidencial ninguneando al gran zurdo del fútbol argentino en una conferencia de prensa. No entienden al fútbol como un lugar de felicidad popular. Sólo como un negocio. No quieren a Maradona, ¿qué pueden querer del fútbol?