El diputado bonaerense y ex intendente de General Pueyrredón Gustavo Pulti fue elegido para asumir la presidencia de la comisión de Intereses Marítimos, Portuarios y de Pesca de la Cámara de Diputados bonaerense y, desde ese lugar, adelantó a Tiempo que este miércoles presentará un proyecto de declaración que repudia la decisión del Comisionado del Reino Unido para las Islas Georgias y Sándwich del Sur, en representación de las pretensiones inglesas, de imponer “restricciones totales a la navegación y pesca» en el Mar Argentino y la Antártida.
Se trata, según el diputado, de una profundización en el «control británico sobre 166.000 kilómetros cuadrados adicionales a los 1.070.000 km2 de Área Marina Protegida Territorial” medida que violenta la soberanía territorial argentina, “los intereses productivos pesqueros de la República Argentina, la legislación nacional y la Res. 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas”.
La iniciativa propone, también, impulsar una amplia convocatoria “a todos los sectores identificados con el objetivo de preservar un recurso estratégico para el desarrollo del país”. En comunicación con Tiempo, Pulti analizó el rol del gobierno nacional, especialmente la Cancillería, en relación al reclamo soberano argentino por Malvinas y todos los territorios argentinos de ultramar, incluida la Antártida.
-¿Cómo analiza la visita del canciller del Reino Unido David Cameron a las Islas Malvinas, la reunión con la Cancillería argentina y la posterior ampliación inglesa del área marítima restringida en el mar Argentino?
En primer lugar, hemos presentado una iniciativa formal en la Legislatura bonaerense, cuyo tratamiento sobre tablas vamos a pedir para la reunión del próximo miércoles.
El derrotero que termina con el anuncio de la restricción de 166.000 kilómetros cuadrados que se adicionan a las restricciones que ya se habían establecido en 2012 arrancó un poco antes que el encuentro de la canciller argentina Diana Mondino con Cameron: el propio Presidente de la Nación Argentina, el 17 de enero pasado, en el encuentro de Davos tuvo una, por lo visto, amable reunión con el canciller inglés.
Y con posterioridad a ese encuentro, el premier visitó las Malvinas y dijo que el Reino Unido no quiere discutir la soberanía, con lo cual ratifica in situ, en el territorio usurpado, la voluntad del gobierno que representa de desconocer las resoluciones de las Naciones Unidas.
-¿Qué significa desconocer esas resoluciones?
Es un hecho de transgresión gravísimo, porque las Naciones Unidas, desde el año 1965 a la fecha, en forma sostenida y permanente a través del tiempo han mantenido la postura de que Inglaterra tiene que avenirse a discutir la soberanía con la Argentina. El Canciller del Reino Unido desconoce la Resolución, lo hace en el territorio ocupado y lo hace en el marco de una secuencia de hechos a los que después se agrega el anuncio de la restricción.
Para que nos demos una idea, 166.000 kilómetros cuadrados es el equivalente a un poco más que la provincia de Córdoba. Nuestra provincia de Córdoba tiene, por ejemplo, 165.300 kilómetros cuadrados. La provincia de Santa Fe tiene alrededor de 153.000. La provincia de Mendoza tiene un poco más de 140.000 kilómetros cuadrados. Menciono esto para que nos demos una idea de qué significa esta restricción a la pesca y a la navegación argentina.
-Esto sin contar los kilómetros cuadrados de mar Argentino que ya se adicionaron de facto desde 2012.
Y mucho menos desconociendo la coherencia, que ha tenido una continuidad concreta en el tiempo, de las resoluciones de las Naciones Unidas, que ratifica año a año la convocatoria, la exigencia de que se discuta la soberanía. Pero no terminó ahí, porque inmediatamente después, se sucede otro acontecimiento comunicacional, que refleja un hecho material de la misma gravedad, o peor, que es la construcción de un puerto en nuestras Islas Malvinas. Un puerto hecho por los isleños, con financiamiento del gobierno inglés, hecho por Gran Bretaña, al que denominan el “portal de acceso a la Antártida”.
Hay consumación de hechos: la restricción, la decisión de construir el puerto y una intención geopolítica. La Argentina debe reclamar su revisión inmediatamente y denunciarla en todos los organismos internacionales que correspondan, porque ese anuncio es ya una definición geopolítica hacia el futuro de las pretensiones inglesas sobre el continente antártico, con lo cual la pasividad de la Cancillería argentina tiene aspectos que siembran dudas respecto de la culpabilidad o el dolo. No sabemos si es una conducta culpable o dolosa. En cualquier caso, es una conducta tibia frente a determinaciones que tienen una gravedad absoluta.
Reconfiguración del mapa político
-¿Por qué considera que no todos los representantes más importantes de la oposición salieron a denunciar lo que pasa en Malvinas? ¿Falta una convocatoria mayor?
Creo que muchos sectores de la política están todavía sintonizando un tiempo que concluyó hace varios meses. Están sintonizando todavía las lógicas del escenario político que había antes de que Milei fuera elegido presidente. Ahora hay una reconfiguración del escenario. Acá el realineamiento de fuerzas va a estar dado por aquellos sectores sociales y políticos que concebimos a la Argentina como una Nación, con mejores y peores momentos, con fortalezas y debilidades, con virtudes y defectos, pero una Nación.
Una Nación con un enorme potencial para el desarrollo, que necesita de un Estado que sintetice su proyección hacia el futuro en representación del conjunto y también de los mandatos de la historia. Ese es uno de los polos de la pugna en marcha.
-¿Qué hay en el otro polo?
Y del otro lado, están los que creen que Argentina no tiene destino como Nación y que tiene que ser un territorio para los mercados, especialmente los mercados extranjeros. Ese realineamiento va a encontrar gente que, a lo mejor, antes del 10 diciembre estaban parados de una manera o de otra en el escenario político. Pero el escenario de la pugna, ahora, es una Argentina Nación o el caos.
Una Argentina Nación con un Estado que sintetice administrativa, jurídicamente y de manera representativa, con una Constitución y con un federalismo, los intereses del conjunto de la comunidad, o un territorio liberado para que los mercados se queden con la pesca, con el litio, con los bosques, con la tierra y con el trabajo argentino.