Convencido de la necesidad de preservar la credibilidad del programa económico y anclar las expectativas, el gobierno resolvió mantener las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional. Ese curso de acción fue estipulado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, en la entrevista que sostuvieron en Washington, en el marco de la reunión de primavera boreal que organizan conjuntamente el FMI y el Banco Mundial.
A contramano de lo que se esperaba, los objetivos en cuanto a déficit fiscal, inflación y emisión monetaria seguirán siendo los mismos incluidos en el plan formalizado a principios de marzo, a pesar del impacto que la guerra entre Rusia y Ucrania está causando en la economía internacional y también en la Argentina. Como contrapartida, Guzmán consiguió margen para incrementar las partidas destinadas a gasto social, que se necesitarán para solventar los bonos extraordinarios a jubilados, trabajadores informales y monotributistas de las categorías más bajas, que se abonarán durante mayo y junio.
Sin recalibrar
Muchos pensaban que el encuentro sería el primer paso para «recalibrar» (Georgieva dixit) el programa, cuyos números fundamentales se verían afectados por el conflicto bélico en Europa, que ya está disparando los precios internacionales de la energía y los alimentos. Esto llevará a reconfigurar el gasto en subsidios, que Economía preveía disminuir (ya se llamó a audiencia pública para un nuevo incremento en las tarifas de gas y electricidad), y las previsiones sobre inflación.
Pero Guzmán obró en sentido contrario por una decisión política: entiende que con los precios otra vez disparados y las limitaciones para seguir aumentando las tasas de interés y el dólar por su impacto en la economía real, la mejor ancla antiinflacionaria es ratificar los números acordados con el Fondo.
Para mantener el statu quo, el ministro se amparó en los números del primer trimestre del año, que permitirían aprobar la revisión del staff técnico del Fondo, prevista para el mes que viene. «Hay un buen progreso. Hemos visto que el sendero fiscal fue en la línea de lo pactado, hay sobrecumplimiento respecto de la emisión monetaria, alcanzando el 0,15% del producto. Hemos obtenido crecimiento en la acumulación las reservas internacionales. El programa económico viene en la línea de lo planeado», dijo.
«Las metas no se van a cambiar. Lo que hay es que se está repriorizando la política de la protección social dado el impacto de la guerra en los precios de los alimentos», anticipó sobre lo que vendrá en el corto plazo.
Caricias y garrotazos
Lo cierto es que los números finos del programa serán repasados en pocas semanas más, cuando lleguen los auditores del FMI. Su tarea será calcular en cuánto se incrementará la factura de subsidios a la energía, una vez que se apliquen los incrementos de tarifas. También para ese momento estará más claro el costo de los «refuerzos de ingresos» que anunció esta semana la Anses: si bien desde el organismo que dirige María Fernanda Raverta explicaron que «todavía no sabemos cuánta gente se inscribirá» para pedir ese bono, los primeros cálculos a vuelo de pájaro hablan de un monto global cercano a los $ 250 mil millones (equivalente a más del 0,3% del PBI). La intención del gobierno es financiarlo con el impuesto a la «renta inesperada» que impulsa Guzmán. Pero su aprobación aún está verde y ese dinero, en una primera instancia, lo pondrá la Anses.
Contra lo que algunos podían imaginar, una imposición de ese tipo recibió el aval del FMI. Uno de los documentos presentados durante la cumbre de la última semana dio como válido «incluir aumentos temporales del impuesto de sociedades de la renta de las empresas para captar los beneficios excesivos relacionados con la pandemia», situación análoga a la guerra en Europa y las ganancias de cerealeras, petroleras y otras compañías en los últimos dos meses.
Con astucia, Georgieva sabe combinar caricias con garrotazos. Por eso mezcló el guiño a la iniciativa de Guzmán con otro llamado urgente a combatir la inflación, a la que insiste en calificar la mayor vulnerabilidad de la economía argentina. En la brevedad que ofrece Twitter, la titular del Fondo enfatizó «el desafío de abordar la inflación frente al impacto de la guerra en Ucrania».
Esa es para el FMI la principal preocupación: la reducción del déficit y la restricción del financiamiento por parte del Banco Central son apenas atajos para avanzar en ese camino. Es que por más declamaciones en favor de la liquidez global y el aumento de impuestos a las empresas, la matriz siempre ortodoxa del organismo termina prevaleciendo. «
Reducción del déficit: aprobado con ayuda
Una alquimia contable ayudó a que el gobierno cumpliera con holgura la meta de reducir el déficit fiscal en el primer trimestre del año. Según el informe del Ministerio de Economía, el rojo primario fue de $ 99.753 millones en marzo y de $ 192.735 millones entre enero y marzo, unos $ 30 mil millones por debajo de lo pactado con el FMI.
Lo que llamó la atención fue que el último mes ingresaron casi $ 158 mil millones por el rubro «Rentas de la propiedad», con una variación interanual de más del 1000 por ciento. La ganancia se origina en los títulos de deuda ajustados por CER: las reaperturas de series en circulación permiten colocar esos papeles a un valor que incluye los intereses devengados desde la emisión original.
El economista Francisco Ballester, director de MindyEconomics, estimó en Twitter que esa maniobra generó ingresos por un 0,3% del PBI en 2021.»Ojo, la contabilización no es técnicamente incorrecta. Pero dada la magnitud del número el gobierno debería ser más transparente a la hora de informarlo», opinó.